Capítulo 48

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El rostro de Daniel se contrajo al escuchar aquellas palabras. Nuevamente Alicia no le estaba diciéndole lo que quería escuchar, aunque sinceramente ni él sabía exactamente lo que deseaba que le dijera. Los pensamientos y sentimientos se entremezclaban dentro suyo confundiéndolo cada vez más.

Sabía que Alicia tenía razón, para aclarar sus ideas debía tomar distancia, pero no era algo fácil de hacer. Bajo la mirada fijándola en sus manos nuevamente, no encontraba las palabras o simplemente no se sentía lo suficientemente valiente como para decirlas en voz alta.

Alicia sentía como el nudo en su estomago crecía minuto a minuto mientras más se prolongaba el silencio entre ambos. Era evidente que Daniel no tenía en claro lo que realmente quería y por más que le costara aceptarlo, sabía que debía encontrar aquellas respuestas por su cuenta. Ella no podía obligarlo a nada, no podía interferir en su decisión.

Puso su atención en el postre helado frente a ellos, se estaba derritiendo lentamente, de pronto ya no se veía tan apetitoso. Levantó la mirada y la posó en Daniel, se veía claramente abatido.

Llevaba muy poco de conocerlo, pero había notado lo mucho que había cambiado en ese corto tiempo. En realidad no se trataba den un cambio en sí, solo había abierto sus ojos notando todo aquello que se estaba perdiendo y había actuado en consecuencia, corrigiendo sus propias acciones.

Por eso le estaba costando tanto tomar una decisión, porque estaba segura que si aquella propuesta hubiera surgido un mes atrás la habría aceptado sin siquiera dudar. Ahora que se había acercado nuevamente a su familia lo hacía sopesar lo que arriesgaba al irse tan lejos. Vagamente se pregunto si ella también pesaba en su decisión.

—¿Tus padres ya lo saben? —dijo Alicia en un intento de reactivar la conversación.

—No, sos la primera a quien le digo —dijo Daniel aun sin levantar el rostro.

—Creo que no deberías decirles —aquellas palabras hicieron que la mirara—. No al menos hasta que lo tengas definido, no vale la pena angustiarlos antes de tiempo.

Daniel solo atinó a asentir sabiendo que nuevamente estaba en lo correcto. El silencio volvió a recaer sobre ellos unos minutos hasta que ella no aguantó más.

—Ya se está haciendo tarde ¿Vamos?

Alicia ya no se sentía cómoda en aquel silencio.

—Alicia yo...

—Estoy cansada. Mañana ambos tenemos que trabajar.

Daniel tomo una profunda bocanada de aire y volvió a asentir resignado. Pidió la cuenta y luego de pagar ambos salieron del restaurante. El camino al departamento de Alicia transcurrió también en silencio. Ambos estaban sumidos en sus propios pensamientos, aunque no diferían mucho los de uno y otro.

Al llegar a su destino Daniel apago el motor y cerró los ojos. Sabía que debía hablar con ella pero las palabras aún no encontraban su camino. A su lado, Alicia sentía la imperiosa necesidad de salir corriendo del auto. Necesitaba poner cierta distancia entre ellos, pero temía hacerlo y comprobar que Daniel la dejara ir así sin más.

—Buenas noches —dijo Alicia con la intención de irse.

Daniel sintió como de pronto el pánico invadía su ser, no quería que las cosas terminaran así.

—Espera —pidió tomándola del brazo—. No quiero dejar las cosas así entre los dos.

—Creo que no hay muchas opciones ¿No? —susurró Alicia.

Como mariposa en Primavera SIN EDITAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora