Parte 5: Amigos

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POV ANASTASIA

Mi cabeza palpita con fuerza contra mi sien, me duele casi todo el cuerpo y lo siento como agarrotado, no me puedo mover sin provocar dolor. ¿Dónde estoy? Tal vez las voces lo sepan, después de todo ellas siempre saben todo, pero nada me responde por primera vez en mi vida. Abro los ojos y veo una tenue luz que inunda la habitación, intento mover mis manos para tocar mis ojos, pero no puedo hacerlo, un peso me las retiene y las pocas fuerzas que tengo no son suficientes para moverlas. Siento que me empiezo a desesperar, de mi garganta sale una especie de graznido y no puedo cerrar mi boca porque un tubo me lo impide. ¿Qué me pasa? ¿Qué me están haciendo?

- Tranquila, los doctores ya van a venir. - Una voz grave me sorprende a mi izquierda. Giro lentamente mi cabeza y me encuentro con un par de ojos grises que me observan fijamente en una mirada que me intimida. - No te muevas, estás muy lastimada ¿Ok? - Una mascarilla de oxígeno opaca un poco su voz, pero no hace mucho para que no note que hay un matiz de orden en ella.

Trato de asentir y él hace lo mismo. Nos quedamos mirándonos lo que creo que es mucho tiempo, recorro sus facciones permitiendo maravillarme con una barba de un par de días, un par de labios finos y en definitiva, un rostro apuesto y varonil, frunzo el ceño al percatarme de que va amarrado por correas en su cintura, manos y pies, impidiendo que mueva más que su cabeza. Creo que un dios griego no se vería tan bien a pesar de que el desconocido parece haber pasado días en esa camilla. ¡Diablos! Desearía tanto preguntarle su nombre y saber si es tan perfecto como él, pero no puedo hacer nada con esto en mi garganta que al menor movimiento me dan ganas de vomitar.

Un pitido al que no había prestado atención antes me saca de mi observación y veo de reojo un cable en mi brazo y una correa gruesa que me amarra de la muñeca. ¿Por qué me amarran? Ahora entiendo por qué no puedo moverme. 

- Mírame. - Dijo aquel hombre nuevamente. - no te alteres... quie... ¿Quieres que te cuente dónde estamos? - Preguntó con duda a lo que respondí con un asentimiento de cabeza, o lo que pude intentar hacer. - Bueno... estamos en un hospital, nos tocó compartir cuarto, no sé exactamente como llegaste a esto, pero tienes una pierna con escayola y muchas vendas y tubos por todo el cuerpo... -

Se detuvo lentamente dejando las palabras en el aire para que las procese. Clavé en sus ojos grises mi mirada y él soltó un leve suspiro. Nos quedamos en silencio nuevamente, en parte era cómodo y en parte me sentía expuesta, como si nos comunicáramos con tan solo vernos. Notaba el dolor en su mirada, un pasado oscuro tal vez, pero no podía fiarme de mis intuiciones, no siempre era la mejor leyendo a las personas.

- Vino una rubia a verte, casi lo olvido... estaba preocupada.- Oh dios mio, Kate estuvo aquí.

El frunce el ceño al igual que yo al sentir la puerta abrirse y por ella entra una doctora que parece ser amable. Ella mira a mi compañero de cuarto y suspira con cansancio.

- Buenas tardes Sr. Grey - Dice con cansancio, a lo que él responde con un simple y frío "buenas" aún sin quitarme la vista de encima.

- Oh, Veo que al fin despertó señorita Steele. Bien tengo que hacerle un par de controles para retirar lo que ya no sea necesario.- Ella apretó un botón en la pared y comenzó a leer una planilla a los pies de mi cama.

A los pocos minutos una enfermera abrió la puerta y entró con un carrito que traía quien sabe que cosas, pero todo lucía muy médico.

- Bien señorita Steele vamos a comenzar con un chequeo de su vista, luego seguiremos con sus pulmones, sus manos y piernas. - Dijo mientras me iluminaba con una linterna en los ojos.

Sentí un dolor punzante cuando presionó en mis costillas y solté un leve gemido mientras contenía las lágrimas, demasiado dolor.

- La está lastimando. - Gruñó mi compañero haciendo que me distrajera de mi revisión.

Nuestra locura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora