3.

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Silencio.

El lugar que hacía unos minutos estaba lleno de gritos y barullo, ahora está completamente sumido en silencio, todos están tensionados, esperando con incertidumbre e impaciencia la pelea que querían ver desde hacía tiempo ya.

Brian y Michael se me acercan, se me pegan uno a cada lado y mientras los agarro de las manos, lo único que realmente puedo escuchar es mi corazón latiendo despacio. Mis ojos se dirigen hacia la pelea y veo a ambos boxeadores cada quien en su lado del ring observándose atentamente mientras elevan los guantes y los ubican en frente de sus rostros. Se van acercando, saltando de un lugar a otro.

—¡VAMOS BRANDON!— se puede escuchar a lo lejos varios gritos de aliento. Aquello no le hace nada de gracia al otro quién es el primero en dar el golpe que iniciaría el infierno que estábamos por ver.

El morocho mostrándose más serio que nunca se abalanza hacia el rubio tirando unas cuantas combinaciones de golpes para acabarlo con un gancho derecho infernal y apartarse justo a tiempo antes de que Brandon cortara el ataque con un swing formidable que hubiera sido fatal en caso de que llegara a tocarlo.

Todo lo que está pasando ahí arriba nos cautiva a los espectadores a más no poder. Se siente la tensión, el sudor y todo es completamente embriagador. Nadie dice nada. Todos permanecen en un estado de silencio absoluto.

El rubio, completamente enloquecido y con movimientos mortíferos se acerca al rayo con furia y lo acorrala en su lado del ring mientras el otro hace lo que puede y se pone en una posición de defensa intentando ser golpeado lo menos posible. Los golpes de Brandon se dirigen todos hacia la cabeza de Adrien pero al ver que no atina a darle, comienza a tirar golpes bajos por la zona de su estómago haciendo que aquel pierda el balance y se agarre del rubio aprovechando esos pequeños segundos para descansar.

El árbitro entonces se acerca, los separa y es cuando el morocho pierde la posición de defensa y se pone en una de ofensa.

Estoy ansiosa y por unos segundos me permito dudar si acaso apostar por el morocho fue lo mejor que pude haber hecho.

A continuación, como si hubiera escuchado mis pensamientos, mis dudas, me demuestra que no me equivoqué.

Nuevamente se dirige con toda su fuerza a Brandon quien lo está esperando listo para esquivar cualquier golpe.

Adrien comienza con una combinación de golpes otra vez, primero distrae al rubio ejecutando un golpe para distraer a Brandon y luego de tirar unos cuantos golpes directos, termina el combo nuevamente con un gancho que atiza a darle justo en el clavo.

Me encuentro pegando un pequeño salto de emoción al ver como el guante derecho de Adrien conecta con la mandíbula de Brandon.

Entonces los minutos del primer round acaban y el árbitro da lugar al minuto de descanso que ambos merecen. Cada cual se va para su lado del ring, Brandon siendo atendido por el médico de su equipo curando la herida abierta que lleva en el mentón y Adrien se sienta en el banquito mientras le proporcionan agua y le limpian el sudor. El entrenador de Brandon está más que enojado y le habla gritando y haciendo aspavientos con los brazos. Aquello no me gusta nada.

Todo el maldito lugar parece una mafia y ruego que la pelea no sea arreglada.

—¡VAMOS BRANDON!— gritan algunos en la multitud.

—¡DALE ADRIEN!

—¡BRANDON NO NOS FALLES!— se escuchan algunos otros más cerca del ring. Me giro a verlos y esto es exactamente lo que temo. Hay toda una mafia de gente con dinero detrás de cada boxeador y asumo que son los que manejan los montos de las apuestas.

SIN FRENOS. [TOM HARDY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora