Capítulo 44

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Alicia se quedo estática mirando con asombro a Daniel. Él sonrió ante su reacción.

—Es un chiste Ali, acá tenes una remera.

—Gracias —dijo Alicia tragando saliva.

Entro en el baño y suspiró, la idea de él ayudándola a desvestirse no le había parecido tan mala. Comenzó a quitarse su remera y al tomar la de Daniel notó al instante que tenía su olor. La acercó a su nariz y aspiro profundamente, le encantaba ese aroma a él. Se preguntó cómo sería oler su cuello, su pecho. Se la colocó y luego se lavó el rostro para disimular un poco el sonrojo que había provocado aquellos pensamientos. Al salir Daniel la estaba esperando en el pasillo.

—Dame que la limpio —dijo Daniel tomando la remera manchada—. Vigila la comida mientras tanto.

—Dale.

Daniel tardo unos minutos en el lavadero, mientras tanto, Alicia revolvía la comida y vigilaba las papas en el horno. El olor había despertado su apetito, por lo que tomo un trozo de pan y lo mojó en la salsa para probarlo.

—Eso no se hace —dijo Daniel apareciendo a sus espaldas.

Alicia dio un pequeño respingo y se giró. Ambos quedaron muy cerca haciendo que tragara con fuerza el pedazo de pan que estaba en su boca.

—¿Rico?

—Mjmm.

Daniel acercó sus labios a su boca y los saboreo lentamente.

—Creo que sabe más delicioso en tu boca.

Volvió a besarla y luego la soltó, dejándola medio perdida. Alicia pensó que si seguía con aquellas actitudes no iba a poder controlar sus impulsos.

—Vamos a poner la mesa, esto ya casi esta.

Pusieron la mesa y sirvieron la comida, la cual disfrutaron mientras charlaban de varias cosas. Antes de darse cuenta habían tomado más de media botella de vino. Alicia se sentía acalorada y muy relajada, aunque no sentía estar borracha. Pero cuando se levantaron para recoger la mesa, perdió un poco el equilibrio, agarrándose de los brazos de Daniel quien la sostuvo en un movimiento rápido.

—¿Estás bien? —le pregunto.

—Creo que tomé mucho vino.

—Eso parece. Sentate que yo me encargo de acomodar todo.

Alicia asintió mientras se disponía a sentarse, pero al ver la hora en el reloj de pared se paró de golpe perdiendo nuevamente el equilibrio. Daniel volvió a sostenerla y la observo extrañado por su reacción.

—Dios, son casi las doce, me tengo que ir. ¿Me llevas?

—Creí que eras Alicia del país de las maravillas y no la Cenicienta.

Ella comenzó a reír a carcajadas haciendo que Daniel se tentara también.

—Es solo que...es tarde y mañana tenemos que hacer limpieza en la casa con Ana. Además quería salir a la tarde a probar la cámara.

—Ya veo —dijo Daniel—. Si queres te llevo aunque...también podrías quedarte...

Alicia parpadeo un par de veces, no sabía si había escuchado bien o había sido producto de su imaginación algo embebida en alcohol. Daniel la observaba atento, parecía no terminar de comprender sus últimas palabras. No se arrepentía de haberlas dicho, realmente quería que se quedara. Sabía que se estaba contradiciendo, hacía menos de una semana que se había negado a esas mismas palabras pronunciadas por ella. Pero el alcohol y su presencia allí en su casa habían disparado su libido.

Como mariposa en Primavera SIN EDITAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora