"El último beso"

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Lo primero que visualizó al abrir sus ojos fue la luz tenue del día escurrirse por alguna parte del cuarto. El abanico de techo, giraba y giraba con la misma lentitud de siempre y se sentía desconcertada ¿En qué momento había amanecido?
Se sentó en la cama, sintiendo el cuerpo de como el de una anciana de 60 años en pleno estado de coma: Pesado y un poco acalambrado. Tuvo que poner una mano en el colchón para estabilizarse y permitirse seguir en esa posición ya que por poco se le hizo imposible permanecer sentada. Era como si su peso se hubiera doblado en una sola noche y ahora no pesara 53 kilos sino 106. Una locura. Un pedazo de tela blanco y medio húmedo fue a parar a sus piernas, ocultas debajo de las sabanas, cuando agachó su mirada. Era una banda. Ella estaba segura. Pero ¿Por qué una banda estaría en su cabeza? Jane la tomó entre sus manos y la puso a la altura de sus ojos observándola minuciosamente, arrugando al frente mientras intentaba entender que era lo que había pasado con ella exactamente.
Entonces lo vio a él. Estaba Justo a su lado, del otro lado de la cama.
Era Jason, Dormido ahí.
La primera cosa que su cabeza le exigió hacer fue mandarlo al suelo de una patada, pero casi al mismo tiempo en que lo pensó, los acontecimientos de que habían pasado por la noche, los que parecía haber olvidado, llegaron a ella de improviso y eso la detuvo.
El dolor de cabeza, el mareo, la vista borrosa, los brazos de Jason acercándose a ella y luego... todo era oscuridad. Las imágenes estaban tan vividas en su cabeza como el hecho de tenerlo a él, allí, a su lado.
Se veía tan normal mientras dormía. Es decir, no demostraba ser el insensible chico encantador. Era él, incluso ella podía verlo como él. Como un hombre sin tantos cambios de ánimo y sincero. Con sus ojos acaramelados cerrados y su cabello despeinado, con sus facciones tan imponentes y firmes y sus labios finos rodeados de un tono medio rosado, incluso, aunque estuviera de mañana. Solo Jason McCain podía verse así al despertar. Solo ella podía verlo así después de todo lo que había sucedido entre los dos.
Todo depende de quién es la persona que lo mire.
Ahora que ya había recuperado la consciencia, la que había perdido por la noche, tenía ciertas dudas. Y estaban relacionadas con él de algún modo ¿Por qué estaba dormido en su habitación y en su cama? y ¿Qué había pasado con ella? lo más probable es que se hubiera enfermado, pero Jason ¿él que tenía que ver? Él no tenía la obligación de permanecer allí.
Jane volteó a verlo una vez y frunció los labios. Estaba loca, ya que a pesar de todo no podía evitar que su corazón se sintiera altivo por el solo hecho de tenerlo cerca.
Se tocó la frente para comprobar si seguía enferma y notó que estaba bien y que tampoco le dolía nada.
Bueno, no le dolía nada físicamente, porque en su interior, la situación era totalmente distinta.
Dejó escapar un suspiró al aire al mismo tiempo en que él, dormido aún, se removió en la cama y casi la dejó inmóvil de la sorpresa.
¡No!
Jane se tiró a la cama reaccionando instantáneamente al movimiento de chico junto a ella y cerró los ojos fingiendo estar dormida.
Los cerró justo a tiempo. Jason abrió los suyos al mismo instante y cuidando de no moverse demasiado se sentó en la cama junto a ella, recayendo ahora en él, el papel de observador. Sonrió al darse cuenta de que el gesto perturbado e impasible que se hacía lugar en cada poro del rostro de la castaña en la noche se había ido y ahora solo quedaba ese rostro sereno y pasivo. Dormida. Hermosa.
Le tocó la frente con la mano abierta por inercia y otra sonrisa, ahora de alivio, salió de sus labios. Ella ya no tenía fiebre, ni tampoco deliraba.

¿Qué era lo que le correspondía hacer ahora?

Jason casi quiso romper un vidrio, al darse cuenta de que estaba siendo más duro incluso de lo que creyó.
<< No, no es duro >> se dijo bajito a si mismo << Yo puedo hacerlo, yo puedo alejarme porque... no la quiero lo suficiente >> la frase la soltó de a poco y miró hacia arriba cuando salió la última palabra. El único objetivo que tenía al mirar el techo fabricado en yeso, totalmente blanco, era tragarse esas palabras y que al momento de pasar por su garganta le supieran a verdad < Él no la quería lo suficiente >
Tardó unos segundos en regresar sus ojos a Jane y cuando lo hizo, los dejó allí, Sin hablar, sin decir nada, solo mirándola. Complicándole, sin saberlo, el fingir dormir a Jane.

Era más difícil si él la miraba así.
Lo único que necesitaba era que él se fuera. Que la dejará sola. En ese momento solo necesitaba eso, estar sola. No sentir sus ojos sobre ella de esa manera.

-Me alegra que ya estés bien, Jane - Lo escuchó murmurar. Y aunque sus ojos no estaban abiertos, observándolo, ella sabía que era sincero. Quiso abrir los ojos para decirle algo, cualquier cosa, cualquiera, pero cuando lo iba hacer, sintió el dedo índice de Jason recorrer, con suavidad y muy despacio, su rostro desde el camino de la nariz entre los ojos hasta llegar a sus labios.
Sus labios...
Ahora si no entendía nada. ¿Qué iba a...?

La besó.

E interrumpió ferozmente sus pensamientos.
Sus labios rozaron con delicadeza y ganas los de ella por un momento y más que otra cosa, aquel beso le supo a amargura. A dolor.
Ella no lo estaba viendo, pero sentía su olor en la nariz. No lo veía pero su respiración le pegaba en el rostro, tan cálida y embriagadora como siempre. Casi quiso llorar. ¿Un... beso?

-Es el último – le dijo con voz ronca. Como si ella pudiera escucharlo. – Te lo prometo – y luego se levantó de la cama y se marchó de la habitación, dejando en su lugar solamente el fino perfume de su ausencia. También dejándola a ella con una lagrima tintineante en el rostro. No tenía que verlo para saber que aquello era una despedida. Jane abrió sus ojos cuando escuchó la puerta cerrarse y entonces se levantó de la cama.
Tocó sus labios, los que él había besado minutos antes y un nudo grueso y cortante se hizo en su garganta. Hacia tan poco se habían estado besando, se habían estado amando y ahora era nada.
Ahora solo era un "es el último" un último beso, un beso que él ni siquiera fue capaz de darle mientras ella estaba despierta.
Otra vez le estaba doliendo. Otra vez estaba llorando.









***




Jason se miró en el espejo del retrovisor de su auto antes de seguir la señal de siga del semáforo y la fila de carros detrás de él empezara a sonar la bocina para apresurarlo.
Había decidido salir de casa hacía cerca de una hora. Y no porque tuviera algún asunto importante que atender, salió porque se le hacía difícil permanecer en el mismo sitio que Jane.

No, esa no era la razón verdadera.

Salió porque se estaba dando a si mismo tiempo. Tiempo para estar solo. Quizás lo necesitaba.

Dobló a la izquierda sin saber siquiera a donde dirigirse y redujo la velocidad. Después de unos segundos, decidió que iría a la casa del lago de su amigo Ronald, pero no a la casa del lago en donde había sido la fiesta, Iría a aquella pequeña cabaña construida en el lago, esa en donde, después de reírse, jugar y correr de la lluvia, había pasado la noche con ella.
Ahora se preguntaba qué hubiera pasado si no se hubiera ido ese día antes que ella despertara y hubieran amanecido juntos, si hubieran hablado, si él le hubiera contado lo embelesado que estaba de verla dormir y lo bien que se sentía estar a su lado.
Se preguntaba si, incluso después de haber hecho eso, hubiera sido capaz de ir a ver a Alice cuando ella lo llamó.
No lo sabía.
No sabía nada.
Era un idiota.


Cruzó las grandes rejas del Lake's House y aparcó en frente de la casa grande pintada de blanco. Supo por el portero que Ronald no estaba, así que no perdió tiempo en cerciorarse y se dirigió hacia los árboles. Solo bastaron segundos para que se perdiera entre la maleza y las plantas.
La cabaña seguía allí, en el mismo lugar, rodeada de todo el calmado lago y de tranquilidad. Envidió la tranquilidad que se percibía en ese sitio. Era como alejarte de todo por un momento. En ese lugar podía reconocer que estaba asustado, que él no tenía la más mínima idea de si estaba haciendo las cosas bien y de que no quería equivocarse.
Además a él también le dolía.
Dio un paso para acercarse más hacia agua del lago. Los recuerdos lo invadieron. Eso sí que no se lo esperó. Quizás, después de todo, no fue una buena idea ir allí.
Se sentó a la orilla del lago y observó el agua en silencio. Todo fue silencio alrededor de él.
Por primera vez, sintió el vacío que existía en su vida. Qué francamente, después de un tiempo no sabía en que se había convertido. No se hablaba con su padre, visitaba poco a su madre y poco hablaba de su hermana fallecida. Todo su mundo era tan agotador. Y también tan falso.
Ahora, incuso, que había conseguido el amor que quería, Se seguía sintiendo igual.

El " I gotta Feeling" sonido de llamada en su teléfono lo regreso al aquí y al ahora.

Perfecto. Debió apagarlo antes. Pero...

Era una llamada. Era Alice.

Alice. La mujer con la que casi tuvo relaciones la noche anterior. La mujer a la que supuestamente amaba.

¿Supuestamente?

-Hola – Saludo ella del otro lado de la línea - ¿Cómo estas Jason? ¿Todo bien? – él quiso sonreír pero eran demasiadas cosas que le fue imposible. Aunque le hacía feliz escucharla.

-Estoy bien ¿Y tú? – Volvió a fijar los ojos en el lago que ahora estaba siendo bañado por la suave luz del sol y trago gordo - ¿Cómo la has pasado?

-Bien también, creo – respondió ella con suavidad. Con su voz delgada y suave - pensé que me llamarías ayer pero no lo hiciste.... ¿Sucedió algo?

-Al parecer, pero ahora no importa – Le dijo – Lo siento. Por no llamarte.

-No te preocupes – A Alice, la intuición le decía que estaba pasando algo, ella sentía que algo estaba pasando con él y temió de que ella fuera la razón. Ese día, estaba tomada y aunque no hubiera pasado nada entre ellos, no quería pensar que estaba así por ella. - ¿Te pasa algo? Es que te siento... extraño.

-¿Extraño? – Preguntó él, mirando el suelo.

-Si – replicó ella – Extraño, ¿Es por mí? Por... ya sabes... - se detuvo. Incluso a ella le daba vergüenza terminar la frase y eso era porque jamás había sido tan lanzada con un hombre. No lo veía como un error a pesar de que estuviera pasada de tragos ese día. Solo sabía que quería a Jason. Que quería estar con él, con él siempre. No solo esa noche.

-No - se apresuró a decir él – No tiene nada que ver con eso. Tranquila – ella soltó un suspiro de alivio.

-Entonces... - aludió - ¿podemos vernos hoy? Realmente quiero que hablemos. – Jason frunció los labios formando una línea y volvió a ver el calmado lago. ¿Salir con Alice? Jane.... Seguía pensando en ella.

-Hoy... - empezó - No puedo, Alice, disculpa – Odiaba la idea de decirle que no, pero tampoco amaba la idea de aceptar verla. No en esa ocasión – Jane pasó una mala noche – continuó - Tenía mucha fiebre y estaba mal, no quisiera dejarla sola mucho tiempo. - la rubia se quedó sumida en un silencio profundo que solo pudo romper para disimular ese extraño sentir en su pecho. Jane, otra vez ella.

-Ahh.. – Tarareó no muy feliz - ¿Está muy mal?

-En la mañana ya no tenía fiebre, pero no sé cómo esté ahora.

-Entonces dile que deseo que se recuperé ¿Vale? – Alice quiso sonar sincera y que no se sentía para nada frustrada, pero era muy difícil para ella cambiar de ánimos así como así. Ni siquiera se dio cuenta en que momento la conversación giró en torno a ella, a la castaña.

-Vale. – Masculló él.

-Entonces, nos vemos después, Jason.

-Seguro – sonrió - Ten una buena tarde, Alice.

Y le colgó.
Sostuvo el celular en manos y suspiró.

Pensar que tendría que dejar aquella calma no le agradaba en lo mas mínimo.







***




Alguna vez en su vida, cuando era más joven y estaba en la secundaria, Jane se preguntó si un día pasaría por una situación en la que su corazón se viera envuelto entre el dolor por culpa de un hombre y sin embargo seguir queriendo a quien la lastimaba. Ahora odiaba la respuesta a esa pregunta. Es decir, pensó en que quizás alguien sufriría por ella, pero no pensó en que pasaría lo contrario.
Si... esas ocurrencias.

Un último beso... Jamás pensó que tendría uno.

Ahora estaba mirándose en el espejo y aplicándose un poco de base bajo los ojos para disimular la hinchazón y ocultar lo rojizo que estaban. Llorar definitivamente te hacia ver demacrada. Como antes lloraba poco no lo sabía, ahora sí. No lloraría más.
Iba a ir a algún lado esa tarde. No sabía a donde, ni a qué, pero saldría. Tampoco era del tipo masoquista. No se echaría a llorar toda la vida. Y sabía que si se quedaba ahí, acostada en la cama, eso sería lo que pasaría.
Llorar, ahora no era una opción.
Y aunque no lo dijera, casa vez que una lagrima se escapaba de sus ojos, se sentía débil. Débil y estúpida.
¿Acaso no es eso lo que era por desgastarse por él?

Se vistió con unos Jeans azules ceñidos al cuerpo, una blusa sencilla color blanco y un abrigo delgado color negro. Se tocó la cabeza al verse la pinta en el espejo.

Negro ¡Qué color!

Debería ponerse un abrigo de un tono más vivo y no tan muerto como ese ¿no? Pero como quiera, tampoco era qué pensará en otra cosa. Además ni le importaba que pareciese que fuera para un funeral. Se miró en el espejo por última vez, agarrándose el pelo en una coleta y se sonrió.

<<Nada de tristezas por esta tarde> > se dijo <<Se tú, tú y tú, Jane >>

Ya no se sentía enferma, lo que era otro punto a su favor y calculando que Jason había salido hacía mucho tiempo, quizás ella regresará cuando él estuviera dormido.

No lo vería.

Cobarde, quizás. No le importaba serlo.

Agarró un bolso cualquiera y se dirigió a la puerta de la salida, Pero como si estuviera en una película de drama, antes de que la puerta repicará y se cerrará completamente, el típico "Tienes una llamada" tan clásico que ella tenía por timbre de su celular, empezó a sonar.


Ni siquiera miró el identificador de llamadas, las ganas de salir de casa la estaban asfixiando. Aunque... esa voz la reconocería en donde fuera.

-¡Hey, Jane! – Saludo él con una sonrisa del otro lado de la línea. Ella sonrió también y dejo salir un poco de aire de sus pulmones.

-Alan - respondió aún con esa sonrisa en sus labios.   

Amor por Accidente [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora