Cap 8

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— ¿Quieres un Cola Cao o algo?

— No, Cola Cao no, que se queda en el fondo y me rallo. A mí con un batido me llega.

— ¿Quieres unas pastas también? O mejor, un batido, unas pastas y una bandeja para que puedas tomártelo todo sin tener que incorporarte en la cama.

— A ver chorvo, tú me preguntas qué quiero y yo te contesto —rió. —¿Qué te estaba diciendo?

— Que la chorva...

— ¡Ah, sí! Es que coge la chorva y no sé qué dijo pero le acabé tirando una naranja porque la tenía en la mano, que si no le iba a tirar el tostador. Y el otro día, bueno, me compré un pintauñas nuevo. Le saqué una foto pero salió mal y parece marrón vaya fail, pero es rojo, luego te lo enseño. Bueno... ¡Ya se me olvidó qué estaba diciendo!

— Que el otro día...

— ¡Ah, ya! Mira, el otro día me habló y claro, yo sigo achinada y le dije: «Yo hasta que me des mi rosa no quiero saber nada» Y bueno, quedó en que me iba a regalar la rosa, pero claro, yo en San Valentín no la quiero porque me parece un día súper comercial y lo odio ¡Así que a ver cuando me la regala! Pero yo hasta que no tenga mi rosa no le hablo. ¡Llevo meses pidiéndola! A amigas y a él y nadie me regala una rosa e írmela a comprar yo pues como que no. Y así estamos... Yo ya le dije que yo estoy aquí para lo que quiera pero que hasta que no tenga mi rosa que no piense en nada más de lo que haría una amiga.

— A lo mejor te la regala el día de la actuación.

— ¡Buah, la actuación! Mira, estamos todos súper nerviosos, unos ensayando mil veces la misma parte, otros haciendo dieta porque les da miedo que el día de la actuación tengan problemas con el traje y yo, recordándoles a todas que lleven tampones ese día. Una locura.

— ¿Y tampones para qué?

— Porque ya nos pasó una vez que a una amiga le bajó la regla y se manchó el tutú, que encima era blanco. Pues para que no cunda el pánico todas con tampón ese día aunque no les toque la regla y así no hay problemas y Zoe no se estresa.

— Pero si tú no necesitas ayuda para estresarte.

— ¡Por eso! Como ya me estreso sola, que no me estresen más. Bueno, y esos son mis dramas, vamos a respirar hondo y relajarnos.

Elevó su mano derecha frente a su rostro y juntó todos los dedos de forma armoniosa mientras que volvía a bajar la mano hasta el pecho. Un gesto que acostumbraba a hacer para calmarse y concentrar la mente en otra cosa. No sabía si a ella realmente le funcionaba o simplemente era la forma que tenía de indicarse a sí misma que quería cambiar de pensamiento, pero lo cierto era que cada vez que yo lo había probado no me había funcionado y a veces incluso me estresaba todavía más cuando después de hacer ese gesto repetidas veces no conseguía resultados.

— Bueno, cuéntame ahora tus dramas. Soy tu psicóloga.

Todos los que conocíamos a Zoe sabíamos que tenía graves problemas de concentración, acostumbraba a desviarse varias veces del tema del que estaba hablando y después olvidarse de él. También era una chica muy amiga de sus amigos y tendía a tomarse cada pequeño problema muy a pecho aunque repitiese las veces que fuesen necesarias que no le importaba y que pasaba del tema aunque estuviese luchando contra las lágrimas al mismo tiempo que lo decía.

A veces pienso que si alguien que no la conoce de nada escuchase una conversación como la que acabábamos de mantener, pensaría que le faltaban uno o varios tornillos. Quizás sí que le falten y cada día pierda uno más, pero eso solo pasa cuando está en un ambiente en el que se sienta cómoda y con gente de confianza. Puede que a primera vista no dé esa imagen pero solo se necesitan unos pocos minutos hablando con ella para detectar su excesiva madurez camuflada normalmente en diálogos triviales o "idas de olla" como le gusta llamarlos.

Ya es tarde para decir lo siento (versión 2018)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora