4.

1.1K 91 13
                                    

Rápidamente me dirijo hacia el pasillo del peligroso galpón que da hacia la puerta de salida.

Le pido a Brian, quien va caminando delante mío que se ponga en el medio así soy capaz de guiarlos estando adelante.

—¡Ni se te ocurra soltar mi mano, tampoco sueltes la de Michael! ¿Escuchaste?— Lo miro severamente y cuando me aseguro de que acató lo que le dije comienzo a empujar cuerpos de niños, adolescentes y adultos de un lado al otro tirando fuertemente de los chicos para que ninguno se pierda.

Después de lo que parece una eternidad de estar caminando y empujando humanos, logro divisar a unos metros la gigantesca puerta metálica que nos lleva a la salida de este agujero. Por lo tanto camino rápido haciendo un gran esfuerzo y en un abrir y cerrar de ojos nos encontramos afuera.

¡Puto infierno! Hay tanta gente aglomerada como lo había dentro. Sigo caminando sin rumbo alguno solo con el fin de encontrar un lugar, aunque sea un hueco, donde podamos estar tranquilos y a salvo.

Es entonces cuando siento como tiran de mi brazo y una avalancha de gente que estaba a nuestro costado se abaten y se desploman sobre nosotros. Los empujo con el único brazo que tengo libre cuando siento como Brian se suelta de mi agarre.

—¡MAE!

Escucho el horrible alarido de mi hermano menor y por un momento pierdo toda la calma que me queda.

Me encuentro capaz de respirar cuando veo como un niño de once años morocho corre hacia mi para agarrarme del brazo. Es Bri y está bien.

—¿¡Dónde está Michael?!— le pregunto mientras nos intento alejar de la muchedumbre.

—¡Se soltó cuando todos cayeron sobre nosotros Mae, no lo puedo encontrar!— me responde molesto.

No lo pienso más de dos segundos y me paro sobre el capó de un auto que se encuentra apagado y sin el dueño cerca. Lo busco furiosa con la mirada y de soslayo miro a Brian de tanto en tanto para ver si se encuentra bien.

—¡MICHAEL!— grito con todas mis fuerzas y lo sigo buscando inquieta y descontenta con la situación. ¡Me siento una estúpida por haberlo dejado venir o peor aún por haberle soltado la mano! No lo veo y me desespero aún más. Vuelvo a llamarlo por su nombre pero nada ocurre.

—¡Ah bueno, lo que me faltaba! No se qué crees que estás haciendo pero ¡¿podrías bajarte de mi puto auto?!— Me grita alguien y por un segundo logra sacarme del trance en el que me encuentro.

Cuando mis ojos se dirigen hacia la persona que me acaba de gritar casi que me caigo de culo al suelo. Es el rayo en persona y luce más descontento y mordaz que nunca.

—¡No tengo tiempo para esto!— le grito molesta y a continuación maldigo sin inmutarme—¡MICHAEL!— vuelvo a llamarlo sin importarme la mirada de incredulidad y desdén que me lanza el morocho desde abajo.

Entonces veo a mi primo por un segundo siendo aplastado y molestado por un hombre que al parecer está completamente borracho.

—¡Brian más te vale te quedes acá!— le grito impaciente a mi hermano mientras me bajo de un salto del auto y corro rápidamente hacia Michael. No tengo idea quién sea el hombre pero realmente no me importa. Solamente quiero agarrar a los chicos e irme a la mierda.

—¡EY!— grito para que el tipo se gire a verme deteniéndome a unos centímetros de ambos.

—¡Mae!— brama el niño rubio con alivio y consuelo al verme ahí parada.

—Soltá al pibe— emito un gruñido ronco. Realmente no quiero exponerme de esta manera pero sólo puedo pensar en que quiero que el hijo de puta deje de tocar a mi primo.

SIN FRENOS. [TOM HARDY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora