12.

664 55 6
                                    

Abro los ojos para encontrarme con el techo blanco y lleno de manchas de humedad de un cuarto que no reconozco al instante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Abro los ojos para encontrarme con el techo blanco y lleno de manchas de humedad de un cuarto que no reconozco al instante. Me cuesta darme cuenta durante unos pequeños segundos que no me encuentro en mi cuarto, si no que en otro lado. 

Siento otra presencia en el cuarto o más específicamente en la cama y por inercia recorro algo asustada e inquieta con mis ojos la misma para ver a un Adrien muy relajado, sin remera, durmiendo y largando algún que otro suspiro de tanto en tanto.

Entonces la realidad me pega más duro que nunca y recuerdo toda la noche de ayer, recuerdo cuan mal se encontraba, cómo llegamos acá y de todo lo que hablamos una vez ya calmado él. 

Me tomo unos minutos en silencio, mientras todavía me estoy terminando de despertar, para observarlo. Adrien está recostado ocupando prácticamente toda la cama mientras que mi cabeza se encuentra apoyada en sus piernas las cuales se encuentran muy cómodamente cruzadas. 

Me remuevo lentamente algo incómoda para no despertarlo y me encuentro sonriendo como una estúpida inconscientemente. Honestamente no puedo evitar sentirme algo reconfortada al haber dicho todo lo que dije ayer y no sólo eso si no que me encuentro emocionada y agradecida de que el me haya contado todo lo que me contó. 

Me levanto sentándome cruzada de piernas cuando lo siento moverse. Se está despertando y no tiene buena cara para nada, me quedo quieta, esperando que se despierte completamente o que diga algo.

—¿Mae...?— pregunta desconsertado cuando me ve luego de frotarse con la palma de la mano los ojos.

Le sonrío con pena porque entiendo que debe tener un dolor de cabeza terrible, ¿quién no lo tendría después de haber tomado tanto vodka? Nunca fui fan de aquella bebida espantosa.

—¿Te acordas de algo de ayer?— le pregunto intentando hablar en un tono de voz bajito para no molestarlo o aumentarle la jaqueca. 

Me mira aún más desorientado que cuando se despertó y por un segundo temo que no recuerde nada de lo que hablamos y compartimos en la noche. Pero el temor se esfuma cuando lo veo asentir todavía algo confundido y adolorido.

—Sí, solo que... me costó entender qué hacías en mi cama, cuando me desperté y te vi ahí... pensé— se detiene para mirarme fijo e intensamente a lo ojos, sin ningún rastro de gracia en su rostro para luego continuar—. Pensé que... bueno... había pasado otra cosa claramente...— termina y algo avergonzado lleva la mano derecha a su nuca y se rasca levemente.

Le sonrío negando con la cabeza, avergonzada yo misma de lo que acaba de insinuar y no puedo evitar sentirme algo sofocada estando en la misma habitación que el, en la misma cama, con un Adrien casi desnudo. 

SIN FRENOS. [TOM HARDY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora