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Cuando me despierto en el sillón ya es de mañana y lo primero que hago es mirar la hora en el celular, el cual no tiene batería

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Cuando me despierto en el sillón ya es de mañana y lo primero que hago es mirar la hora en el celular, el cual no tiene batería. Lo pongo a cargar maldiciendo, mientras corro a mi cuarto a buscar a los chicos. No están, ya se deben de encontrar en el colegio. 

Hay algo de despertarme tarde sin saber qué hora es que me pone completamente nerviosa. 

Me meto en el baño y me pego una ducha rápida, me cambio, bajo las escaleras y para cuando lo hago, el celular ya está cargado. Cuando lo enciendo, marca las once de la mañana. Respiro tranquila porque todavía falta una hora para que tenga que entrar a trabajar. 

Agarro algo de las sobras del día anterior y rápidamente me encamino al hospital a ver a mi tía. 

Llamo a Christian mientras tanto, que se que se encuentra en el trabajo.

—¿Chris?, ¿Podes hablar un segundo?

—Mae, buenos días, no quise despertarte, te veías muy cómoda. 

—No pasa nada, estoy yendo a ver a Mariel, ¿sabes algo?— le pregunto aunque sea lo que menos quiero saber en estos momentos. Un terror enorme me invade y lo único que quiero hacer es dormir para siempre hasta que todo este tema se solucione. 

—No te preocupes, pasé a la mañana y hace un rato. La tienen con calmantes y algunos sedantes porque el post operatorio es muy doloroso, dicen que está estable, si vas probablemente se encuentre dormida.

Puedo respirar en paz una vez me dice aquello. La confianza que me transmite su voz me dejan más que tranquila. 

—Bueno, te dejo trabajar entonces, yo ya en un rato voy a entrar. 

—Que tengas un buen día Mae.

—Igualmente Chris.

Y eso es lo último que hablamos. 

Cambio de rumbo y en vez de dirigirme al hospital, me dirijo hacia mi trabajo. El café se encuentra a tan solo veinte minutos así que me relajo sabiendo que tengo un día bastante ajetreado por delante. 

Al llegar, veo a Ronda y a Winnie reír en la entrada. Están hablando de dios sabe qué. Aquellas dos son terribles. 

—Buenos días cariño— me dice la dueña del lugar con una sonrisa enorme.

—Esas ojeras te delatan Mae... ¿estuviste con el ayer?— me pregunta con una sonrisa muy pícara mi compañera de trabajo. 

—Buenos días, primero, segundo, no siempre lo veo y no siempre toda mi vida tiene que girar en torno a el— le digo encendiéndome un cigarro disfrutando de los pequeños momentos de paz que puedo llegar a tener. 

Ronda se ríe a carcajadas.

—Así me gusta. Sos una mujer independiente, fuerte y hermosa y que nadie se anime a decirte lo contrario mi amor—La mujer mayor, nos sonríe una última vez y se ríe sola antes de volver a hablar—. Me olvidé de decirles, va a haber un aumento para antes de que termine el mes, no se por qué nos está yendo tan bien pero esto me encanta.

SIN FRENOS. [TOM HARDY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora