Parte 1: Ira.

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POV CHRISTIAN

El trabajo siempre es duro y más aún cuando es mi propia empresa, soy el jefe, y por supuesto que no respondo a ninguna maldita junta directiva, no es mi estilo. Amo tener el control sobre todo, pero en especial sobre las personas. Es mi forma de sentirme más cómodo con lo que me rodea, y aunque no soy completamente feliz, creo que estoy bastante bien para vivir con este estilo.Después de todo, es lo que merezco o lo que creo merecer, pues más de un de los que son cercanos a mi opinan lo contrario. 

Supongo que las cosas que he logrado obtener, no se deben a la suerte que tengo, sino al trabajo y tiempo que le dedico a ello de hecho, me retracto, estoy seguro de que lo he logrado con mi propio esfuerzo. Pero más allá de las decisiones que he tomado, solo hay una de la que me arrepiento y que me obligo a mantener en secreto solo para mi: El BDSM. 

Desde que mi vida comenzó con Ella, mi madre biológica, todo fue una completa mierda, incluso a pesar del cariño que Grace me dio al abrirme las puertas a su familia y su corazón. Supongo que para un niño nunca es fácil admitir que tu verdadera madre no te quiere lo suficiente. Supongo que todo se encaminó y mejoró cuando Elena me introdujo al BDSM, siendo sumiso y luego convirtiéndome en dominante. Pero he llegado a un punto en el que preferiría no haberlo elegido, son demasiados los limites y ya ni siquiera los puedo controlar, incluso se podría decir que son los limites los que rigen mi vida, ha dejado de ser placentero para convertirse en un sucio esqueleto que me concentro en mantener escondido en mi armario.

Ahora mi vida es una completa rutina que se traduce en trabajo, ejercicio, comida, intentar dormir, pesadillas, medicina, piano, Flynn y luego volver a la soledad que me proporciona mi apartamento o mi despacho en la empresa. Si... es mejor estar solo, nunca podría obligar a nadie a compartir mi vida, ya no lo merezco, solo contaminaría el alma de la otra persona. 

-Sr. Grey... tiene una llamada de la Señora Lincoln en la línea dos. - La voz de mi asistente Andrea me interrumpe.

- Esta bien Andrea que nadie me moleste por favor. - Veamos que quiere ahora esta mujer.

- Grey. - Digo secamente luego de presionar la tecla correcta. 

-Ya sé que eres tu Christian, simplemente voy a ir al grano. ¿Cómo estás con Leila? - Así que eso querías saber Elena... Demasiado predecible ¿Cuándo dejaras de meterte en mi vida? Ya no tengo 15 años. A esto me refería cuando digo que ahora los límites se han vuelto en mi jodida contra.

- Estoy bien por ahora, pero el contrato acaba en dos semanas y quiero tomarme un descanso de esto, así que no me llames por un tiempo. ¿Eso es todo?- Digo con mi mejor voz de dominante y de CEO. No voy a andar rogando a nadie. 

- Claro que si qu... - Pero ya no la escucho más porque he colgado, hay una pequeña satisfacción en aquella acción "Los pequeños placeres cotidianos" como diría mi psicólogo.

Los días pasan y finalmente llega el viernes, día en que Gail, mi ama de llaves, se va a descansar y Leila viene a cumplir su rol de sumisa. Taylor me lleva a través del tráfico de regreso a casa. Otra vez a la maldita rutina. Mi celular suena y en el identificador veo el número de Mia.

- Hola Mia - Digo cansado.

- Hola Christian, se que debes estar ocupado pero quería saber si mañana podemos cenar en tu casa, sería solo tú, Elliot y yo. Quiero comentarles algo especial a mis hermanitos queridos. - Diablos! No puedo decirle que no a ella, aunque tampoco me da opciones, su personalidad radiante y siempre activa se niega a aceptar mi hermetismo. 

- ¿Si sabes perfectamente que no puedo decirte que no, para que preguntas? - Le digo con una sonrisa pequeña, ella es un pequeño rayo de luz en mi oscura rutina.

- ¡PERFECTO! - Chilla desde el otro lado de la línea. - ¿Nos vemos a las ocho? Yo llevo la comida.-Y sin más que decir me corta la llamada. Esta niña trae algo entre manos y no estoy seguro si quiero saber, pero también es verdad que me alegro por ella el noventa por ciento de las veces, el restante diez me preocupa su seguridad y su dudosa madurez.

...

Seis, siete, ocho... son los azotes que le estoy dando a Leila. Ella se retuerce excitada mientras tira de las cuerdas de la mesa en donde esta recostada y atada con su torso sudado y expuesto a la tortura, parece una mártir, y cuando llego a diez la penetro con fuerza. Acabamos rápido y ello me hace pensar en que ya no la necesito, podemos terminar el contrato sin problemas, todo se ha vuelto mecánico entre nosotros y ese no es el objetivo de esta habitación, si ya no nos esforzamos no lo vale.

En un par de horas llegarán Mia y Elliot, Leila deberá irse antes esta vez, no me importa. Dejo que se levante y me acomodo el bóxer y los pantalones, apenas si me los he bajado para complacer mis apetitos.

- Leila quiero que te vayas antes de las siete, nos veremos para una última sesión el sábado que viene. Mi abogado te hará llegar los papeles y el dinero por el cierre del contrato. - Digo mientras recojo la fusta y la acomodo en su lugar.

- Pero Amo yo creí que... - ¿Cómo se atreve a hablarme cuando no le pedí su opinión? Me giro para verla completamente furioso por haber roto una regla y ella baja de inmediato la mirada, consciente de lo que ha provocado.

- La decisión está tomada, y te vas ahora mismo. - Ella no se mueve, ¿Qué carajos le sucede para desobedecer y no moverse de inmediato? Reglas son reglas y deben ser cumplidas, sobre todo en este cuarto.

- Pero yo pensé que querría más... - El mismo problema que Susana, otra que se enamoro de mí. Pues no es posible en esta vida ni en ninguna otra, los sentimientos generan descontrol, no hay reglas en ellos. Yo nunca doy más y eso deberían saberlo en esas charlas que sé que arman supuestamente a escondidas de mi, Elena me tiene bien informado y Taylor también.

- Que te quede claro Leila, yo NUNCA le doy nada mas a mis sumisas así que vete antes de que decida castigarte como te mereces ¡VETE!- Le grito y ella sale asustada del cuarto rojo.

¿Por qué tuvo que arruinar todo justo dos horas antes? Salgo del cuarto rojo y lo cierro con llave. Me dirijo entonces a mi habitación necesito cambiarme para esperar a mis hermanos, una vez listo me dirijo a mi piano en donde me siento cómodo y me ayuda más de lo que querría admitir. Es un curioso lugar para pensar mientras ejecuto algunas obras que son de mi preferencia.

Estoy concentrado en una pieza de Bach cuando una mano se desliza por mi hombro derecho hasta llegar al centro de mi pecho. La zona prohibida. Sé que es Leila por el caro perfume que emana de ella, un requisito en específico que he colocado personalmente en el contrato. Y de repente me siento furioso, demasiado furioso. Le prohibí expresamente que no me tocara, todas lo han firmado en sus contratos, y ahora ella se ha atrevido a desobedecer rompiendo, o más bien destrozando, la regla más importante de todas, la única regla que se extiende a todo el mundo. 

Me levanto y giro lentamente tratando de contener mi furia hasta estar lejos de mi costoso piano, no es como si no pudiera comprar otro si le sucediera algo, pero es una de las primeras cosas a las que realmente le tengo aprecio, pero todo se va al carajo cuando ella se tira a mis brazos y me besa desesperada.

Entonces veo todo rojo y me vuelvo loco. 


Nuestra locura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora