Cap 6

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Sombras, lejanía, frío y agonía. Dicen que todos los sueños significan algo, que son una interpretación visual de nuestros temores, de nuestras preocupaciones o de situaciones de la vida que son a veces más y a veces menos realistas.

Existen teorías que dicen que los sueños son como una vacuna y que su objetivo es hacernos vivir situaciones difíciles para que cuando sucedan en la vida real podamos defendernos. Otras teorías dicen que los sueños sirven para vencer los miedos y que por eso a veces se repiten una y otra vez, intentando eliminar ese miedo o preocupación que nos inquieta. Sin embargo, resulta una tortura que tu mayor miedo sea algo que vives día a día y que durante la noche, esa pesadilla cobre forma de nuevo. Como si de un amigo que intenta ayudar y en su lugar empeora la situación se tratase.

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A cada paso que daba por aquel inhóspito lugar, el suelo retumbaba como si en vez de simples baldosas estuviese hecho de fría y dura piedra que emitía un ruido ensordecedor que se extendía en forma de ondas invisibles por toda la estancia y regresaba en forma de eco al impactar contra las suelas de mis zapatos, que en vez de goma pareciesen ser de un duro y pesado material capaz de romper la superficie que pisaban.

Una gélida ráfaga de viento me dio la bienvenida de nuevo a aquel oscuro lugar, acariciando con maestría la piel desnuda de mis brazos y haciendo que se erizase progresivamente hasta cubrirla a toda ella, no solo a la de los brazos, de aquella apariencia propia del susodicho fenómeno cutáneo.

Sentí la necesidad de acariciarme los brazos con veloces y regulares movimientos para intentar transmitirles algo de calidez mientras que intentaba tomar consciencia de dónde me encontraba y de lo que ocurría a mí alrededor, una vez más.

El viento, que seguía azotándome violentamente pese a que la estancia estuviese desprovista de ventanas abiertas o rendijas por las que pudiese entrar, trajo consigo un leve murmullo, un simple eco, el recuerdo de una voz del pasado, una suave y cantarina risa que pese a su bajo volumen, transmitía una carga emocional negativa más fuerte que el propio viento.

Sombras, centenares de ellas me habían rodeado en cuestión de breves segundos. Se mantenían lejos de mí, concediéndome el privilegio de estar completamente sola en el centro de la gélida estancia mientras que ellas, poco a poco iban tomando forma humanoide. Personas, personas sin rostro creadas a partir de una negra y penetrante masa.

El leve sonido de un lejano piano llegaba hasta aquella habitación, creando junto al viento y las sombras un ambiente mucho más cargado, como si quisiese crear ambiente para lo que estaba por suceder. Como si todo aquello no fuese más que un teatro y nosotros los actores que representarían una obra para un público inexistente. Nada más que otro ensayo para la obra que tendría lugar fuera del mundo onírico.

Dejé escapar el aire de mis pulmones, que se materializó en forma de vaho y desapareció desintegrándose en el aire mientras que yo mantenía la mirada clavada en las figuras humanoides cada vez más nítidas ante mis ojos, a la vez que sentía cómo mi respiración y el latido de mi corazón comenzaban a agitarse y cómo el viento soplaba más fuerte, consiguiendo que el mantenerme en pie en el sitio dejase de ser un acto automático y tuviese que luchar contra la fuerza del viento para conseguirlo.

Las sombras comenzaron a emitir unos murmullos incomprensibles mientras que unas sonrisas diabólicas se formaban en sus rostros sin facciones a medida que subía el volumen de estos, haciendo que toda la estancia se llenase de ellos, acompañando a la lúgubre melodía del piano y al cantar del viento. Intenté mirar detrás de aquellas sombras en busca de algún sitio al que ir, tenía la sensación de que solo en el centro de la habitación el viento era tan fuerte.

Ya es tarde para decir lo siento (versión 2018)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora