Un anillo.

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Realmente no entendía porque había tomado esa actitud tan Odiosa. Sí, él era odioso casi siempre pero últimamente había cambiado un poquito. No sabía exactamente como catalógar sus cambios, pero pensó que quizás ya debería de estar acostumbrada.


Jane puso el ultimo plato en la alacena cuando Jason bajó las escaleras. Se veía fresco y serio, como siempre. Quizás ya se le había pasado el enojo y su rareza.


-Voy a salir – Le dijo con un deje de indiferencia en su voz y actitud. Jane lo miró, y Sí, ya era el mismo frío y egocéntrico de siempre.


-¿Vas a tardar? 


-No lo sé - respondió con la misma actitud - Solo voy a ver a Alice y luego a la Oficina, No se cuanto tarde en eso – el mismo escalofrió le recorrió el cuerpo a Jane, al escuchar el nombre de Alice. No era bueno sentirse así, ella lo sabía, pero rayos ¿Cómo le hacía entender eso al corazón? ¿Cómo le hacía entrar en razón? Soltó un suspiro, lo más seguro era que terminaría por acostumbrarse a esa sensación o quizás, a olvidarla, esto último sería lo más lógico.


Y lo era, así que eso sería lo que haría.


Bajó la mirada y se secó las manos.


-Vale, cuídate.- le dijo colocando en su sito un vaso que había quedado sucio. Se dio cuenta de lo que había dicho cuando puso el vaso sobre la alacena, no podía ser más... extraño en ella ¿cuídate? Jane ¿Desde cuándo era tan amable?


-Adiós... - Jason dio media con su actitud soberbia y arrogante de vuelta e hizo ademan de abrir la puerta, pero se detuvo como sorprendido y se giro hacia ella otra vez – casi lo olvido – murmuró - Asegúrate de Limpiar bien toda la casa, cada rincón y cada ranura de ella ¿okey? 


Y volvía también a ser un estúpido mandón Oh Jane ¿Qué te sorprende? ¿Acaso no lo conoces?

Todos los días limpiaba ¿Qué pretendía con ponerla a trabajar mas duro? Era tan malvadamente molesto. 


¿Qué tramaba Jason? Volver a sentirse bien, Volver a sentir como si ella no fuese importante.


-Está bien, ya puedes irte. – Soltó un suspiro de fastidio. Prácticamente lo echó y mientras lo hacía, pensó en todo lo que soportaba gracias a estar casada con él.


Primero: Aguantarse su mal Genio, sus gritos, sus constantes cambios de Ánimo y sus extraños comportamientos.


Segundo: la vergüenza de tener que verse como una mujer joven divorciada frente a la sociedad luego de haber transcurrido seis meses.


Tercero: Escuchar de un modo directo y desagradable, por parte de su abuela, todos y cada uno los defectos que poseía. Esto mas que nada era lo que se le hacía en realidad agotador. Porque ¿A quién le gustaba que le hablaran de una manera como esa? Y sin duda alguna, esos regaños de "Que mala esposa eres" eran los que menos soportaba, primero que todo porque No podía ser una mala esposa ya que en realidad ella no era una esposa de verdad y segundo, cada vez se le hacía más difícil meterse eso en la cabeza. 

Amor por Accidente [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora