Jane miraba fijamente la puerta de su habitación como aquel quién mira un punto fijo esperando a que algo pase, pero ese “algo” no pasa. Como si quisiera moler y desaparecer el objeto con un chasquido pero sus fuerzas fueran inútiles. Jason no se había aparecido. Esa era la razón de su genio. Siempre pensó que podía ser tonto, tarado e inclúso idiota, pero no tan mezquino ¿Cómo podía ser tan insensible y no preocuparse siquiera un poquito por ella? ¿Cómo? Ya le habían dado el alta y él muy cretino no había ido. Inclúso le había llamado. 4 veces pero él no contestó ninguna de sus llamadas. Y pensar que tuvo que perder el orgullo con Ronald para conseguir su número para que el muy estúpido solo no atendiera el celular. ¿No era… ridículo? Ella misma se sentía ridícula. Como nubes blancas tiñéndose el rojo del atardecer.
Desde entonces, sin siquiera darse cuenta lo había estado esperando.
Desde que Alan la había dejado sola y la habían dejado usar el teléfono celular había estado allí, ansiando verlo entrar por la puerta blanca con una sonrisa o en su defecto con una cara marcada por la preocupación. Pero nada había ocurrido. Y a parte de Alan, solo Ronald la había ido a visitar el día anterior por la tardecita, casi noche. El pelinegro le había sonreído dulcemente llevando un enorme ramo de flores en sus manos y para su sorpresa le había tocado el estómago diciendo “Felicidades” pero nada más. Además de la tremenda sorpresa que se llevó al verlo allí y con semejante actitud tan rara, porque después de todo ¿Qué tan importante podía ser ella para él?, él solo se marchó sin más. Sin darle tiempo de hablar lo suficiente o darle oportunidad de preguntarle por Jason. Muy y apenas pudo obtener su número. Y para nada, porque él no contestaba.
Jason… volvía a pensar en él, como lo había hecho las últimas horas. Y seguía viendo la puerta. Era obvio que no iba a llegar. Si no había ido antes, no iría ahora. Jane se mordió el labio pensando en su rostro ¿De qué manera actuaría cuando ella le dijera que estaba embarazada? Tenía muchas ganas de decirle lo aterrada que estaba por la situación y lo mucho que la asustaba convertirse en una mamá, pero también decirle, que en cierto modo, estaba feliz. Dejó su vista fija en la puerta, una vez más, y cambió la expresión en su rostro, ahora, su frente arrugada dejaba ver a simple vista que algo en ella no estaba del todo bien. Y era cierto. Se preguntaba, si era posible que él siguiera molesto por lo que le había dicho en el ascensor y por eso no le llamaba o si simplemente no había escuchado su teléfono. Aunque esta última opción sonara un poco increíble. Sacudió su cabeza y pensó positivamente. Él le había dicho que la quería y en esos ojos ella podía ver verdad. Así que solo por ese hecho tenía la certeza de que todo estaría bien. Recordar esas palabras como suave melodía en la mañana y su rostro iluminado por la sinceridad, la hacía tener un valor puro. Valor de creer, de ir hacía él, de atreverse a decirle lo que ella sentía también. Y todo lo que le había ocultado. No importaba que él no se hubiera aparecido en el hospital. Ni que no le llamara. Aunque sonora cursi y no fuera mucho con ella, solo quería verlo. Tanto como nunca antes. Y ahora, incluso, se tocó el estómago como había empezado hacerlo desde la noche anterior, había una razón más poderosa.
Hizo el último intento y agarró el celular de la cama. Luego marcó su número.
El teléfono timbró una vez, y dos veces, y otra vez, la recibió el buzón de mensajes. Jane suspiró y apretó las manos, entonces, decidió dejarlo un mensaje de voz.***
<<Justin, emm, hola… Soy Jane. Yo… bueno, quisiera hablar contigo. No, no quisiera, necesito hablarte ¿Podrías llamarme cuando escuches este mensaje? Es… es algo importante. >>
Jason le sacó la batería al celular, casi indignado, y lo tiró en la cama, furioso ¿¡Algo importante!? ¿¡Bromeaba!? Como si a él le importara escuchar la mierda de la que ella quisiera hablarle. Como si fuera posible que sea lo que sea viniendo de ella pudiera ser importante. Prefirió morderse el labio y apretar los puños para controlar el repentino subidón de rabia que sintió. Observar el horizonte que tenía en frente por la amplia ventana de vidrio de su nuevo cuarto era por lejos mucho mejor. Distraerse y olvidarse de Jane podría aliviarlo. Aunque sabía que era casi utópico conseguirlo. La noche anterior había sido difícil. Y aunque ya no estaba en su cuarto de hotel, sentía vivo el recuerdo de todo lo pasado. Ahora se encontraba en un apartamento ubicado en los suburbios de los Ángeles. La arquitectura del sitio era moderna al estilo Ronald; tenía cuatro pisos pintados de color salmón pálido y rejas altas de color blanco cercándolo alrededor. En el patio trasero, había una piscina con el agua tan clara que la baldosa azul del suelo podía verse perfectamente. Y en los alrededores del patio también había muchas plantas y flores coloridas. Dicho de otro modo, Jason podía catalogarlo como un mini hotel. Cómodo, solitario y esplendido. Ronald se había encargado de que fuera así. Y de que todos los actores de elenco tuvieran lugar en él. El hotel había fracasado como alojamiento. Y después de que Jason se embriagara y se encerrara con Marie en la habitación mucho menos podían seguir allí. No tardarían nada los reporteros en llegar ansiosos de nuevos chismes y crear controversia. Los chismes eran el majar de las revistas. Pero era lo de menos. Y él lo sabía. Se había instalado en el último piso y de allí no había salido desde que había llegado por la mañana, acompañado de Ronald. Él lo había hecho levantar con resaca del cuarto del hotel y no le había preguntado a donde iban. Pero ahora sentado en el borde de la cama, ya con los pies sobre la tierra, solo pensaba en lo que había hecho o por poco hace. Si Marie no lo hubiera detenido en ese momento…. Si ella no lo hubiera hecho entrar en razón, seguramente ahora estuviera muy arrepentido.
Y estaba ella. Jane…
¿Cómo se atrevía a llamarle? ¿Cómo se atrevía a dejarle ese estúpido mensaje? Después de todo lo que había hecho ¿Hablar? ¿Quería hablar?
Joder, hablar era lo que menos quería hacer. No quería verla nunca más si era posible, aunque sabía que no lo era. Se paró de la cama con fastidio y se metió las manos en los bolsillos de la sudadera negra que llevaba puesta. Si Ronald no le hubiera dicho que Jane le había pedido su número de teléfono, posiblemente le habría contestado cuando llamó la primera vez. Y hubiera tenido que escucharla. Su voz. Su envenenada voz. Matándole.
¿Cómo podía una mujer con esa cara tan inofensiva ser tan fatal para su tranquilidad? ¿Cómo podía seguir sintiéndose así por ella aun cuando estaba tan dolido? Jamás había creído que un hombre podía ser tan idiota. Pero sí que lo podía ser. Él era el vivo ejemplo.
Teniendo ese último pensamiento en su cabeza, la puerta de su habitación se abrió y Ronald apareció tras ella. El ojo oscuro llevaba puesto unos jeans azules y un suéter color blanco desarreglado. Poco usual en él. Por su expresión de frescura fingida y esa sonrisa de medio lado falsa, Jason pudo adivinar que seguramente él estaba molesto por la idiotez que había hecho en el hotel y no podía culparlo. Él también estaría molesto con él mismo. Ronald se detuvo frente a él con aquella expresión de seriedad en su rostro, sin decirle nada, por varios minutos que casi lo volvieron loco.
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Amor por Accidente [TERMINADA]
RomansaJane una chica solitaria que todo lo que tiene es la casa que sus padres le dejaron, se gana un viaje hacia el extranjero donde se topa con una super estrella Alemana que termina siendo su mayor dolor de cabeza.