-¿No pensaste que toda la vida me quedaría sola, verdad?
Las palabras de Jane atravesaron su piel poro a poro, como si hubiera recibido varios disparos invisibles, lo dejó desarmado ¿Alan? ¿Desde cuándo ellos...? – Se preguntó en su fuero interno - ¿Cómo es que ella... y él? Mierda. Tragó gordo y arrugo la frente. Jane seguía imponentemente seria frente a él.
Se había dado cuenta de que estaba muy callado y de que Tenía que decir algo si no quería dejarle ver a ella lo mucho que le había afectado esa revelación. Pero de su boca no salía ninguna palabra y aunque pensó en decir algo, no encontraba las palabras exactas para hablar, lo que lo hacía sentir como un verdadero idiota.
Por su mente solo pasaban pensamientos estúpidos acerca de lo que Alan y Jane podrían hacer juntos. De esas caricias que él no dudaría en hacerle ¡Mierda, Mierda, Mierda!
Definitivamente, no encontró palabras para hablar y el silencio fue lo que se adueñó del lugar después de aquella simple pregunta.
Jane se tragó un suspiro mientras lo veía fijamente. Sentía unas ganas enormes de tener poderes mágicos y desaparecer, de tener un botón de "Borrar" en su cabeza y oprimirlo para esparcir todos esos malditos recuerdos de su interior. Todo, pero no lo tenía.
Lo único que tenía claro era la situación.
Alice estaba con él y ella estaba sola. Sola. Jason siempre había querido a Alice y entendía muy bien que por más que lo pensara o por más cosas que sucedieran entre ellos dos él nunca la olvidaría, porque la rubia había sido su primer y al parecer, aquella frase de "el primer amor nunca se olvida" en algunos casos, era real.
Para su mala suerte, Jason se había convertido en su primer amor también y ahora todo lo que pensaba era si algún día podría superarlo. Si realmente sacaría de sí misma el recuerdo de esa extraña relación. De una relación sin fundamento basada en una mentira. En un amor falso.
Al sostenerle la mirada a aquellos penetrantes ojos miel, lo supo.
No lo borraría de su corazón, solo lo cambiaría de lugar ya que el lugar que en ese momento estaba ocupando le hacía daño y le causaba dolor.
Dolor, parecido al mismo que el corazón de Jason sentía al estar observándola sin espabilar. Apretó el puño molesto consigo mismo por no saber cómo mierda actuar en ese instante e ideó unas 10 formas de preguntarle sobre Alan sin parecer muy interesado.
Pero, siguió sin decir nada.
Jane bajo la mirada. Dejó escapar el suspiro que antes se había tragado y luego alzó los ojos. Le sonrió con indiferencia. Como si de verdad no le doliera.
Como una verdadera artista.
– Después de todo – Le dijo ella con dureza en su voz - esto no es más que un contrato matrimonial ¿Verdad? No es nada para ti, por supuesto que tampoco es nada para mí – Le apartó la mirada lo más rápido que pudo después de escupir esas palabras.
-¿Estas con él, realmente, Jane? – La pregunta de Jason fue un murmuro, una leve tonada echada al aire.
-Así es.
-Lo sabía – Replicó él, arrugando la frente. Mostrándose un poco contrariado - Sabía que él te gustaba, si no, ¿Por qué más lo buscarías precisamente a él aquel día después de pelear conmigo? ¿Por qué más si no es porque sientes algo por él? ¿Por eso le aceptaste las flores, o me equivoco?
-¿Flores?
-Las que vi en mesa de la sala. Él fue quien te las dio. ¿Me lo vas a negar?
Jane tardó un poco en comprender el comentario que Jason había hecho, luego lo recordó, ese día mientras colocaba las flores en la sala, Jason la vio. Era completamente un idiota. Un idiota que no se daba cuenta o se hacía el que no se daba cuenta de que ella a quien quería realmente era a él. Una mierda. ¿Acaso podía pensar eso cuando hacía menos de tres días habían pasado la noche juntos?
-¿Y qué problema tiene? - Reprochó, Jason la atravesó con la mirada - ¿Alguna vez tú pensaste en darme flores?
Silencio.... Tal y como ella lo imaginaba.
-Entonces no tienes derecho a hablarme de ese modo – prosiguió - ya que está muy claro como son las cosas aquí, y si, le acepte las flores a Alan porque me gusta, pero eso es poco comparado a lo que hiciste tu ¿No? Yo no me fui acostar con él después de haber estado contigo.
-¿Qué dijiste? – Jane se mordió el labio -
-Creo que no vale la pena – contestó – y escucha, Está en el contrato que no invadir nuestra privacidad, no hacernos preguntas sobre el otro y no inmiscuirnos en lo que el otro haga o deje de hacer, entonces... – Jason se quedó estático escuchándola hablar ¿Qué no se había acostado con Alan? ¿Tanto le interesaba él para que le hablara así? Odiaba admitirlo pero ella llevaba la razón, y esas estúpidas condiciones, habían sido expuestas por él - Tú puedes verte las veces que quieras con Alice que yo veré las veces que se me antoje a Alan, después de todo, esta mentira se acabara en tres meses.
Jane se aferró a la poca energía que aún residía en su cuerpo y la usó para alejarse a paso firme, lo más pronto que pudiera, de Jason. Pasó por su lado casi chocándole el hombro y se dirigió a la primera planta del hospital "emergencias". Más paredes blancas se abrían camino frente a ella mientras lo dejaba a él detrás y más fuerte se hacía en su interior ese dolor en el pecho al que ya empezaba a acostumbrarse. Cuando se creyó lo suficientemente apartada de su presencia las dejó escapar, aquellas grietas que solo ella podía ver, tenía su corazón se abrieron todas al mismo tiempo y las lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas, humedeciéndolas.
-Está es la última vez también – se dijo a sí misma maldiciéndose por dentro el no poderse controlar – Esta es la última vez que lloro por ti.
Alcanzó la puerta de la salida del hospital para evitar un encuentro desprevenido con Jeremy y ella estando en ese estado y aprovechó para salir un rato.
Apenas cruzó las puertas que se abrían por sensores de movimiento, sintió un viento fuerte y helado azotarle el cuerpo y darle en la cara. No había duda de que la noche estaba fría, tanto que parecía que el invierno ya había llegado en todo su esplendor cuando aún faltaban unas semanas para entrar a esa estación del año. Jane odiaba el frio, pero no sabía si se podría mantener fuerte estando tan cerca de Jason así que prefería caminar un rato y aguantarse la baja temperatura a estar cerca y dejarse ver dolida.
Esto último, su orgullo simplemente no se lo permitiría.
Se adentró un poco a la acera de la carretera mientras las luces de los pocos autos que estaban en marcha a esas alturas de la noche le pegaban en la piel y en ocasiones en el rostro marcando unas sombras amarillas sobre ella.
Antes de dar otro paso se limpió los ojos con las manos, esperaba que no tener marcas rojas alrededor de estos, esperaba no verse como una chica que había llorado. Miró hacia el cielo tomando aire. Esa noche estaba teñido de un azul oscuro con parches grisáceo. Eso era mala señal.
Debió haberse puesto una chamarra o al menos prestar más atención cuando, por el televisor que estaba en la sala de espera del hospital, escuchó de aquel muchacho con una apariencia absurdamente joven y una voz bastante madura, sobre amenazas de lluvia. ¿Por qué iba hacerle caso? Los anunciadores del tiempo siempre se equivocaban ¿Cómo es que Justo ahora tenían que dar con la predicción? No refunfuñó. Después de todo, no es que estuviera muy feliz de su suerte.
Cruzó la carretera tan solo 8 minutos después y entro a un Starbucks que abría las 24 horas. El viento estaba más fuerte, pero aún no llovía.
Lo primero que hizo fue pedir un chocolate caliente y luego se dedicó a observar hacía la calle por la ventana de vidrío que estaba cerca de su mesa.
No pasaba mucha gente por allí a esa hora, y las calles, al igual que el Starbucks, estaban vacías.
¡La soledad era terrible! – pensó. En ese momento una chica morena con cabello ondulado le llevo el chocolate que había pedido antes. Jane le sonrió a la chica con amabilidad y agarró con las dos manos el pocillo cálido a causa del contenido que llevaba dentro.
Caliente.
Frunció los labios y olfateo el dulce aroma que brotaba de él.
No entendía porque su vida no podía ser como la de ese chocolate caliente. Todo el mundo buscaba por uno cuando necesitaba calidez y generalmente la calidez es símbolo de compañía. Seguro ser un chocolate o una silla, o un auto o cualquier objeto material era mejor.
Y había dicho una mentira también. Lo que ahora que lo pensaba más a fondo, no era nada bueno ¡¿Qué rayos había pasado por su cabeza para decir semejante cosa? ¿Cómo iba a arreglarlo ahora? No debió haber metido a Alan en eso. Tomó un poco de chocolate cómoda de sentir aquel alivio cálido bajar por su estómago. Intentaba pensar en que era lo mejor que podía hacer, en algo para componer las cosas pero nada pasaba por su cabeza. Todo lo que reproducía su mente eran aquellas palabras de una voz suave y molesta diciéndole:
"Él me ha dicho que quiere estar conmigo, He ganado la apuesta Jane, Jason me quiere"
Sonrió para sí misma falsamente ¿No era todo un enredo idiota? Si Alice se había quedado con él y ella estaba sola entonces ¿No era mejor volver aquella mentira que había dicho una realidad?
Sacó el celular del bolsillo con el corazón en un hilo. Sabía que pasaría si hacía lo que había pasado por su cabeza ¿Estaba preparada para eso? Miró el celular por un momento más, entonces lo hizo.
Su nombre era el tercero en la lista de contactos de su móvil.
"Hola ¿Cómo estás? ¿Podríamos vernos mañana?
Jane no fue capaz de llamarlo. Sabía qué si lo hacía él notaría en su voz que algo no estaba bien. Y claro, no se iba a equivocar, Prefería evitar eso. Alan respondió el mensaje 3 minutos después algo extrañado, ya que, en ese instante, cuando estaba tirado en su cama intentado caer dormido, no esperaba recibir un mensaje de ella.
"Seguro ¿Ha pasado algo?"
Jane tomó un respiro y escribió:
"No, Nada, es solo que... Quiero hablar contigo ¿Recuerdas la propuesta que me hiciste hace unos días? Creo que ya he tomado una decisión"
***
Jane regresó al hospital una hora más tarde. Después de otros tres chocolates.
Al llegar a la puerta del segundo piso del hospital Jason estaba reclinado en el mismo sillón azul pálido en el que ella había estado sentada antes observando su celular.
Así había pasado desde que ella abandonó la sala. Sus dedos dudaron entre llamarla o no, y ganó la negativa. Su orgullo.
Ahora que sabía que Jane estaba con Alan una desesperación que no podía controlar se había apoderado de su cuerpo. Como si sus capacidades motrices dependieran de ella ¿A dónde había ido que tardaba tanto? Seguramente había ido a verse con él. Seguramente siempre que peleaba con él lo iba a buscar.
Fingió no verla mientras ella se le acercaba. A veces deseaba tanto saber que era lo que ella pensaba. A veces deseaba ser más emoción y menos cabeza. En esa circunstancia ¿Funcionaria la relación que había decidido mantener con Alice?
Jane se acercó hacía donde él se encontraba sin hacer ruido y se sentó a su lado en el cojín azul, Callada. Sufriendo, sintiendo un terrible muro de hielo entre ellos dos cuando la distancia que los separaba era de unos centímetros nada más.
-Ha mejorado - Lo escuchó decir – La abuela ha salido del estado de coma, aún debe estar interna en una habitación pero el peligro de muerte ha disminuido a un 30% – Jane sintió un alivio en su interior al oírlo y quiso sonreír pero se contuvo. Una especie de presión bajó de su cuerpo dejándola tan liviana como una hoja, tan tranquila como una mañana en medio del bosque – Al final tuviste razón, todo resultó bien.
-¿Ya lo sabe Pattie? – Le preguntó con indiferencia. Una indiferencia que significaba en ese momento una lucha entre las ganas de mirarlo para compartir el alivio de la buena noticia y los crueles pensamientos que asaltaban su cabeza. Él ya tenía con quien compartir la buena noticia.
Jason bajó la mirada y entre cruzó sus dedos apoyándose en las piernas. Odiaba esa puta indiferencia. Solo le gustaba cuando él la usaba, detestaba que fuera usada en él. y ella ¿Quería que perdiera más el control?
-Está en camino - le respondió manteniendo la calma – me ha pedido hablar contigo, pero no estabas. ¿A dónde fuiste?
-¿Acaso importa? ¿Le puedes decir cuando llegue que me fui a casa?
-¿No la esperaras? – Jason volteó a verla y se enderezó en la silla.
-La abuela está bien y tú estás aquí, No es necesario que me quede.
-Jane, ella querrá verte.
-No me quedare Jason.
La castaña se levantó de la silla y Jason hizo lo mismo, sosteniéndola por un brazo antes de que pudiera caminar.
-Esto es estúpido – Le dijo, Jane abrió los ojos al mirarlo y luego sin disimulo miró la mano de Jason sosteniendo su brazo ¿Sería posible que él aún no se diera cuenta de que el único motivo por el cual quería permanecer lejos de él era porque le hacía daño tenerlo cerca? ¿Tendría que decírselo directamente para que entendiera? – Prometes quedarte y cuando ya todo está bien te vas, ¿Te vas por mí?
-¿Te crees el centro del mundo? – Jane se soltó del brazo con un movimiento brusco, entonces lo pensó mejor – Tienes razón – rectificó - es por ti, porque no soporto tenerte cerca, porque me molestas, porque me causas fastidio, porque eres la peor basura del mundo. Ahora si me permites, me tengo que ir.
-¿Basura?
Lo dejó con la pregunta en el aire y emprendió camino hacia la puerta.
-¿No piensas responder? – Gritó él.
Se encontró a si mismo sorprendido al darse cuenta de que la silueta de Jane se perdía en la salida por segunda vez sin tener una respuesta de ella.
***
Jane soltó un grito agudo y se tiró en el sillón con los brazos abiertos...
Mierda, mierda, mierda
Miró su celular una vez más y vio otra de las tantas llamadas perdidas de Jason ¿Por qué seguía llamándola? Es posible que fuera por Pattie, y eso ella lo entendía, pero... ¿Por qué simplemente no paraba? Él sabía cómo eran las cosas. Aunque pasara lo que pasara tenía que ser realista y admitirlo, el divorcio entre ellos estaba cada vez más cercano y era inevitable, ya debía ir acostumbrando a su familia a esa idea, y ella debía ir alejándose de ese afecto que sentía por la madre, el padre y la abuela de Jason.
Eso era lo que más odiaba. La idea de estar sola.
¿Sola?
Ahora que lo pensaba, también estaba Alan... Se levantó del sillón con la cabeza echa bola.
Esa noche tendría que dormir, o eso trataría de hacer ya que al día siguiente cuando se viera con el pelinegro, toda su vida cambiaría de nuevo y en su pensamiento optimista esperaba que todo fuera para bien y claro, que esta fuera la decisión correcta a seguir. Sería Alan en lugar de Jason.
¿No podría salir mal, verdad?
En él peor de los casos saldría locamente enamorada de él y eso era mejor que sentir ese maldito vacío en su pecho y la desesperación a flor de piel.
Eso era mejor.
La castaña se echó las sabanas encima y soltó un sollozo. Luego se quedó dormida.
Se despertó al día siguiente por un ruido que suponía Jason estaba haciendo en la primera planta. No tenía la más mínima idea de a qué horas había vuelto, pero sabía que era él porque bueno, solo ellos dos habitaban la casa. Miró su reloj. Nueve y media de la mañana. ¡Era tardísimo! Saltó de la cama y estiró los brazos. Por la luz que se metía en sus ventanas notó que el día estaba nublado. Otra vez. Lo que faltaba ¿No? Ahora no tenía duda de que el invierno se había adelantado en esta ocasión. La vibración de su celular debajo de la almohada la distrajo de la importancia que le estaba dando al clima y la llevó a cogerlo.
"Un mensaje Nuevo"
"¿En el café de siempre hoy a las 11:30 am? Te espero"
Era Alan.
La castaña dejó el celular en la cama otra vez mordiéndose el labio por la ansiedad. La inquietud.
¿10:30? Suspiró profundo y cerró sus ojos.
¿Qué tan segura estaba de hacerlo?
¿Qué sentía por el chico de los ojos negros?
Lo pensó por un momento ¿Le gustaba? Le gustaba compartir tiempo con él. ¿Le gustaba como otra cosa? Se sentó en la cama decidida a no pensar en eso y arreglarse rápido.
Seguramente el agua terminaría de aclararle todo lo que aún era un lio.
El agua esa mañana estaba tan fría como la nieve, lejos de esclarecerla le congeló las neuronas ¡El agua estaba helada! Su piel se erizo al primer contacto. Su cuerpo sintió la necesidad de salir lo más pronto posible del baño. El sistema de calefacción estaba descompuesto.
¡Estúpida calefacción! ¡El frio la estaba matando!
Regresó al cuarto tiritando. Como el día pintaba como todo, menos como uno soleado, buscó entre su ropa un Jean negro y una blusa blanca manga larga semi - ajustada, que acompañó con un abrigo negro también.
Jane odiaba el frio, bueno no, no lo odiaba, porque odiaba mucho más el calor. Odiaba el frio excesivo. Ese mismo que sentía ese día conociendo que tenía que aguantárselo y que con suerte se le pasaría pronto. Refunfuño mirándose al espejo y se hizo una coleta normal en su cabello castaño.
<Ese día sería diferente> Con eso en su cabeza bajó a la sala.
Lo primero que vio cuando lo hizo, fue a Jason con un plato de comida viendo televisión sobre el sillón. Adivinó que el ruido que la había despertado era el de él preparándose la comida. Jason volteó a verla de inmediato, pero ella le apartó la mirada al instante.
Había un punto positivo en todo: Ese día no le había preparado el desayuno ¡Ja! Ya allí iba ganado.
Obviamente él no pudo quedarse tranquilo al verla tan arreglada. Tan hermosa. Pensó incluso que estaba más hermosa que ayer y que antes de ayer. Su mente divagaba demasiado en cosas simples y su cabeza lo torturaba con la idea de que muy seguramente iba a verse con él. ¿¡Porqué carajos tenía que andar pensando eso!? Apretó el puño desechando esta última idea y tuvo que poner mucho de su parte para no parecer interesado, ya que, hacerse el indiferente no le había funcionado mucho esos días.
-Así que... - Le dijo dejando los platos a sobre la mesita pequeña que hacía juego con el sofá - - ¿Vas a salir?
-No importa. – Jane apretó la manija del bolso de mano negro. Sentía la penetrante mirada de Jason sobre ella y no era nada agradable. Mierda ¿Qué le pasaba?
-Te he llamado mucho anoche – Continuó - ¿Por qué no atendiste?
-¿Era obligatorio? – él se levantó del sillón con una mirada llena de confianza. Estaba usando una sudadera negra con un suéter blanco que dejaba al descubierto los músculos de sus brazos. Se veía tan... Jane apartó esos pensamientos de su cabeza. No iba a pensar en la palabra "Sexy"
-¿Te encanta hacerte la que no te importa, verdad? – Aludió y de repente, sus pasos estaban en su dirección. Se le estaba acercando y lo hacía directamente - Y Ni siquiera me respondiste porque es que soy una basura.
-¿Cómo está la abuela? – La castaña colocó una distancia entre los dos al fijarse en que esta se estaba haciendo cada vez más pequeña. Decidió irse hasta la cocina con una actitud normal, nada que indicara su repentina inquietud respecto a la apariencia y comportamiento de Jason. Colocó su bolso sobre el mesón de la cocina y luego fue hasta la nevera por un poco de zumo de naranja. Jason la siguió de cerca, y se quedó de pie del otro lado del mesón. Solo eso los separaba, un mesón.
-Y por lo que veo también eres buena en cambiar los temas de conversación ¿No? - ella volteó a verlo mientras alcanzaba un vaso de la alacena. Su mirada fue directa. ¿A él qué le importaba? ¿No entendía el "No quiero hablar contigo"?
-Lo único que me interesa de ti, es tu familia ¿Está bien o no? – Jason torció el gesto.
-Entiendo. Si, ella esta mejor.
Jane lleno un vaso con el zumo agridulce de las naranjas, robadas del vecino, y se lo tomó de un solo trago, luego lo miró a él.
-Me alegro por ella, ya me voy. – le dijo
-¿A verte con él?
-Si fuera así ¿Qué?
-Nada – Jason cambió la expresión de su rostro, dejando aquella confianza escondida detrás de una falsa sonrisa. Ocultó en ella toda esa rabia contenida que lo azotaba por dentro, esa misma rabia que hacía que sintiera una especie de fuego intenso en cada poro de su piel y lo quemaba – Quería decirte que me agrada que estén juntos. Hacen una "Linda" Pareja – Casi escupió las palabras.
Jane alzó una ceja. De mentiras, rio también.
-Supongo entonces que cada quien en lo suyo ¿No?
Él asintió.
-Así es.
-¡Perfecto! – Dijo ella.
-¡Bien! – Dijo él a su vez.
La castaña agarró su bolso y marcando cada uno de sus pasos salió de la casa. Molesta.
Ahora ya no sabía porque sentirse tan enfadada, si porque a Jason no parecía importarle nada de lo que ella hiciera o por el contrario, estar actuando de una manera tan estúpida debido a él.
Seguramente por las dos cosas – se dijo.
Igual que él. Quien una vez ella cruzó la puerta y la cerró de un portón que retumbó en toda la casa, arrojo el control remoto del televisor contra el suelo y lo rompió.
Estaba tan molesto que no podía controlarse.
Se tiró en el suelo colocandose las manos en la cabeza, desesperado.
¿Cómo controlarse así mismo? Respiró profundo y ladeo su cabeza de medio lado.
Las imágenes de Jane dándole el beso en el hospital, sus palabras y su rostro pasaron por su cabeza lo que lo hizo pensar en que debía estar cayendo en demencia.
¿Caía o no?
Cerró sus ojos por un momento que se hizo largo. Tenía ese asunto exprimiéndole el cerebro. Estaba tomando mucho en cuenta a la castaña.
Abrió los ojos con una respuesta satisfactoria para él. Ya tenía su explicación lógica. Era por su orgullo.
No le importaba ella, lo único que le importaba era su orgullo. Y no le gustaba sentir que ella con su actitud de "Soy Jane tan indiferente Schmied" lo dejaba por el suelo. Si, no importaba, él solo quería proteger su orgullo.
Se levantó del sillón más calmado y buscó dentro de uno de los cajones de la gran repisa de la sala un control remoto de repuesto.
Estaba a punto de ponerle baterías cuando su móvil sonó.
Era Alice.
Mierda.
Alice, no la había llamado después de encontrar a Jane con su teléfono ¿Cómo fue que lo olvido?
Presionó el botón verde de contestar y escuchó un silencio del otro lado de la Línea.
-¿Jason?... – Escuchó después. Sin duda ella parecía algo contrariada.
-Alice...
-No me llamaste ayer – Dijo - y tampoco me dijiste nada de tu abuela, estaba preocupada. ¿Cómo está?
-Ha mejorado – Jason caminó de la sala al sillón y volvió a sentarse en el - Ayer estuve muy ocupado con ese problema y no me quedó tiempo para hablarte. Lo siento.
-¿Ocupado con Jane? – él pudo notar en el tono de la rubia cierta apatía. Justo ese día, él no quería hablar de ella ¿Por qué? ¿Por qué tenía que mencionársela? – Ella estaba contigo ¿No te dijo que te llame?
-Lo hizo – le dijo, recordando que ella le había dicho algo a Jane que termino por arruinar la poca paz que habían conseguido crear después de tanta tensión. Y No era que eso le interesara - lo que me recuerda, Alice ¿Por qué le dijiste que estábamos saliendo?
-¿Por qué no?
- Era mi responsabilidad decirle, no la tuya.
-¿No daba igual? De todas maneras tendrías que decirle ¿No?
-El asunto no es ese – dijo él - Nos guste o no, ella es mi esposa ahora y que lo hayas hecho no me agrado nada, no quiero que te lo tomes a mal, pero de ahora en adelante por favor en cuanto sea en relación de Jane y yo, te pediré que no hagas nada, No te metas ¿Okey?
Alice se quedó muda, intentado sin éxito, entender que era lo que Jason le estaba diciendo.
-¿La estas defendiendo?
-No, pero necesitas entender ¿De acuerdo?
-Parece que la defiendes, no tengo nada que entender Jason.
-Olvídalo.
-¿Qué lo olvide? – Alice agudizo su voz con el corazón latiéndole a velozmente – ¿Sabes lo difícil que es para mí esto? Tengo miedo, miedo de perderte por mi culpa. Por no haber abierto mis ojos antes. Solo... es eso.
-Alice...
-Siento mucha presión, yo...
-Vamos... - Le interrumpió con un suave tono de voz – A Olvídarlo ¿Si? Dejemos el tema, solo... hablemos de otra cosa. ¿Quieres?
-Vale.
***
Jane entró al café exactamente a las 11:30 de la mañana. El día seguía nublado y posiblemente llovería. Lo que no soportaba era que estuviera tan frio. Sus manos estaban blancas y heladas, por más que las frotaba no conseguía ponerlas calientes, incluso estando dentro del café sentía, aunque con una intensidad más baja, la temperatura.
Buscó con la mirada dentro del lugar a Alan. Se suponía que ya debería estar allí. No lo vio.
Avanzó unos pasos dentro del sitio, que con el pasar de los minutos se iba haciendo más cálido, pero fue en vano su búsqueda, no lo encontró. Imaginó que no había llegado aún hasta que un "Buenos días" bajito, dicho en su oído, la sorprendió.
Esa voz la conocía ¿Cómo no? Era él.
-¿Te hice esperar mucho? – le preguntó con una sonrisa. Jane giró sobre su eje quedando de frente hacía él con tan solo unos centímetros de distancia separando sus cuerpos, su piel. La castaña no pudo esconder de su rostro la capa de rubor que le había invadido las mejillas, tampoco el hecho de que esa repentina cercanía predispuesta entre ambos la había puesto nerviosa.
Le Sonrió y dio un paso atrás retomando su confianza. Alan olía tan bien ese día.
-Acabo de llegar también – le respondió - me has asustado.
-Esa era la idea, te vi llegar desde mi edificio ¿Recuerdas que es el que está frente a este café? Y me dije ¿Por qué no?
-Tan chistosito "jefe"
-Hoy soy Alan para ti.
-Y yo, simplemente Jane.
-Ven por aquí – Alan la guió sosteniéndole la mano y la llevó a la mesa en donde habían "mirado personas" por primera vez. Aunque para nada el ambiente se sentía extraño o distinto ese día, para ella era diferente. La razón era posiblemente la idea que llevaba en su cabeza. La seguridad que sentía respecto a lo que le diría ¿Por qué sentía tantos nervios? Jane se sentó en una silla situada en frente de la que él había tomado. Al hacerlo entrecruzó sus dedos apartando con disimulo la mirada de él.
– Ayer, sobre el mensaje... - lo escuchó decir - ¿Qué exactamente quisiste decirme?
Y ahí estaba la incógnita. Ahí estaba el momento, todo rápido y sin preámbulos. Tal y como siempre había sido él. Directo. Se puso tensa de inmediato y se mordió el labio como respuesta a su actitud.
-Una respuesta – Dijo él de nuevo - Eso dijiste ¿Es acaso sobre...
- Tu y yo... - Le interrumpió abruptamente. El pelinegro abrió los ojos al instante y se quedó callado, detallando, por supuesto, cada expresión en el rostro de Jane. Ella no estaba bromeando - Quiero hablar de los dos, sobre esa propuesta que me hiciste y en ese entonces no respondí.
El silencio de Alan le hizo saber a Jane que él estaba tan sorprendido de escuchar sus palabras, como ella misma de haberlas dicho. Pero ya no se iba a echar para atrás, ahora, estaba segura de que eso quería. De que era lo mejor para ella. Apretó sus puños y tragó gordo. Ahora además, se sentía avergonzada.
-¿Entonces... quieres decir con eso que me aceptas? – Jane relajó su puño - ¿Quieres estar conmigo?
-Si tú aun lo quieres, yo estaré dispuesta a intentarlo. – el pelinegro sonrió sintiendo un aire de tranquilidad en el pecho, un aire parecido mucho a la alegría. Conocía esa sensación, al final había valido la pena esperar por ella.
-¿Y Jason? - preguntó.
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Amor por Accidente [TERMINADA]
RomanceJane una chica solitaria que todo lo que tiene es la casa que sus padres le dejaron, se gana un viaje hacia el extranjero donde se topa con una super estrella Alemana que termina siendo su mayor dolor de cabeza.