Capítulo 53

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Alicia se encontraba finalizando su turno, se sentía realmente cansada y no veía la hora de irse a su casa y dormir lo que restaba del día. Eso de dormir tan solo dos horas no era para nada saludable.

—Alicia, podes irte si queres, ya quedan pocos clientes —dijo Pablo.

—Gracias Pablo, pero no hace falta, media hora más no va a matarme.

—No estoy tan seguro de eso mi niña, tu carita te delata —dijo Carlos entrando al salón por la puerta que comunicaba con la cocina.

—Dame que te ayudo con eso —dijo Alicia tomando la bandeja que traía Carlos con las últimos muffin del día.

Se acercó a la vitrina y comenzó a colocarlos para que quedaran a la vista de los clientes. El último que tomó se le resbaló y cayó al piso, haciendo que refunfuñara malhumorada. Era uno de Chocolate con glaseado arriba, lo cual le hizo poner los ojos en blanco.

—Justo vos te tenías que caer —se quejó en voz baja mientras se agachaba a recogerlo.

Se preguntó fugazmente si se trataba de alguna especie de señal del universo, pero descartó la idea rápidamente.

—Dame que lo tiro —dijo Pablo.

—Perdón, descontamelo del día.

—Mira si te voy a descontar un muffin Ali, fue un accidente.

—Aún así preferiría que me lo descuenten.

—De eso ni hablar. Vamos, anda a cambiarte que necesitas descansar.

—Pero...

—Nada de peros. Te cambias y te vas a tu casa.

Alicia asintió resignada, no tenía energías para llevarle la contra, más aun sabiendo que era casi imposible ganarle. Se fue al baño y se lavó la cara con agua bien fría, esperaba que con eso fuera suficiente para aguantar hasta llegar a casa. Se despidió de sus jefes y de su compañera y salió del lugar.

Daniel se bajo del taxi algo acelerado y ansioso, había ido hacia allí directo desde el aeropuerto. Solo tenía una cosa en mente y era ella. Quería verla, pero sabía que probablemente no iba a ser bien recibido. Camino decidido hasta el frente de la cafetería, pero una vez allí no se animó a entrar.

Miro por el ventanal intentando encontrarla, pero no la veía por ningún lado. Miro su reloj, era las 4:52 de la tarde, quizás estaba en el fondo cambiándose ya que faltaba poco para que finalizara su turno. Tomó coraje y decidió entrar, no había llegado hasta ahí para comportarse como un cobarde, ya bastante lo había sido ese último mes.

Llego hasta el mostrador donde se encontraba uno de los dueños del café, el mismo que lo había interrogado sobre sus intenciones aquella vez. Pablo levantó la vista y al encontrarse con aquel muchacho frunció el entrecejo. Aunque Alicia no les había contado nada, tanto él como Carlos sospechaban que el culpable de su estado de ánimo era precisamente aquel hombre frente a él.

—¿Sí? —preguntó Pablo algo serio.

—Buenas tardes ¿Se encontraría Alicia? —Daniel intentó sonar confiado, aunque estaba bastante lejos de estarlo.

—No.

La respuesta corta y concisa le hizo saber a Daniel que no era bienvenido. Eso lo llevo a pensar en lo mal que pudo pasarla ella en su ausencia, algo en lo que no había querido pensar en todo ese tiempo. Se había comportado de manera egoísta, había vuelto a ser aquella persona que había sido antes de conocerla y se odiaba por ello.

Como mariposa en Primavera SIN EDITAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora