Capítulo 20

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Daniel observaba la puerta frente a él ¿Qué había ocurrido? Esa chica le había gritado y luego le había cerrado la puerta en la cara dejándolo solo en medio del pasillo. No pudo evitar sentir algo de culpa, ella tenía razón ¿Cómo había permitido que Alicia se emborrachara?

No había tenido esa intención, no había buscado emborracharla al propósito. Solo había pasdo y luego se preocupó por que llegara a salvo a su casa. Se había comportado como todo un caballero, incluso se había contenido durante casi toda la noche las ganas de volver a besarla. Es que después de aquel inocente beso quedó perdido y con ganas de más.

Bajo la mirada a sus manos, aun sostenía las llaves de Alicia. Decidió llevárselas, ni loco hablaría con aquella chica nuevamente, eso le hacía temer por su integridad física. Metió las llaves en el bolsillo de su pantalón y comenzó a caminar hacia el ascensor. Mientras bajaba a la planta baja pensó que era bueno que Alicia tuviera una amiga que se preocupara tanto por ella.

Salió a la calle y luego subió a su auto, era tarde y necesitaba descansar un poco antes de que tuviera que levantarse para preparar el almuerzo para sus padres. Diez minutos después ya estaba acostado en su cama mirando el techo. No podía sacar de su cabeza aquellos ojos bicolor, aquella sonrisa inocente y aquella sensación que había provocado en él aquel beso. En algún momento de la noche cayó rendido en un profundo sueño.

Alicia se despertó con un terrible dolor de cabeza. Apretó sus ojos con fuerza intentando soportar el dolor, pero sabía que iba a requerir de algún medicamento para poder deshacerse del él. Abrió levemente los ojos, la habitación estaba en penumbras, cosa que agradeció. Se giro y pudo notar que Ana no estaba en su cama.

Se levanto más impulsada por las ganas que tenía de ir al baño que por otra cosa. Arrastro sus pies hasta la puerta y al abrirla tuvo que cerrar rápido sus ojos debido a la luz que inundaba el pasillo. Siguió a tientas hasta dar con la puerta del baño y entró sin prender la luz. Hizo sus necesidades y luego decidió darse una ducha, necesitaba despejarse un poco.

Abrió la ducha y templó el agua, luego se desvistió notando que llevaba puesta la remera que le había prestado Daniel. Frunció el ceño, no recordaba mucho de lo sucedido anoche, por lo que no entendía como había acabado con aquella remera puesta.

Se la quito y se metió bajo el chorro de agua, cerrando los ojos y apoyando su frente en la pared azulejada. Permaneció así varios minutos, intentando relajar su cuerpo. Luego de bañarse cerró las canillas y salió de la ducha. Agarro la toalla y seco su cuerpo lentamente, ya que todo movimiento brusco le hacía sentir puntadas en la cabeza. Una vez seca envolvió su cuerpo con la toalla ya que no había llevado ropa al baño.

Al salir el olor a azafrán la envolvió. Su amiga estaba preparando risotto y eso le sacó una sonrisa ya que era una de sus comidas favoritas. En vez de entrar al cuarto a vestirse se dejo llevar por el olor hasta la cocina. Encontró a su amiga moviéndose de aquí para allá y eso le causo gracia. Ana era una excelente cocinera, pero era muy desorganizada y sucia para cocinar.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Ali.

Ana se giro hacia su amiga y la observo unos segundos intentando analizar como se encontraba. Sonrió al notar su ceño fruncido, debía tener un fuerte dolor de cabeza. Alicia nunca se había emborrachado, no tenía demasiadas experiencias en su haber.

—¿Te duele mucho la cabeza? —preguntó divertida.

—Bastante —exclamo Ali—, nunca más vuelvo a tomar alcohol.

—No seas exagerada, solo debes aprender a beber con moderación.

Ana se giró y tomó una cuchara de madera para revolver el risotto.

Como mariposa en Primavera SIN EDITAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora