2.

1.3K 93 15
                                    


—¡NO, dije que no!

Por supuesto que la idea de ir a ver a unos "dementes" cagarse a trompadas no le iba a gustar a la dueña de la casa.

—Tía, por favor, reconozco que es un ambiente pesado pero nada va a pasarle a nadie, además Brian se muere por ir y yo también, es un pasatiempo que tenemos hace años, por favor, prometo traerlo temprano— intento convencerla suplicándole con la mirada que nos deje, que nos dé el sí para poder ir en paz.

—Mae, es un ambiente violento, ¿qué tanto les puede gustar de unos tipos golpeándose unos a otros?— nos pregunta a ambos, me mira con ojos de desentendida esperando que le dé una respuesta coherente.

Entonces cuando hablo a continuación estoy más que segura de que mis ojos brillan por la pasión que le tengo al deporte.

—Me gusta la certeza que tienen de que un golpe los va a redimir de la miseria... me atrae esa vida que pasa de la gloria al ocaso y al olvido en nada, segundos.

Y aunque hablo y elijo las palabras con cuidado para hacerle entender a alguien que detesta la violencia, la belleza del boxeo, no la veo del todo confiada aunque se nota que bajó la guardia y se que no falta mucho para ganar esta batalla.

—¡Por favor tía!— grita Brian desde el living asomando su cabeza a la cocina con una sonrisa de zorro de oreja a oreja.

—¿Por qué tengo que tomar todas las decisiones yo, Christian acaso no podes hacerte partícipe?— se encuentra sonriendo y bromeando mientras su esposo, nuestro tío, de mala gana pero con una sonrisa cálida, se le acerca y le rodea la cintura con sus brazos hablándole al oído.

—¡Diu, consigan un cuarto!— grita Michael atónito como si estuviera viéndolos tener sexo.

—Pueden ir...— el resto de la oración nos resulta nula, mis oídos dejan de escuchar y Brian y yo nos miramos el uno al otro saltando de la emoción.

—¡Mocosos, pueden ir pero si llevan también a Michael!— dice de repente Christian algo exasperado y me mira con ojos de un adolescente que quiere pasar tiempo a solas con su novia. Me río a carcajadas y le sonrío cómplice. Mientras Bri y Micha festejan felices y corren al comedor, yo me acerco pícara.

—¿Saben qué me enteré? la pelea termina a eso de las doce y quizás podría retrasarme todavía un poco más—comienzo a decir completamente seria pero mis ojos denotan travesura. —¡Si tan solo tuviera algo de plata, podría llevar a los chicos a tomar helado después de que el evento termine!— sollozo dramáticamente y mi sonrisa se ensancha cuando los escucho gruñir y darme un billete de los grandes.

—Ni se te ocurra traerlos antes de la una— me advierte Christian y procuro anotarlo en mi mente. ¿Qué sería de todos nosotros si entráramos en medio del acto? ¡Qué espanto!

—¡Cuídense mucho, confiamos en que van a estar bien Mae!— me grita Mariel antes de seguir con lo que estaban haciendo.

Me apresuro vistiéndome rápido y agarrando lo necesario.

—¡Vamos, vamos!— les digo a los chicos que están más deseosos que yo de llegar.

Cierro la puerta y aunque los escucho protestar los agarro de las manos y empiezo a caminar con dirección al centro donde creo que se encuentra el club donde van a pelear. Caminamos a una velocidad rápida por largo rato pero por fin llegamos.

Es un galpón enorme con una puerta metálica gigante muy pesada. La música se escucha desde afuera como también podemos escuchar gracias a los parlantes y la resonancia del lugar, al presentador de las peleas.

SIN FRENOS. [TOM HARDY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora