Daniel había arrancado el día bastante temprano ya que los sábados venía Lidia, la mujer que limpiaba su departamento. Normalmente aprovechaba para salir a correr e ir al gimnasio, pero en esta ocasión fue a realizar unas compras al supermercado. Había invitado a sus padres a almorzar al día siguiente, invitación que sorprendió a sus progenitores de sobremanera.
Las conversaciones que había mantenido con Alicia en aquellos días lo habían hecho notar lo mucho que se estaba alejando de su familia y lo poco que disfrutaba de tenerlos en su vida. Debía ser más agradecido con tener la oportunidad de pasar tiempo con ellos. Por eso había decidió llamarlos la noche anterior para invitarlos. También tenía pensado invitar otro día a sus hermanos, quizás el próximo fin de semana.
Una vez concluyo con las compras volvió a su departamento. Guardo todo en los lugares correspondientes y luego se cambio poniéndose unos pantalones cortos y una camiseta para subir al gimnasio, ya que Lidia aún no había finalizado. Luego de una hora corriendo en la cinta bajo deseando que la casa ya estuviera lista, así podría darse una ducha tranquilo.
Para su suerte ya estaba todo listo, Lidia lo esperaba en la cocina tomando un vaso de agua.
—Todo listo Daniel, lo veo la próxima semana.
—Sí, muchas gracias Lidia —dijo Daniel tendiéndole el pago por sus servicios.
La acompaño a la puerta y luego se apresuro a meterse a bañar. Una vez limpio y vestido miro la hora. Eran las 12:15, demasiado temprano para no tener nada más para hacer. Estaba tentado en llamarla o en mandarle un mensaje, pero no quería parecer demasiado insistente o desesperado. Decidió que esperaría hasta la tarde, solo esperaba ser paciente y acatar su propia decisión.
Su teléfono comenzó a sonar en ese instante y se encontró deseando que fuera ella quien lo llamaba, pero era el nombre de su hermana el que aparecía en la pantalla.
—Hola pecosa.
—Ok, ya me decís quien sos y que hiciste con mi hermano —dijo Daiana.
—¿Por qué lo decís?
—Primero que nada me llamaste pecosa, la última vez que lo hiciste tenía dieciséis años.
—No puede ser que haya pasado tanto tiempo —dijo Daniel pensativo.
—Pues así es. Y hoy me entere de que invitaste a papá y a mamá a almorzar mañana. Eso ni siquiera sé si ocurrió alguna vez.
—No seas exagerada Dai, sí que invité a mamá y papá a casa, hasta también han venido vos y Diego.
—Deja de dar vueltas y explicame a que se debe todo esto.
—No hay nada que explicar, solo los invite porque llevo mucho tiempo sin verlos.
—Sí, claro ¿y a nosotros no pensas invitarnos?
—Sí, pensaba decirles para el próximo finde.
—Yo no puedo, me voy a la costa con las chicas.
—¿Solas?
—No empieces vos también, ya tuve suficiente con papá.
—Bueno, bueno, no te digo nada —dijo Daniel entre risas— ¿Tenes algo que hacer ahora?
—No ¿Por?
—¿Almorzamos?
—Claro que sí —dijo Daiana emocionada—. ¿Me pasas a buscar?
—Sí claro, en media hora estoy por ahí.
—Dale, te espero.
Daniel cortó y se quedo mirando el teléfono durante unos segundos. Amaba a su pequeña hermana, su energía y efusividad eran contagiosas. Hacía mucho que no la veía, así que estaba contento de haber quedado con ella para almorzar, así tendrían la oportunidad de ponerse al día.
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Como mariposa en Primavera SIN EDITAR
RomanceAlicia era distinta. Daniel era uno más del montón. Hasta que la conoció. No está loco quien mira el mundo con otros ojos, loco esta quien no sabe apreciarlo. Todos los derechos reservados. Obra protegida por el Derecho de Autor DNDA (Direccion Na...