Capítulo 15

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Luego de que Daniel le pasara el teléfono del cerrajero, llamaron para hacer cambiar la cerradura. Era un gasto que no estaba previsto en el presupuesto, por lo cual Alicia insistió en hacerse cargo por haber sido ella la culpable de perder las llaves. Pero más allá de su insistencia, Ana no la dejó que asumiera sola el gasto, eran amigas y todo debían afrontarlo juntas.

El sábado llegó y Alicia ya se encontraba en la cafetería trabajando. Ese día estaba algo dispersa, cosa que sus jefes y clientes habituales notaron de inmediato. Para empezar, estaba más sonriente que de costumbre y más perdida en su mundo que lo habitual. Es que no podía dejar de pensar en la fiesta de esa noche.

Se imaginó mil y un conversaciones, también recreo en su mente diferentes situaciones. Se sentía exaltada, emocionada, entusiasmada. No estaba acostumbrada a experimentar ese tipo de emociones provocadas por alguien del sexo opuesto. Ella, en sus dieciocho años de vida, nunca se había sentido así. Hasta había llegado a creer que no estaba hecha para el amor.

Para las cuatro de la tarde Alicia ya había ensayado unas cuantas escenas pero aún así los nervios no la abandonaban. El sonido de su celular la distrajo de sus cavilaciones y al sacar el aparato del bolsillo de su delantal comprobó que se trataba de él.

Hola! Todo bien? Cambiaron la cerradura ayer? Tipo 8 te paso a buscar, si es que te parece bien :)

Decidió no responder en ese momento, no quería parecer demasiado desesperada.

—Alicia ¿podrías prepara este pedido para llevar? —preguntó Carlos.

—Sí, de inmediato lo preparo.

Alicia guardó su teléfono en el bolsillo nuevamente y se dispuso a preparar el pedido. Una vez listo lo embolso, llamo al chico del delivery y se lo entregó junto con la dirección y la cuenta.

—Ya salió el pedido —anuncio Alicia a su jefe.

—Muchas gracias preciosa. Es todo por hoy, podes irte cuando quieras.

Alicia miro confundida el reloj en la pared, aún faltaba alrededor de una hora para su horario de salida por lo que no comprendía porque su jefe le estaba diciendo aquello.

—Todavía no finalizó mi turno.

—Lo sé, pero supongo que vas a necesitar tiempo para prepararte para lo que sea que hayas estado ensayado todo el día.

Las mejillas de Alicia se encendieron automáticamente, parecía que aquello ahora se le daba demasiado fácil. Carlos la miraba con una picara sonrisa en sus labios.

—Otra vez estuve hablando sola ¿no?

—Solo un poco ¿puedo darte un consejo?

—Sí, claro —contesto ella aun avergonzada.

—No lo pienses tanto, se tu misma. Estoy seguro que no hay forma de que te vaya mal de ese modo —Carlos le guiñó el ojo.

Había sido bastante divertido verla durante el día debatiéndose sobre que decir y que no, manteniendo charlas imaginarias y corrigiéndose a cada rato cada vez que el resultado no era el que esperaba. Aún no la conocía lo suficiente, pero era evidente que quien quiera que fuera con quien estuviera manteniendo aquellas charlas la afectaba lo suficiente como para hacerla sentir insegura. Y eso, por más poco tiempo que llevara de conocerla, era una evidente novedad.

Desde que había comenzado a trabajar allí había demostrado ser una persona amable, optimista, alegre, predispuesta, algo torpe en algunas ocasiones y verborragica. Pero no era en absoluto una persona insegura de sí misma. Por eso había tomado la decisión de dejarla salir antes, así podía relajarse y prepararse para lo que evidentemente parecía una cita.

Como mariposa en Primavera SIN EDITAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora