Capítulo 39

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Daniel observaba a Alicia completamente perdido, su pregunta lo había tomado totalmente por sorpresa. Ella no era así de impulsiva, estaba seguro que se había dejando llevar por el momento. Él mismo se había comportado como todo un adolescente hormonal tan solo unos minutos atrás.

Trago saliva con fuerza, debía rechazarla pero sin que interpretara mal la situación. No quería que pensara que él no la deseaba, que él no quería dar ese paso. Claro que la deseaba, pero prefería esperar hasta que fuera su novia. 

Alicia sentía como sus mejillas nuevamente se estaban encendiendo. No podía creer que aquellas palabras habían salido de su boca. No es que no las sintiera, que no lo deseara. Lo hacía con todo su ser, con cada poro de su piel. Pero ella no era atrevida, no era de las que se dejaban llevar por el momento.

Era evidente que Daniel la estaba cambiando, estaba despertando en ella cosas que nadie más había logrado. Lo observo atenta, podía notar que él también se había sorprendido por su propuesta. Pero también pudo ver duda en su mirada y eso la hizo sentir como una chiquilla tonta e inexperta. Aparto la mirada pero el tomo su mentón para que lo mirara.

  —Ali, creo que... 

—¡Chicos! —la voz de Dai lo interrumpió desde abajo—. ¡Diego y Sil ya se van!

Daniel cerro los ojos y tomo aire.

—¡Ahí bajamos! —respondió Daniel sin siquiera moverse de su posición.

Alicia lo observaba esperando que continuara con lo que le iba a decir, pero eso no sucedió.

—Vamos abajo a saludar y después nos vamos ¿Te parece?

Ella solo asintió, sabía perfectamente que Daniel no planeaba llevarla a su casa. Él se levantó y le tendió la mano para ayudarla a incorporarse. Ambos se acomodaron la ropa y salieron de la habitación en silencio. Al llegar a la planta baja, encontraron a todos en el comedor despidiéndose.

Ambos se sumaron a los saludos de despedida mientras Marcela no paraba de darle consejos a Silvana sobre cómo cuidarse, que comer y que no y miles de cosas más. David tuvo que callarla para que la joven pareja se pudiera marchar.

—Nosotros también nos tenemos que ir —anunció Daniel.

—¿Ya? —preguntó Marcela—. Pero le quería mostrar unas fotos a Alicia de cuando ustedes eran chiquitos.

—Definitivamente nos tenemos que ir ya —dijo Daniel riendo—, otro día me avergonzas tranquila.

—Pero...

—Dejalos en paz mujer, otro día le mostras las benditas fotos —dijo David.

—Sí mamá, estoy segura que tienen cosas mucho más interesantes para hacer que quedarse a ver miles de fotos de nosotros en bolas o en situaciones poco fotografiables.

—Son hermosas las fotos que tengo de ustedes —protestó Marcela—. No les hagas caso, otro día venite que te las muestro —le dijo a Alicia.

—Prometo volver pronto para verlas.

—Bueno, nos vamos —dijo Daniel. 

—¡Ah! Casi me olvidaba, esperen un segundito.

Marcela salió disparada escaleras arriba dejando a todos con expresión confundida. Daniel agarro su abrigo y el de Alicia del perchero y le ayudo a colocárselo. Cuando estaba terminando de cerrarse la campera, vió a su madre bajar con algo en sus manos.

—Tomá —dijo extendiendo una antigua cámara fotográfica a Alicia—. Era de mi hermano, él amaba la fotografía.

Alicia observó la cámara asombrada.

Como mariposa en Primavera SIN EDITAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora