Capítulo 3

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Daniel había tenido una semana bastante ajetreada, había perdido la cuenta de la cantidad de reuniones a las que había tenido que asistir. El trabajaba en una de las multinacionales más importantes de la ciudad como jefe de finanzas. A su corta edad de veintiséis años había alcanzado una posición digna de ser envidiada por sus pares.

Lo había conseguido a base de esfuerzo y trabajo, además de contar con un excepcional intelecto y capacidad. Pero lo que realmente lo había catapultado al éxito era su obsesión y dedicación total al trabajo. Daniel no trabajaba para vivir, sino que vivía para trabajar. Amaba su carrera, amaba aun más trabajar de ello. Pero su obsesión era desmedida.

No siempre había sido así, de joven era un muchacho relajado, alguien que disfrutaba de pasar tiempo en familia o con amigos. El estudio le tomaba gran parte de su tiempo, más aun teniendo en cuenta que cursaba algunas materias en doble turno para poder recibirse antes, lo cual obviamente logro y con honores. Pero aun así no dejaba de lado su vida social, hasta incluso tenía una novia.

Pero en cuanto entro a trabajar en TH Company, hacia ya cuatro años, la ambición se fue apoderando lentamente de su ser. Lo primero que se vio afectado fue en su noviazgo, llevaba seis años en pareja pero la poca dedicación que le brindaba a su novia termino por desgastar la relación. Luego se fue distanciando de sus amigos. Con estos no había cortado la relación, pero los veía muy poco.

Con sus padres y hermanos solo se juntaban para ciertas fechas especiales. Sus padres eran quienes más preocupados estaban por él. Ellos habían criado a sus tres hijos intentando inculcarles buenos modales y valores. En más de una oportunidad intentaron hablar con su hijo, pero sin éxito alguno. Daniel no era capaz de ver lo que todo el mundo veía, que él se estaba perdiendo en un círculo vicioso que tarde o temprano terminaría por enfermarlo.

Ese viernes había tomado un taxi para ir al trabajo, su auto aún se encontraba en el taller y así seguiría por una semana más. A unas cuadras de llegar a su destino el transito se había congestionado e impaciente decidió pagar y bajarse para caminar el último tramo. El frío era infernal y por un momento se arrepintió de la decisión que había tomado.

Al pasar frente a la cafetería de la otra vez decidió entrar, le apetecía tomar un café caliente que lo ayudara a nivelar la temperatura de su enfriado cuerpo. El lugar estaba algo lleno, pero al observar a la chiquilla de la otra vez tras la barra toda la impaciencia que lo había embargado hasta hacia unos segundos desapareció.

Espero su tan ansiado turno mientras no dejaba de observar a aquella chica. Se movía ágilmente de un lado a otro, siempre con una bella sonrisa en su rostro. El no era de los que comprendía como una persona podía sentirse realizada con trabajos tan poco atrayentes y tan mal remunerados.

Alicia lo había notado ni bien entro, es que su presencia era muy difícil de ser ignorada. Nuevamente vestía un traje de dos piezas negro, camisa blanca y corbata roja. Era bastante clásico para vestir, estaba segura que debía ocupar un puesto bastante importante en alguna empresa, si es que no era el jefe.

Ella siguió atendiendo a los clientes con la predisposición y destreza de siempre. Alicia tenía la suerte de vivir en un constante estado de buen humor, algo que irritaba a muchos de los que la rodeaban. Es que ellos no entendían que la vida era demasiado corta para hacerse problemas por cosas que realmente no valían la pena.

Él seguía observándola, pudo escuchar como la persona que se encontraba delante de él pedía su café de forma muy poco educada. Sin embargo ella no dejo de lado su tan amplia sonrisa ¿Es que esa chica dejaba de sonreír alguna vez? Lejos de parecerle irritante se encontró imitando su gesto, algo que lo tomo por sorpresa.

Rápidamente intento disimular tal desfachatez de su parte sacando el celular del bolsillo para revisar si tenía algún nuevo mail. Quince malditos mails en tan solo cinco minutos, todos con carácter de urgente. Estaba comenzando a agradecer que el fin de semana estaba próximo, necesitaba descansar un poco. Perdido como estaba en sus pensamientos no noto que su turno había llegado.

—Buenos días, bienvenido nuevamente a Café Expreso ¿Qué le sirvo?

La voz de aquella chiquilla lo trajo a la realidad haciendo que levantara su rostro para poder observarla. El hecho de que lo había reconocido no le paso inadvertido.

—Buenos días. Un café doble y uno de esos muffin, por favor —señalo con su largo dedo hacia la vitrina donde se encontraban aquellas delicias.

La chica amplió aún más su sonrisa, si es que eso era posible. Pudo observar entonces el tan particular color que tenían sus ojos. Eran realmente hermosos.

—¿De qué gusto quiere?

—No lo sé ¿Cuál me recomendas?

—Tenemos una amplia variedad de gustos y todos son exquisitos, sería difícil recomendarle uno solo.

—El que me diste la otra vez era muy rico, estoy seguro que cualquiera que elijas estará bien —respondió Daniel aun cautivado por sus maravillosos ojos.

Ella se dio media vuelta para preparar su pedido, había sido bastante difícil mantenerle la mirada a ese chico. Sus ojos tenían una intensidad que nunca antes había visto en nadie. Una vez el café estuvo listo se dirigió a la vitrina y eligió un muffin de vainilla relleno de crema y con frutos rojos como decoración por fuera. Con ambas cosas volvió hacia la caja, donde el chico la observaba atento.

—Serian 32 pesos.

Daniel saco su billetera y le dio dos billetes de veinte mientras tomaba el café y el muffin que la muchacha le tendía. Mientras esperaba su cambio le dio un mordisco al muffin y no pudo evitar emitir un leve gemido al percibir su tan exquisito sabor.

—Su vuelto —dijo una muy divertida Alicia.

Él, al notar su gesto frunció su entrecejo, es que prácticamente Alicia se estaba riendo en sus narices. Ella intento recuperar la compostura y le señalo con su delicado dedo una zona de su rostro mientras le alcanzaba una servilleta. Parte del relleno de crema había ido a parar a su mejilla izquierda, muy cerca de la comisura de su boca. El tomo el papel y lo paso por donde le indicaba, quitando la suciedad de inmediato.

—No es de buena educación reírse de los clientes —dijo Daniel mientras intentaba mantener un semblante serio.

—Lo siento, es que se ve tan pulcro con ese inmaculado traje que la mancha de crema se veía completamente fuera de lugar.

—Ya veo —contesto un tanto divertido.

Daniel deposito el cambio en la cajita de donaciones para el hogar y le dedico a la muchacha una sonrisa antes de despedirse.

—Que tengas un buen día.

—Igualmente para a usted y gracias por habernos elegido nuevamente. Voy a informarles a mis jefes que la estrategia "cliente feliz vuelve" realmente funciona —dijo Alicia guiñando un ojo y esbozando una pequeña sonrisa.

Él le sonrió ampliamente antes de girarse para dirigirse a la salida. Ella comprendió que jamás hubiera sido capaz de imaginar esa sonrisa ni en un millón de años.


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Hola!!! Nuevo capítulo!! :) Espero que les guste.

Saluditos!!!

Como mariposa en Primavera SIN EDITAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora