Capítulo 49

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Era domingo y Daniel se encontraba estacionado su auto frente a la casa de sus padres, lo habían invitado a almorzar como despedida por el próximo viaje. Había decidió hacerle caso a Alicia y callar lo de la propuesta laboral, no tenía sentido seguir afectando a más personas con su indecisión.

No había vuelto a ver ni hablar con Alicia desde la cena del jueves, sabía que ella quería distancia y decidió respetarla. En consecuencia había pasado los días algo decaído, no dormía bien y se encontraba bastante disperso y distraído.

Bajo del auto y se encaminó hacia la entrada, no estaba convencido de entrar ya que sabía que al hacerlo caería sobre él una lluvia de preguntas de parte de su madre. La falta de sueño ya se estaba notando en su rostro y el hecho de no haber asistido con Alicia la haría sacar conclusiones rápidamente.

Sin más opciones tocó el timbre y la puerta se abrió a los pocos segundos.

—Hola hermanito —dijo Daiana, pero al verlo frunció el entrecejo—. ¿Qué te pasa?

—Hola pecosa —dijo Daniel entrando—. Nada, estoy con mucho trabajo estos días por el tema del viaje y me tiene algo estresado.

—¿Seguro que es por eso?

—Sí enana. ¿Ya llegó Diego y Sil?

—Sí, están todos en el patio.

Ambos caminaron hacia donde se encontraba el resto de la familia, quienes charlaban amenamente disfrutando del esplendido día que hacía. Las temperaturas estaban comenzando a ser más altas y el sol calentaba un poco más, se notaba que estaba finalizando el invierno. Pensar en la primavera le recordaba a ella.

—Hola mi niño —dijo Marcela al ver a su hijo—. ¿Alicia no vino?

—No podía, tenía un compromiso y no pudo cancelarlo. Mando sus saludos.

Daiana lo miro entrecerrando los ojos pero Daniel se hizo el desentendido.

—Oh, que pena, no la veremos hasta que vuelvas del viaje.

Daniel solo atino a asentir mientras se acercaba a saludar al resto de los presentes, luego tomó asiento en uno de los sillones de jardín.

—¿Estas durmiendo bien? —preguntó Marcela cuando tomo asiento frente a su hijo.

—Más o menos, todo esto del viaje me tiene estresado. Esta última semana no he parado de trabajar, mi jefe no va a poder acompañarme por lo que voy a tener que hacerme cargo de todo yo solo.

Decidió contarles parte de la verdad, al menos para que no se aventuraran a pensar que su estado era debido a algo más.

—Es una gran responsabilidad que te han echado encima —dijo David.

—Lo es, pero no puedo negarme tampoco.

—Esperemos que después de este viaje te den unas merecidas vacaciones como recompensa—dijo Diego.

—Puede que lo pida —dijo Daniel.

—¿Ya sabes cuando volves? —preguntó David.

—No, todo depende de cómo se den las cosas allá.

—Aprovecha para pasear, es muy lindo Londres —dijo Diego.

—Sí, eso me dijeron, aunque me voy a conformar si al menos tengo tiempo para descansar.

La charla duro poco más y luego se dispusieron a entrar para almorzar. Marcela había preparado una lasaña, una de sus especialidades. En realidad todo lo cocinaba lo hacía de maravilla. Después de almorzar, Diego y Silvana se marcharon, ella estaba algo cansada debido al embarazo. Daiana le pidió a su hermano que la acompañara a su habitación ya que quería mostrarle algo. Daniel la siguió escaleras arriba sabiendo que esa había sido una excusa para hablar con él a solas. Una vez en la habitación de su hermana, se sentó en el borde de la cama resignado.

Como mariposa en Primavera SIN EDITAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora