PÁLIDO

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{CLARE}

Corina, una vecina muy amable de mi piso, de unos treinta y tantos años de edad, se encarga de vigilar a Alexandra y Abadón mientras acompaño a Andrew a su escuela.

He pedido un tiempo libre en mi trabajo, la enfermería, hasta que vuelva Rachel o Mary y pueda encargarse de Andrew. Esto era trabajo de Maya, ella se iba a encargar del niño, además de sus dos hijos.
Pero ahora ella no está.
Y yo tengo tres niños de los que ocuparme.

Hace unos días, estaba durmiendo plácidamente cuando alguien me movió por los hombros, Maya.
Me dijo que iba a salir un momento y que si tardaba en volver, no me preocupara. Me hizo prometerle que no dijera nada a nadie, salvo ninguna circunstancia.
Yo acepté para que me dejara en paz y pudiera volver a dormir.
Cuando me desperté, lo recordé como si hubiera sido un sueño. Y eso creía, hasta que escuché llorar a Abadón y vi que nadie se ocupaba de él.
Alex se unió en su llanto y yo tuve que calmarlos.
Maya no estaba, se había ido a la noche y no había vuelto.
Recordé la promesa que le hice y en un primer día no dije nada, esperaba que volvería a la noche siguiente como muy tarde pero no regresó, así que hice lo que ella no quería, avisar a los guardias de su desaparición.
Pero ya llevan un par de días y me he dado cuenta de que no hacen nada, no buscan. Con estos de las elecciones y el nuevo presidente, todos están muy ocupados preparando nuevas leyes y nuevas normas. Eso es lo más importante. A los demás que les den.
No debería ser así. No puedo contar con ellos.
La tendré que buscar por mi cuenta.

{JACK}

Mi sangre viaja hacia el torrente sanguíneo de Maya.
Mi sangre se cruzará con la suya.
Y temo por su vida.

Maya mueve lentamente la cabeza, está drogada y no es muy consciente de lo que pasa.
- Es suficiente. Corta la transfusión- le ordena K a Hope.
La pequeña niña hace lo que le pide y se queda mirando a K.
- Buen trabajo, puedes retirarte, Caroline- le dice.
C, la llamaba así porque le había cambiado el nombre.
Ahora se llama Caroline, en vez de Hope.
- Y en cuanto a ti- K se dirige a mí-. Vas a observar todo el experimento.
K me sonríe maliciosamente, divirtiéndose con mi sufrimiento.
Este se dirige hacia la celda donde se encuentra los dos zombis, con un aparato para poder atraparlos desde lejos, pero se para antes de llegar.
- B, drógale, no vaya a ser que J controle a estos zombis- dice K mirando hacia una cámara del techo y Betty no tarda en aparecer.

Me muevo inquieto en la silla. Muevo mi cabeza para que B no pueda inyectarme el somnífero.
Entonces de repente Maya tiene una pequeña convulsión y la miro preocupado.
B aprovecha para inyectarme la aguja en el cuello.

Mientras la droga empieza a hacer efecto, Maya comienza a hiperventilar y tiritar a la vez.
- ¡Maya!- grito débilmente.
Mientras tanto, K abre la celda y saca a un zombi.
- Podrás ver y oír todo, pero no podrás hacer nada, así que no te esfuerces- me dice K dirigiendo el zombi que tiene atrapado con su aparato hacia Maya.
Intento gritar, intento decir que eso no va a funcionar, que es una locura, que la va a matar, que puede haber otra forma... pero no puedo...
No me salen las palabras.
- Verás, el procedimiento es muy fácil- dice K, sonriendo divertido-. Hemos esperado unos minutos para que tu sangre se combine con la de Maya. Ya empieza a notarse los efectos, ya debería de estar inmunizada. El zombi que tengo aquí le morderá y esperaremos a ver si los resultados son positivos o negativos.

K acerca el zombi hacia ella.
Está a escasos centímetros.
Sus dientes castañeando hacia su carne.
Maya.
Maya, no.

Intento gritar.
Lo intento con todas mis fuerzas.
Y lo único que me sale es una risa.
Una gran risa.
Una risa de loco.
Pero al menos me ha bastado para parar a K.

Apocalipsis Zeta - Parte 5: YannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora