LA VIDA EN AMÉRICA (III)

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{ANDREW}

- Corre, ayúdame a desatarlos- me pide Avril y hago lo que me dice.
Me acerco al amigo de mi madre del pelo celeste e intento desatarlo.

Cuando llegamos al edificio donde siempre entreno, vimos de lejos a dos chicos y Avril me pidió que me escondiera junto a ella tras unas rocas.
Cuando Avril se dio cuenta de que estaban atando a dos personas, me contó su plan y yo acepté. Cogimos dos piedras del suelo y nos acercamos a los chicos sigilosamente. Le golpeamos por detrás y cayeron.

- No puedo- le digo a Avril.
- Yo tampoco, la cadena es fuerte. Vamos a necesitar las piedras...- dice Avril.
- No, solo vamos a necesitar cuerda- dice alguien entrando en el edificio.
Son dos chicos más.
Corren hacia nosotros.
Intento esquivarlo pero por poco tiempo. Me acaba atrapando pero no paro de moverme para que me suelte.
Avril también está igual.
- ¡Agacha la cabeza!- le grita uno de los chicos atados a Avril pero esta no lo hace a tiempo y la golpean hasta perder el conocimiento.
- ¡Andrew, cuidado!- grita el amigo de mi madre y agacho la cabeza justo a tiempo.
Le doy un rodillazo en el estómago al que me tiene prisionero y afloja sus brazos.
Doy un paso adelante, a punto de librarme de él, pero no lo consigo y veo un puño dirigiéndose hacia mi cara.

Veo todo confuso.
Mis fuerzas están apagadas.
Sé que me están moviendo pero no soy capaz de reaccionar.

Cuando recupero la consciencia del todo me encuentro atado junto a una viga. Avril también está atada, enfrente mía.
Ahora somos cuatro prisioneros.
- Menos mal que teníamos cuerda de sobra escondida en la nieve- dice uno de los chicos malos.
- Creo que Eric se sentirá orgulloso- dice el otro chico con una gran sonrisa-. De hecho, uno de nosotros debería ir a buscarlo.
- Vale, yo me encargo.
- No tardes- le dice y uno de los malos desaparece corriendo.
El chico que se queda nos mira con una sonrisa divertida, como regodeándose de su victoria.
- Vais a desear no haber aparecido- nos dice y se va hacia fuera para recostar a los dos chicos que Avril y yo abatimos, y vigilar que no venga nadie más.

Muevo mis manos.
Intento coger un extremo de la cuerda que me rodean las manos.
Avril también lo intenta.
Los otros dos están atados con una cadena pero nosotros con cuerdas. Tenemos más posibilidades de liberarnos que ellos.

Cierro los ojos y recuerdo una lección de Zeth.
Me ató a una silla y me dejó allí hasta que yo solo me desatase.
Lo único que logre en toda la tarde, aparte de morirme de hambre, fue tocar un extremo de la cuerda. Al día siguiente repetimos el intento y avancé un poco pero no logré desatarme del todo. No fue hasta el tercer día que Zeth me enseñó unos trucos para flexionar los dedos y tirar de las partes de la cuerda que la desatan, según que nudo se tratase.
Y este es un nudo de mierda comparado con los que me ponía Zeth.

Una vez liberadas las manos, en silencio, desato la cuerda que me rodea el cuerpo y luego la que me ata los pies.
Avril me pide con la mirada que la libere pero en vez de eso me dirijo hacia el chico malo que vigila en la entrada, con las cuerdas en la mano.

Estoy justo detrás suya.
Dejo las cuerdas en el suelo
Sé lo que voy a hacer.
Lo llamo tocándole el hombro con un dedo y justo antes de girarse, me muevo y me coloco enfrente suya cuando mira hacia atrás.
Le doy una patada en la entrepierna y el chico se dobla en dos, con un grito de dolor.
Aprovecho el momento para darle un golpe en la cabeza. Uno no, dos.
Me deslizo hacia él, pateándole en los tobillos, haciendo que se caiga al suelo de boca.
Me monto encima de él y le doy un golpe fuerte en la espalda para dejarlo sin respiración.
Cojo las cuerdas rápidamente y le ato las manos por detrás de la espalda, con un fuerte y ágil nudo que me enseñó mi mentor.
Luego voy a atarle los pies pero el chico se debate.
Le agarro de la parte superior del cuello e impulso su cabeza contra el suelo.
Tres veces.
Hasta que deja de moverse.
Justo como me enseñó Zeth.

Apocalipsis Zeta - Parte 5: YannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora