Realidad, Fantasía, Solo realidad...

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 "Lo que es un sueño, es un sueño, lo que es real, es real pero ¿Qué pasa cuando todo se queda en la mitad de un sueño y una realidad? ¿Qué pasa cuando no lo sabes? ¿Qué pasa... ahora?"


Las luces del alba, que se espacian por el cielo amplio y oscuro, llegaban rápidamente a este, tiñéndolo de un color morado azuloso y algunos tonos amarillo pálido. La mañana llegaba rápido. Y estos primeros rayos de luz, inevitablemente puros y cálidos, se introdujeron a la pequeña casa del lago por la misma hendija de la ventana en donde la noche anterior se habían introducido los de la luna. El sol, el día. Sus parpados parecían ser de hierro por lo pesado que los sentía y ese brillo débil que amenazaba con golpear sus ojos la molestaba de sobremanera, pero no tanto como el dolor débil que sentía en sus muslos, en sus piernas y en su cuello al moverse quedadamente sobre el sillón.
La realidad la sabía. Esos dolores eran debido a lo que había estado haciendo con Jason anoche, Si no ¿Por qué más? ¿Por qué más, que por primera vez sin miedo se le hubiera entregado? Lo quería, era una realidad palpable, una mágica realidad porque él parecía quererla también.
Estiró su brazo al aire, aún no podía creérselo, Aún sentía su cálido respiro sobre el cabello y lo dulce de sus labios en su cuerpo. Se lo había permitido y sus palabras aún retumbaban en sus oídos tan suaves y claras como el cantar de un pájaro en el bosque

"Entonces ambos debemos estar asustados Jane, Creo que me siento igual que tú"

Con este dulce recuerdo abrió los ojos. En medio de la oscuridad, en la noche y por la tormenta, no se había parado a fijarse en lo peculiar que era la casa. Todo estaba muy bien dividido en espacio y proporciones. Podía verse acostada en el sillón la sala y la cocina, y también la puerta de lo que debía ser el cuarto. Se levantó del sillón entonces, cubriéndose el cuerpo desnudo con las sabanas y ladeó la cabeza de izquierda a derecha en la sala.
Un frío le recorrió el cuerpo y trató de entenderlo por un momento.
El espacio del sillón a su lado se encontraba vacío y ella estaba sola.
Jason ¿Se había ido?

Pensarlo logró desubicarla unos minutos ¿Dónde estaba él? Se puso de pie con la sabana encima y camino hacía la puerta cerrada que ella había supuesto era la habitación. La abrió esperando que él estuviera allí, pero no estaba, tampoco estaba en el baño o fuera.
Conclusión: él no estaba en la casa.
Sentirse confundida no era algo que le extrañara, puesto que ¿De qué otra manera se iba a sentir? Volvió a sentarse en el sillón y un escalofrió le recorrió el cuerpo. Ahora que ya había amanecido veía las cosas como eran, pero ¿Cómo eran?
Buscó su ropa en el piso, asustada de que era lo que iba a pasar ahora, cuando, aún lado del sofá, en una pequeña mesita, se encontró con un papel.


"Tuve que irme primero porque algo se me presentó. Ronald se encargará de llevarte a casa, no te preocupes, supongo que debemos hablar por la noche cuando nos veamos en casa, entonces espérame allí, Llegaré temprano"


No podía creérselo.

¿De dónde carajos había sacado papel y lápiz para dejarle esa nota? Se afanó a recoger el vestido del suelo, sintiéndose entre el limbo de la estupidez y la humillación, y sin importarle lo que dijera el estúpido recado, se vistió. Si tenía orgullo, no esperaría a que su amigo llegara por ella, estaría mucho mejor si se iba sola.

No debió haberle dicho que lo quería.

¿No pudo despertarla y llevarla a casa? ¿No pudo simplemente... no dejarla allí?

Seguramente eso habría sido más fácil que escribir.


Llevó los tacones en las manos para no maltratarse los pies, después de todo, no es que fuera tan tonta como para caminar ese tramo montada en 10 centímetros de altura. Tenía sentido común ¿No?
A pesar de haber recorrido aquel trecho en plena noche, se encontró fuera del camino de árboles y plantas más rápido de lo que esperó. Debía admitir que era buena con las direcciones.
Sintió un alivio al darse cuenta de que al observar la casa hermosa de tres pisos, no había nadie por allí. Era preciso que Ronald, el chico de ojos negros, ni siquiera estuviera pensando en ir por ella, así que buscó su celular y llamó a un taxi.

No pasaron más de 5 minutos para que estuviera el taxi frente a la entrada de Lake's house. Pero claro, no frente a la casa de tres pisos, Jane se había decidido a caminar hasta la propia entrada, hasta las rejas grandes con aquellas palabras y allí esperar el taxi.

Jason... Jason...


Quizás, pensar en ese momento para ella no era una buena idea. Sentir tan vivido el recuerdo de la noche la hacía sentir insegura. Y pensar en él mucho más. Estaba segura de haber oído sus palabras, él había dicho que se sentía igual, pero... ¿Por qué entonces la ponía nerviosa la idea de lo que pudiera pasar? ¿y si Jason simplemente no sentía más? ¿Si había imaginado todo y había confundido las cosas? Inspiró profundo intentado dejar atrás el cálido aliento de Jason rosándole la nuca y de sus labios sabor a miel, tan dulces y embriagadores.

-¿Aquí señorita? – preguntó el taxista. Jane miró por la ventana del carro con los ojos a medio abrir, El camino se le había hecho cortísimo.

-¿Cuánto le debo? – el conductor, una señor de cabello blanco y sonrisa fraternal, le sonrió. No sabía porque, pero, la sonrisa de ese hombre, le recordaba a su padre.

-No te preocupes – Le dijo – Siento que tu vida realmente esta complicada hoy.

-¿Se nota mucho? – dijo más que sorprendida. Perfecto ¿Eso era lo que le faltaba, no?

-Soy de orígenes gitanos, Mujer - Aludió el señor de pelo blanco - No hace falta que se te note, puedo sentir tu aura.

-¿Mi... aura? – Jane ya había escuchado algo sobre eso en un programa de televisión llamado "Creencias" La mujer describía al aura como la fuerte energética que toda persona posee desde el nacimiento, hasta el día de su muerte, y no es que ella fuera la más creyentes en las supersticiones, pero... este hombre la había dejado dudosa.

-Tu Energía. - continuó él - La tuya, tú aura suele ser de un color rosado, muy agradable, pero hoy se nota roja, encendida, fuera de control, quizás algo te haya pasado, o quizás algo te pasará, no lo sé, las adivinaciones se las dejó a mi esposa, yo solo quiero hacer mi buena acción del día. – Jane quiso decir algo, pero él la interrumpió – Que tengas un bonito día.

Lo siguiente que hizo la castaña fue bajar del taxi confundida y con lo que quedaba de su pobre mente, hecha añicos ¿Aura rosada? ¿Aura roja? Realmente el señor de aspecto agradable debía estar bromeando.
Pero no se equivocaba en cuanto a lo difícil que sentía su vida ese día. Escalofriante.

Lo único que tenía que hacer era no pensar y todo estaría bien. No pensar.
No pensar sonaba genial.


Cuando abrió la puerta de la entrada, notó que la casa estaba limpia.
Vaya... Se sorprendía de que Jason no hubiera tocado nada. ¿Habría pasado por allí antes de irse? Es decir, para salir, tuvo que haberse cambiado la ropa puesto que la otra ya estaba bastante sucia ¿o no? ¿Qué seria eso que se le había presentado y tuvo que irse? No era sino hasta ese momento que se lo preguntaba.
Al igual que la pregunta, volvió a escuchar en su mente su voz suave, su voz cálida, su voz... distinta. También volvía a pensar, lo que le complicaba lo que se había decidido hacer antes de entrar.

Pero bueno, quizás no pensar era mucho después de lo que había pasado.

Subió a la habitación dando tumbos por las escaleras y se detuvo en frente del espejo grande a un lado de su cama. Mirándose el rostro, ahora se veía como una mujer. Sus ojos estaban más cafés que siempre y su cuerpo, estaba escuálido. No escuálido de una forma enfermiza o demacrada, Escuálido de buena manera. Se veía delgada, pero con forma, sus piernas de cualquier modo siempre iban a ser un poco gruesas. Le dolía todo. Eso sí, Recordó cuando se dio un estirón. Suponía que hacer el amor te causaba ese tipo de molestia.

Hacer el amor.... Realmente lo había hecho.

Pensaba en esto cuando un mensaje llegó a su celular. La mirada se le iluminó y de sus labios se escapó una vaga sonrisa, pero la sonrisa se disolvió al ver el remitente del mensaje: "Alan Muller"
Le pedía que fuera a verlo esa tarde, Al parecer, tenía algo bueno que decirle.
Aunque al principio la idea de salir de la tranquilidad de las cuatro paredes de su habitación, para integrarse al ruido, el molesto polvo y la interminable cantidad de personas de la ciudad, le sonaba drásticamente estresante. Terminó por aceptar de buena gana e ir a verlo.
Si se quedaba en casa, probablemente lo único que haría sería vagar en recuerdos y aturdirse con suposiciones que saldrían de su cabeza al mismo momento de viajar al pasado y meterse en esa casa con Jason de nuevo. Siendo sincera con ella misma, eso era lo que menos quería. Bastante tenía ya, lidiar con la idea de que le había dicho "Creo que te quiero" y de que inevitablemente, tendría que hablar con él sobre eso en algún momento.

Un respiro era lo que necesitaba.
Ese respiro era Alan.





***




El sol le molestaba terriblemente en los ojos. Eran las dos de la tarde.
Las letras grandes de los edificios Muller Parecían brillar ferozmente debido al calor. No entendía porque se sentía tan sofocada. No era que estuvieran en pleno verano y no era tampoco que en verano hiciera tanto calor. Seguro algo pasaba con el clima. Aunque una vez cruzó las puertas automáticas del edificio, el aire acondicionado de las oficinas la invadió completamente y se climatizó rápido.
La sofocación se le pasó.
Se dirigió rápidamente hacía donde la chica de cabello negro con gafas delgadas y transparentes, la secretaria, y le sonrió. Ya no era necesario que le dijera nada. Ella tan solo le daba el consentimiento de pasar con una mirada y Jane seguía directo hacía la oficina. A Lo mejor no estaba bien visto, pero había ido tantas veces que ya, que era algo casi normal para ellas.
Alan estaba sentado en la silla detrás del escritorio cuando ella tocó la puerta.
Últimamente había estado pensando demasiado en Jane y en la situación que abarcaba todo respecto a ella. Su último encuentro con Jason lo había dejado retraído. Pero se negaba a apartar todas esas cosas que sentía con tan solo verla sonreír o dejar escapar un suspiro al aire, como en ese momento.
Su cuerpo, sus labios, su contextura, su rara belleza, ya que ella no era la supermodelo que todos deseaban, Todo en ella parecía estar hecho para él. Todo eso hacía que su sano y bien intencionado interés hacía ella creciera desmedido, Si querer a Jane era lo suficientemente malo como para hacer que cambiara sus propios principios y los pusiera en duda, significaba que no era algo común o pasajero. Así que no había duda de que, observarla tan feliz, tan ella, lo empeoraba.
Quizás enamorarse de la mujer de un amigo no era un principio después de todo, ya que, él no lo había hecho a propósito y bueno ¿Quién manda en los sentimientos?

-Pasa – le dijo. Jane cerró la puerta antes de entrar y se sentó en la silla frente a él.

-¿Ha pasado algo bueno en cuanto a las sinopsis? – preguntó a Alan cogiendo un poco de aire. Él dejó escapar una sonrisa cruzándose de brazos.

-¿Tu qué piensas?

-Muchas cosas - su mirada se fijó en los ojos negros de él y pidió suplicante con sus esferas cafés que fuera algo bueno, algo que la ayudara a distraerse. - ¿Qué es?

-Al parecer tu sinopsis le ha gustado a alguien y quieren hacer un guión con ella.

No sabía porque. Pero Jane creía que la vida estaba siendo demasiado buena con ella ese día. Recordó las palabras del taxista en cuanto a lo de las auras y sonrió. Seguramente, si de verdad existía tal cosa. Su color volvía a ser el rosa. Estaba muy feliz ahora.

-¿De verdad? - Alan se sintió tan feliz como ella - ¿No bromeas?

-Pensé que la bromista aquí eras tú – Bromeó – No yo y no, no bromeó.

-Pero... ¿yo?

-Es un nuevo director – La interrumpió – y él quiere probar con algo distinto. Le gustó tu idea de un loco matrimonio entre dos personas que no se aman y terminan por quererse al final. – Jane tragó gordo y sonrió avergonzada, Ahora que lo pensaba mejor. Esa historia le hacía recordar tanto a ella – la simplicidad de tu idea, quiere hacerla algo grande, algo grande y divertido. ¿No te sientes orgullosa?

-Tanto que no puedo ni hablar. – Alan rió.

-Entonces no te me quedes muda con lo próximo que te voy a decir.

-¿Qué?

-Quiero que tú misma escribas el guión.

-¿¡Yo!? – sonó casi como un grito.

-¿No te sientes capaz?

-Si, claro que si.

-Entonces, está hecho.

Ella tenía clara su capacidad. Era la sorpresa lo que no la dejaba digerir todo. Estaba casi nadando en su más lejano sueño. Un Increíble e inalcanzable sueño que ahora tocaba con las manos ¿Realmente escribiría un guión? ¡Realmente lo haría!
Alan la observó por un momento más y sintió muchas ganas de abrazarla. O de besarla mejor. Cerró los ojos y suspiró. Lo haría si no hacía algo.

-Ya regreso – le dijo y dudando de su propio control se paró de la silla y salió de la oficina. Jane se quedó sola, sentada pero flotando en su nube personal.

Estaba feliz.

Y también distraída, tanto que no escuchó su teléfono móvil sonar. Quiso creer que era Jason, pero dejó de hacerse ideas. Él no la llamaría, lo conocía. No era de ese tipo de persona. La persona del otro lado de la línea era Lee.
Tan inesperada como su llamada, era su voz. Parecía preocupada y agónica ¿Había ocurrido algo?

-¿Qué pasa, Lee? – le preguntó antes de que ella dijera alguna palabra. - ¿Sucedió algo?

-Eso mismo te pregunto yo, Jane – contestó la otra - Tuve un sueño terrible en el que tú, Jason, Neal y yo, éramos perseguidos por una horda gigante de gente - La castaña soltó una risita y se mordió el labio. Había pasado tanto tiempo desde que hablaba así con Lee que olvido que ella estaba medio loca.

-Fue solo un sueño, Lee, no hay una horda de gente persiguiéndonos, ¿o si?

-Es eso lo que me preocupa – renegó ella - en mi sueño, la causa de nuestra persecución, era tu secreto, el de matrimonio arreglado por contrato, la gente se había vuelto loca al enterarse del engaño ¿Estás segura que nadie más lo sabe?

Mierda ¿Por qué debía acordarse de eso?

-¡Calla, Lee! – susurró casi en grito. Lee se quedó callada – No debes hablar sobre Jason y yo tan abiertamente - el reproche ahora se lo hacía a ella misma. – Recuerda que hay muchas personas que quieren averiguar cosas sobre los dos y uno nunca sabe quién nos está escuchando, si dices así, como si nada, que mi matrimonio no es más que un arreglo pagado, un contrato, alguien podría escucharte ¿Acaso quieres tu misma provocar que la pesadilla que tuviste se haga realidad?

-No, pero...

-Tu solo cuídate, Lee ¿Vale? hablaremos luego porque ahora estoy ocupada, Adios.

Colgó el teléfono y se quedó pensando un momento ¿No era un sueño muy raro? Gran cantidad de cosas que no se esperaba estaban sucediendo ese día. Dio media vuelta en dirección a la puerta segura de querer brindarle una sonrisa a Alan cuando regresara, que encontrarse de frente con él, a tan solo unos metros suyos, con las manos en los bolsillos y una mirada de seriedad, la tomó totalmente desprevenida.
Como un balde de agua fría cayéndole encima. De ese modo.
Las piernas empezaron a fallarle y sintió como si realmente no tuviera fuerzas de nada, era probable que se hubiera puesto pálida también, pero eso no era lo que le preocupaba ahora. Una pregunta se había hecho paso en su cabeza y le estaba dificultando la respiración, ¿La había escuchado hablar?

-¿Pasó algo? – Preguntó él con su voz ronca y caminó con serenidad hacía ella – Te ves realmente mal.

-Debe... – dijo y su voz se oyó débil – debe ser que estoy feliz.

Jane trató de mantener la calma y pensar con la cabeza fría aunque la tuviera caliente. Las cosas no estaban tan terribles como parecían ¿verdad? Es decir, Si él la hubiera escuchado, si hubiera escuchado su conversación, ya hubiera dicho algo respecto a eso, pero él no decía nada y estaba allí, mirándola.

-¿Estabas... - Comenzó hablar sin lograr que Alan espabilara un momento - aquí hace mucho? – Digo, mientras yo hablaba por teléfono.

-Si - le respondió él. Jane sintió una punzada en la cien. Mierda. Esto no estaba bien.

-¿Escuchaste algo de lo que dije?

-¿Debía escuchar algo?

Ella sonrió falsamente y dejó escapar un suspiro.

-No, Nada.

Primera cosa que pensó: su secreto estaba a salvo... todavía.
Segunda cosa: No sabía por cuanto tiempo.
Tercera cosa. Sentía como si Alan le estuviera mintiendo.

El pelinegro la siguió observando severo, casi incrédulo y trató de asimilar un segundo, un corto tiempo, sus palabras. Cuando ella dijo "Mi matrimonio no es más que un arreglo por contrato" ¿A qué se refería exactamente? Estaba... ¿Acaso bromeaba con eso? Una duda pasiva se le clavó en la cabeza y aunque la observara, simplemente no podía resolverla. "Un Arreglo por contrato" se repitió en la mente y sonrió al ver en entrecejo fruncido de la castaña. Si su inteligencia era tan buena como siempre, y su sentido común Jugaba de parte, aquellas palabras significaban algo.
Era increíble de solo pensarlo.
Un matrimonio falso.
Tan pronto tuvo la respuesta todo empezó a encajar perfectamente.





***




Realmente, el pretender estar ocupado todo el día para no ir a casa, lo tenía en un modo extremo cansado, pero la verdad estaba en que no podía verla todavía. Se sentía tan vulnerable y accesible cuando estaba ante ella que simplemente no deseaba sentir ese lazo que, no sabía desde cuándo, lo unía a la castaña. No sabía porque esa idea lo asustaba.
Todo había ocurrido desde el mismo momento en que había dormido con ella en el sillón abrazándola. Cuando al despertar la vio tan serena y frágil como una niña pequeña, cuando al acariciar sus mejillas, la suavidad de su piel lo hizo sentir brusco o muy tosco para ella, cuando al recordar su cuerpo entre sus brazos lo único que quería era revivir el momento. Cuando sin darse cuenta, empezó a contarle detalles sobre su vida que nadie más sabía. Ahí lo había notado.
Él sabía que estaba de algún modo muy apegado a ella, lo que no sabía era que tan grande era eso, y esto era lo que lo asustaba. Quizás dormir con ella fue el inicio del lio. Nunca pensó que le gustaría tanto sentir sus cuerpos juntos, compartiendo el mismo espacio y el mismo calor corporal.
O besarse. O tal vez, darse cuenta de que realmente la quería.

¿Qué debía hacer exactamente? Tendría que verla pronto, él lo sabía, pero ¿Qué debía decirle exactamente cuando pasara? De algún modo, decirle solo "Te quiero" sin la compañía de los besos y el ruido de la lluvia se le hacía más difícil ahora ¿Bastaba un "Te quiero"?
Sonrió para sí mismo avergonzado de su falta de convicción y seguridad y le dio una mirada al mesero del bar "Costs"
Ya llevaba media hora sentado en la barra, y este sería su quinto trago. No era que le animara mucho la idea de ingerir alcohol para agarrar el valor necesario y decirle esas simples palabras. Pero tenía que. Su mente estaba atravesando un momento crítico ya que no podía aceptar ese sentimiento que se le estaba metiendo en las venas como droga, de a poquito y con cautela, volviéndolo un adicto.

Realmente, ni siquiera sabía que era ese sentimiento. ¿Cariño? ¿Iba más allá? ¿Amor?

Él mesero, un chico de cabello cobrizo y ojos marrones le sonrió. Demasiado joven para este trabajo. Sin embargo, bueno en ello.

-¿Otro trago? – la pregunta era más que obvia.

-Que sea doble y con hielo. – el chico asintió cobrizo le dio la espalda buscando entre todas las botellas que tenía en las estanterías, Jason dejó de mirarlo al darse cuenta de que el joven había encontrado la bebida correcta y se la estaba sirviendo. Contrario a eso decidió ver la hora en su reloj: seis y media de la tarde.

Estúpidamente ridículo.

Estaba pensando en que le había dicho a Jane que llegaría temprano.
Estaba pensando que se sentía realmente nervioso por ir a verla.

Cuando el chico le colocó el trago en la mesa, se lo trago de un golpe y sin pensarlo.
De por sí, ya se sentía estúpido por estar allí, no podía permitirse verse más estúpido por llegar tomado a la casa.
Aunque, eso no le importaba.

Dejó el dinero a lado del vaso vacío y se fue directamente a los parqueaderos que estaban no muy lejos de "costs" le parecía mentira que el cielo estuviera tan oscuro cuando apenas eran las seis y media de la tarde. Por lo general, el sol terminaba oculto a las casi siete de la noche, pero ese día no, estaba oscuro desde antes. ¿Llovería? Era probable, ahora incluso pensaba en clima ¡Dios! Aún no estaba borracho. Dejó de pensar en la temperatura y metió la llave en el auto de capota gris. Si contaba con suerte, llegaría a las 7 a casa,
Si contaba con suerte.
Antes de girar el picaporte en la entrada del auto., un mensaje de texto le entró al celular.
Las manos le sudaron al instante y rió nervioso. "Jane" solo ella podría escribirle.
Pero se equivocó como pocas veces lo hacía.

No era Jane Quien le escribía, era Alice.

"¿Dónde estás? Jason... ¿Necesito verte? ¿Podrías venir a mi casa? No me siento bien."

Jason sintió un frio recorrerle el cuerpo desde la cabeza hasta los pies y la cara de Alice se le pasó fugazmente por la mente. Ni siquiera había pensado en ella durante todo este tiempo, ni siquiera en como pudiera estar, se sintió entonces mal por eso. ¿Necesitaba verlo?¿Algo le pasaba? Pronto se encontró a sí mismo manejando en dirección de la casa de Alice, con un solo pensamiento en la cabeza "Que estuviera bien" en ese momento se dio cuenta de que todas las inseguridades que sentía respecto a Jane, se derivaban directamente de ella.
Lo sabía. Muy en el fondo, él aún no podía dejarla ir. La había querido toda su vida, ella había estado a su lado desde siempre ¿Cómo deshacerse de eso? ¿Cómo apartar aquel sentimiento? ¿Cómo podría Jane, una persona que apenas estaba aprendiendo a conocer cambiarlo?
Pensar en todo, en tan poco tiempo y tan apresurado le estaba haciendo doler la cabeza.
Pero por más que quisiera, en ese momento en su cabeza estaba Alice.

Cuando llegó al conjunto cerrado de apartamentos, cercados con unas altas rejas color blanco, en el que vivía la rubia, detuvo el carro. Las rejas empezaron hacerle camino hacia el interior y estacionó el auto en el primer espacio libre que encontró. Rápido, como si realmente pensara que ella estaba mal, se dirigió hacia su apartamento, el 231.
Le fue de verdad triste encontrarla tirada sobre el piso con los ojos llenos de lágrimas. Su imagen demacrada lo hizo sentir mal también. Algo realmente grande debía de haberle pasado. Ver la botella de vino a un costado suyo a la mitad habló por ella.

-Alice... - le dijo en susurró y se le acercó. La cogió por las piernas hasta cargarla en sus brazos . - ¿Qué ha pasado?

-No me siento Animada hoy Jason – le respondió.- Solo eso.

-¿Es por Alan? - Jason la sentó sobre el mueble con cuidado y le alejó la botella de vino a medio acabar.

-Si – le sonrió - Le he dejado ir, desde hoy, solo soy yo – él la miró fijamente. Seguramente había llorado - Porque me quiero, lo hice – continuó - porque te quiero también. Alice lo miró fijamente y le paso la delgada mano por la mejilla. Jason no le apartó la vista. Quizás ella estaba hablando cosas sin sentido. -¿Recuerdas cuando te dije que quería ser especial para ti, incluso más que Jane? – Jane... Jane... - Es desde ese entonces Jason, te quiero. Solo hasta ahora me doy cuenta de ello.

-Alice - dijo él – estás muy borracha, por favor no digas tonteras. – Jason llevó su mano gruesa a la que Alice tenía sobre su mejilla y la retiró con quedo.

-No lo son Jason... – murmuró ella y regresó su mano a la mejilla de Jason – Estoy bebida, pero se de lo que estoy hablando, lo sabré mañana y lo sabré siempre, es cierto, te quiero ¿Acaso no me quieres tú? ¿No me quieres de esta forma? – Jason no le dijo nada y se dedicó a estudiar el rostro de la chica. Tanto tiempo queriendo escucharla decir esas palabras y ahora que las escuchaba no hacían gran diferencia, aún así, no podía mentirse y le agradaba que se lo dijera. Alice se le acercó casi temblando y le puso la mano libre en la otra mejilla, sosteniéndole el rostro más cerca, Jason pudo sentir su respiración en los labios y sin darse cuenta, después, la estaba besando.

Besarse con ella era muy diferente que hacerlo con Jane. Sus labios eran más delgados y ella lo hacía con más pasión. Jane siempre lo hacía más lento y parecía brotarle la timidez al juntar sus labios.
Aunque en ese momento eso no era en lo que tenía que estar pensando precisamente. Pasó las manos por la delgada espalda de Alice y la apretó contra él. No podía evitar pensar que, igual que sus labios, la espalda de Jane era mucho más torneada y voluptuosa. Rió. No tendría que estar comparando a Alice con Jane puesto que ellas eran muy distintas.
Se sorprendió cuando sintió las manos de Alice acariciándole la espalda y paró de besarla un momento. Ella lo miró con tal profundidad que se asustó y se puso de pie. No tenía ni idea de que pretendía hacer ella ahora, pero... no sabía cuánto podría aguantarse.
Alice le tomó la mano algo temblorosa y lo llevó directamente a la habitación.
El, por su lado, no sabía si realmente entendía lo que ella estaba planeando.
¿De verdad quería....?

-Quiero hacer el amor contigo, Jason – Le dijo antes de que él pudiera pensar. Y sin timidez, empezó a soltarse los botones de la blusa blanca que llevaba puesta. Jason se quedó estático – tú... ¿Quieres hacer el amor conmigo?

Un solo nombre pasó por su cabeza: Jane.

Pero Alice la hizo olvidarlo enseguida. Dejó la blusa a un lado, en el suelo y se le acercó. Capturo sus labios de nuevo haciéndole imposible la tarea de rechazarla. Nunca la había besado y Jamás se le había cruzado por la cabeza la idea de hacerla su mujer, así que no sabía que debía hacer exactamente. El aliento saborizado a uva del vino que Alice había tomado era bastante embriagador y su calidez era tentadora. ¿Qué podía pasar por su cabeza en ese momento, él era un hombre... y ¿Cuánto tiempo quiso tener este tipo de oportunidad? Se quitó la camiseta de un solo esfuerzo entonces, dejándose llevar por el calor que demandaba la situación y empezó él a tomar el control de lo que pasaba. Acostó a Alice sobre la cama y llevo sus labios hasta el cuello de la rubia, para con las manos acariciarle el abdomen, la cintura, los senos.
Le devoró los labios.
Y no había duda de que Alice se sentía muy bien con eso.

Besar a alguien, estar con alguien, querer a alguien... Mientras él la besaba, Una zumbido se posicionaba en su cabeza.

"Si tienes un romance con Alice, se más cuidadoso, no quiero que la gente sienta lastima de mi" – un zumbido con la voz de Jane. Besó a Alice en los labios otra vez e intentó ignorar esa voz.

"Tengo miedo" – besó a Alice en el cuello y le acarició la cintura llevando su mano al inicio del brasear, para luego bajarla y acariciar su abdomen.

"Quererte es lo que me asusta"

"Creo que te quiero"

Jason reaccionó de golpe y paró de besarla sucumbido en un mar de confusión. Cerró y abrió sus ojos rápidamente y luego se sentó impávido, inmóvil e incrédulo, al lado de Alice en la cama.
Alice, quien estaba tan confundida como él y no entendía que había sucedido ¿Por qué se había detenido así, de golpe? Lo miró con timidez y se quedó en silencio.

-Estás tomada, Alice – comentó girando el rostro para verla antes de que ella dijera algo – Creo que no debemos hacer esto en estas condiciones – La excusa hubiera sido perfecta, si fuera verdadera. Él no podía hacerlo. Esa era la razón.

-Jason...Se lo que estoy haciendo.

-Es probable que lo sepas, pero así no. – Jason se levantó de la cama. Buscó su suéter en el suelo y luego la miró. Ella estaba pasiva mirándolo sin espabilar.

-Si no lo vamos hacer – comentó, bajando el rostro – Al menos quédate hacerme compañía. Quédate hasta que logre dormirme ¿Si?

Jason lo pensó un momento mirándola a los ojos, sintió un remordimiento al verla tan triste y asintió con una sonrisa.

-Está bien, Alice, me quedaré.

Se sentó a un lado de la cama y esperó a que ella se echara las sabanas encima per no fue capaz de meterse en la cama con ella.






***



Eran las 11 de la noche. La respiración de Jane estaba agitada y Tenía el labio prácticamente sangrado de tanto mordérselo.
Desgraciado. Lo estaba haciendo de nuevo.
Él ni siquiera contestaba el teléfono. Sus dedos ya estaban cansados de pulsar la tecla verde y marcarle. Su orgullo estaba cansado también ¿Por qué le importaba tanto que no llegara? ¿Por qué sentía tanto miedo ahora? ¡Le importaba porque le había dicho que llegaría temprano! Porque detestaba que no estuviera allí y ni siquiera le hubiera llamando para advertirla o decirle. Porque se sentía humillada y usada. ¿Acaso él la estaba evitando?
Se tiró sobre el sillón y un nudo gigantesco se le formó en el estómago, Era inevitable que no se sintiera mal. Era pendejamente estúpido que se sintiera así, pero, él le había dicho que llegaría temprano y que iba hablar con ella. ¿Por qué le decía algo si en definitiva no lo iba a cumplir? ¿Por qué siempre lo hacía?¿Porque la hacía esperar?
Miró su celular, pequeño de color plateado y le quito la seguridad una vez más. Tal vez podría contestar. Sentía el corazón acelerado, casi a punto de salirse de cuerpo. Era un "Bom, Bom, Bom" Que podía escuchar incluso en el exterior. Le marcó de nuevo y los normales cuatro timbres volvieron a sonar hasta que la llamada se fue a buzón, lo intentó nuevamente, repitiéndose a sí misma que sería la última vez, y dejó que sonara la primera vez. Nada. Segundo timbre. Nada. Tercer timbre. Contestaron.
No supo porque se alegró tanto, pero fue como si un alivio le hubiera acogido el cuerpo. Entonces ella habló y si llegó a sentirse feliz, toda esa sensación se fue de ella como un fugaz recuerdo.
Esa voz ella la conocía. Sabía perfectamente quien era.
Quiso buscarle una buena y lógica explicación al porque ella contestaba su celular a las casi doce de la noche, pero no le salió ninguna. Nada aparte de un sudor frio pasándole por todo el cuerpo.

-¿Hola? – habló Alice.

Parecía increíble lo difícil que era reunir el valor para devolver un simple "Hola" era difícil, por lo menos para ella.

-¿Por qué... Contestas su teléfono? - dijo, su pregunta directa e indiferente, Alice supo entonces que halaba con Jane.

-Porque Jason no puede contestar. – respondió.

-¿Le pasó algo?

-Está dormido.

Un latido más lento. Un corazón poco convencido. Jason dormido...

-¿Qué quieres decir con eso?

-Que está en mi casa, durmiendo y que yo también quiero hacerlo.

-¿Juntos?

-¿Acaso te extraña que esté conmigo? – Alice se levantó de la cama y vio a Jason dormido en el sillón de la sala. Su celular se había caído en la habitación, por eso fue ella quien contestó. Te lo dije, voy a luchar por él, que él esté aquí, significa que he dado mi primer paso.

Su primer paso...

Jane Se sintió estúpida al instante por preguntar si estaban juntos cuando sabía que era obvio. Un sentimiento de "Pequeña, niña crédula" paso por su cabeza y no se fue de ella. El celular prácticamente se le resbaló de las manos al colgar y una fuerte sensación, como del peso de varias casas sobre ella, la abordó al instante. Estaba temblorosa y se sentía tan pequeñita como una hormiga, algo dentro de su pecho parecía desbaratarse a pedacitos. Como si se rompiera segundo a segundo y causara con cada desquebrajada un dolor mucho más fuerte que el anterior. Jason le había mentido ¿Por qué tenía que ser tan tonta? ¿Por qué tenía que creer en sus envenenadas palabras? Porque se dejó convencer. Intentó respirar y se dio cuenta entonces de que sus ojos, pesados, estaban mojados.
No había planeado en ningún momento llorar. Pero sentía tan feo en el pecho que al intentar respirar, no podía contenerse, así que silenciosas y llenas de dolor, las lágrimas empezaron a viajar por sus mejillas.
No podía dejar de pensar en Jason. No podía dejar de imaginárselo con ella. No necesitaba ser muy experta para no darse cuenta. Sexo, solo eso.
A Alice seguramente, estaría haciéndole el amor.
Se hizo bolita en el sillón, sin siquiera tener las fuerzas suficientes como para irse al cuarto y afloró.
Las lágrimas salieron de sus ojos una tras otra, y así, hecha nada, sintiendo su mundo caerse, por tener la absurda idea de que una persona como Jason McCain podría cambiar y tener sentimientos, ser sincero y considerado, Se quedó dormida.

Su corazón estaba roto, ahora que había vuelto a la realidad.




Amor por Accidente [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora