31.

222 18 11
                                    

Muchas veces preguntamos, ¿pero queremos saber realmente?

—¿Cómo haces?— le pregunto sin dar más vueltas.

Los chicos están afuera, dormitando, Christian se quedó con ellos para darme tiempo con Mariel, quien me mira confundida por mi pregunta.

—Para sonreír todo el tiempo, estar así de bien, ¿cómo haces?

—No creas que estoy así todo el tiempo linda, tu tío se lleva los peores tratos, no podría desperdiciar mi tiempo estando mal con ustedes— se ríe y me aprieta la mano. 

Estoy sentada en frente de ella, de su camilla. Tengo la cabeza apoyada en sus muslos mientras ella me hace mimos tocándome delicadamente el cabello.

La observo y se me encoje el corazón.

—¿Cuánto tiempo?— Quiero la verdad. Quiero ir al grano.

—No lo saben, puede que tres meses o cuatro. 

Su sonrisa ilumina la habitación. Ella está tranquila. Respira lento, parece hasta divertida con toda la situación. Al verla y escucharla hablar de su trágico destino, siento un nudo en la garganta a punto de explotar. Mi respiración se entre corta y me arden los ojos.

No quiero llorar.  No quiero ser una carga para Mariel.

—¿Y la quimio?

—No cariño, no ayudaría, solo extendería el proceso, el dolor, sería una situación desagradable para todos— me contesta con una sonrisa cálida en el rostro mientras me toma la mano y me la aprieta con fuerza, dándome coraje y valentía.— Pedí que me llevaran a casa, para pasarlo con ustedes... eso sí, tendríamos una enfermera viviendo con nosotros durante un período pero eso sería lo de menos. 

Y acá estamos. Hablando de su próxima e inexplicable muerte como si se tratara de un tema común y corriente. 

Tengo tanto para procesar que ni siquiera puedo comenzar a entender lo que está pasando. Lo creía algo muy lejano, improbable incluso, como si por arte de magia se fuera a curar... que idiota fui.

—Mae, linda, está bien llorar... se que no lo queres hacer adelante de ellos, pero conmigo, podes hacerlo, todo va a estar bien.

Su voz, su calidez, su tranquilidad, lo que me dice, todo en ella hace que mi corazón se parta en dos. No puedo evitar el llanto que se me escapa a continuación. Siento como si me estuvieran arrancando una parte importantísima de mi vida. Me siento una niña, tengo regresiones a cuando alguna vez lo fui y lloro. Lloro muchísimo. Deseando haberla conocido antes. Haberla ayudado más. Lloro como si no fuera a haber un mañana. 

Que me diga que todo va a estar bien, refiriéndose a su muerte, me hace temblar de la angustia y de la admiración que siento por ella.

—Ay tía, lo lamento tanto...

—Guarda las fuerzas Mae, la muerte es algo tan pasajero y constante en nuestras vidas... llora, llora todo lo que necesites porque después te voy a necesitar fuerte... ellos, te van a necesitar fuerte como nunca antes.

Asiento limpiándome las últimas lágrimas que recorren mi rostro. Respiro hondo varias veces antes de volver a hablar. Aunque la voz me sigue temblando.

—¿Se los dijiste?, ¿cómo se lo tomaron?— le pregunto observando por la ventana a los muchachos sentados, dormidos, apoyados el uno en el otro.

Ella también los observa e instantáneamente se le dibuja una sonrisa bien amplia en el rostro. Felicidad y amor puro.

—Sí, se lo tomaron mejor que vos en éstos momentos— me mira y se ríe.— Tenes que acordarte que uno a su edad, si bien entiende lo que está pasando, es diferente, no le dan tanta importancia a la muerte, es algo que con el tiempo se vuelve pasajero, se olvidan, tienen mucho por vivir... en cambio, mientras más grande sos y más muerte te encontras, lo sufrís más, no lo entendes, luchas contra ello.

SIN FRENOS. [TOM HARDY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora