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Después de aquella charla en el auto, aquel día, entramos a la casa y como era de esperarse, nuestros tíos estaban cenando tranquilos esperándonos. De antemano sabían lo importante que era la fecha para nosotros así que no tuvieron problema cuando les dijimos que iríamos a dar nuestros respetos al cementerio.

Nos sentamos en silencio, nadie dice ni una sola palabra en toda la cena, el ambiente está tenso y por supuesto que yo no me había olvidado de lo que tenía que hablar con Christian y Mariel. Tenía que hablarles acerca de las clases de boxeo para Brian y Michael. Así que al terminar de comer y mientras ayudaba a mi tía a lavar los platos, cuando vi que los chicos ya se habían ido para arriba fue el momento indicado para hablarle del tema.

—Mari, quería hablarte de algo.

—Adelante cariño, sabes que podes contarme lo que quieras— me responde la hermosa mujer de mediana edad mirándome con todo el cariño del mundo.

—Bueno, resulta que cuando estábamos volviendo para acá, vi a Brian tan triste que se me ocurrió invitarlo a hacer boxeo tres veces por semana en vez de dos— comienzo a contarle y me encuentro hablando despacio aunque segura de mi misma—. Claro que la idea le fascinó al pobre chico pero cuando estaba a punto de aceptarla, me comentó que Michael también quería empezar con las clases y que sería muy injusto que él hiciera tres veces cuando Micha ni siquiera hacía una.

La rubia, que estaba secando los platos con una sonrisa de entendida enorme mientras me escuchaba hablar, ríe.

—Se a donde te dirigís con esto Mae y no me parece mala idea para nada, pero vos sabes muy bien de nuestro problema económico así que no creo que podamos cumplirles el deseo a los niños de momento, quizás en un futuro si todo mejora— me comenta perdiendo rastro de toda sonrisa y frunciendo el ceño al hablar.

—Juro entenderlos tía— le digo francamente—. Pero no les pensaba pedir un solo centavo.

Y una vez más, la cocina queda en silencio. No se escucha nada más que nuestras respiraciones y mi corazón, el cual late a mil decibelios para ese entonces.

—Creo que eso sería injusto y demasiado— comenta Christian muy seriamente haciéndose presente en la cocina. Claro que había escuchado todo.

—Puede que lo sea o puede que no, pero yo ya tengo un trabajo donde me pagan bien y tengo el privilegio de tener una muy buena relación con mi jefa así que no creo que se niegue a darme horas extras...

—No me parece Mae— soy interrumpida drásticamente por mi tía.

—No es como si fuera a pagar todo, además estoy muy segura de que podríamos llegar a un acuerdo ¿no creen?, quizás podamos mandarlos a Brian y Michael dos veces por semana en vez de tres, eso sería un avance— les comento completamente esperanzada de que fueran a permitirme hacer esto— Así, podrían ayudarme y pagar la mitad o menos de la misma, en serio no me importa hacer esto por los chicos.

Mariel y Christian se miran de una manera que solo ellos pudieron entender, ser capaz de leer sus gestos faciales me fue imposible en el momento.

—Hay algo que tenemos que contarte Mae...— Comienza a decirme mi tío cuando nuevamente Mari lo interrumpe de golpe.

—No es momento Chris, acerca de lo que estábamos hablando antes, me parece que podríamos intentarlo si estás dispuesta, por lo menos por un tiempo a ver si funciona.

—¿Qué es lo que tienen que contarme?— pregunto tajante en ese momento sin siquiera imaginarme la gravedad del asunto.

—Dije que no es momento y se terminó Mae, cuando tengas que saberlo, vamos a contártelo— me dice Mariel muy seriamente sin darme lugar a oponerme.

SIN FRENOS. [TOM HARDY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora