Daniel y Alicia se observaban el uno al otro, ninguno se movía ni emitía sonido alguno. Parecía uno de esos momentos en el que el tiempo parece detenerse y hasta la tierra deja de girar, para que de un segundo al otro todo vuelva a la normalidad.
—Hola...emm...vine por mis llaves —dijo Alicia rompiendo aquella burbuja—. Te mande un mensaje de que pasaba ¿no lo viste?
Daniel sacudió la cabeza intentando despejarse de aquel extraño trance. Alicia lo tomo como una negación en respuesta a su pregunta. En ese instante se escucharon risas provenir del comedor y Alicia se sintió incomoda.
—Perdón, no sabía que estabas ocupado, no era mi intención molestar...
—No, no molestas —la interrumpió Daniel—. No vi el mensaje pero no hay problema, te había dicho que pasaras cuando quisieras.
—¿Seguro?
—Por supuesto. Veni, pasa que busco tus llaves.
Daniel se corrió hacia un costado dándole paso y Alicia entro con paso inseguro. Una vez dentro él cerró la puerta y se giro hacia ella, que se había quedado clavada a tan solo unos pasos de él.
—¿Qué ocurre? —preguntó Daniel al verla tan incómoda.
—Nada...yo...
—¿Quién era mi niño? —la voz de Marcela interrumpió a Alicia.
La madre de Daniel llego a la entrada y al contemplar la escena se le planto una sonrisa en su rostro. Daniel la noto de inmediato y rogó por dentro de que no hiciera ningún comentario incomodo.
—Hola querida, soy Marcela, la mamá de Dani.
Daniel largo el aire que no sabía que estaba conteniendo, aunque no se calmo del todo, todavía era demasiado pronto para sentirse tranquilo.
—Hola señora, mucho gusto —dijo Alicia extendiendo su mano—. Me llamo Alicia.
Marcela observo su mano y luego se acerco a ella negando, depositando un beso en su mejilla a modo de saludo.
—Por favor, nada de señora y de tantas formalidades, eso me hace sentir más vieja.
—Perdón, no era esa mi intención.
Marcela observo a su hijo con mirada inquisidora, este había permanecido mudo e inmóvil durante toda la interacción.
—Hijo ¿vas a invitarla a pasar o la vas a dejar aquí parada? Esos no son los modales que te enseñe.
—Sí, yo...—Alicia dudo como seguir—, no hace falta, solo vine por una cosa y me voy.
—Nada de eso, estábamos por comer una rica torta, estoy segura que te va a encantar, es de chocolate —dijo Marecela tomando a Alicia del brazo—. ¿Ya comiste no? Porque si queres sobro de los canelones que hizo acá mi niño, no sabes lo ricos que estaban.
Daniel estaba empezando a sentirse avergonzado. Las siguió rumbo al comedor aún anonadado y sin poder reaccionar.
—Querido, te presento a Alicia —dijo Marcela con una sonrisa—. Él es el papá de Dani, David.
Daniel frunció el seño mientras pedía internamente que dejara de llamarlo Dani o mi niño.
—Mucho gusto muchachita —dijo David levantándose para saludarla con un beso en el cachete.
—El gusto es mío —dijo Alicia con una tímida sonrisa.
—Sentémonos a comer —dijo Marcela.
Alicia miro con duda a Daniel, quien le sonrió como pudo y la invito a sentarse corriendo una silla para ella. Alicia se acercó y se quitó el abrigo y su bandolera para dejarlas apoyadas en la silla. Pero Daniel tomó sus cosas y las llevó al perchero de la entrada. Volvió rápido para no dejar sola a Alicia con sus padres. No es que le molestara que los conociera, de hecho se sentía extrañamente tranquilo al respecto. Pero no quería que la hicieran sentir incomoda por ninguna razón y conocía a su madre y su manía por ser demasiado abrumadora.
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Como mariposa en Primavera SIN EDITAR
RomanceAlicia era distinta. Daniel era uno más del montón. Hasta que la conoció. No está loco quien mira el mundo con otros ojos, loco esta quien no sabe apreciarlo. Todos los derechos reservados. Obra protegida por el Derecho de Autor DNDA (Direccion Na...