El caballero

Capítulo 8

Era la media noche y aun no acababan de recoger los cadáveres. Apilando los cuerpos en una van que Darien mandó a traer de su mansión cuando le pidió el favor a Malachite de ir por ella, seguían trabajando sin descanso.

Y lo peor (o por lo menos para Yaten) era que apenas estaban empezando.

—maldita sea mi suerte, ¡maldita sea!

—ya, ya, ya hermano que pues, ya qué. Este es nuestro trabajo Yaten y bien sabes que esto pasa a cada rato. Mejor terminemos de meter a estos tipos a la van para que....

—sí, sí, ya sé. Ya voy Taiki.

Yaten estaba ahí, casi que echando fuego por las orejas del mal genio que tenía por no poder irse para la casa de Mina pero los hermanos Black, estaban de peor genio que él.

Y como Diamante no desaprovechaba oportunidad para molestar a Darien....

—¿esto no habrá sido obra tuya Darien?

—Diamante, ¿de qué rayos estás hablando? No, ¿Cómo se te ocurre? ¿Sabes en el problema tan grande en el que me habría metido con el "gran sabio" si nos hubieran robado hoy?

—pues no sé pero esto está muy raro. Tú bien sabes que a uno solo lo roba el que lo conoce. Nadie más.

—Diamante, hermano, no jodas al cuñado que...

—no, no, no Zafiro. ¿Cómo sabían esos tipos que estábamos aquí haciendo el desembarque? ¿Ah? ¿Cómo explicas eso, caballero?

—eso es precisamente lo que voy a averiguar. –Lo miró con la misma seriedad con la que él lo miraba y luego fue hasta donde estaban los muchachos conectando una manguera para limpiar el reguero de sangre y sesos que había por todas partes—Yaten, Taiki, dejen eso que nos vamos. Que Malachite y los demás se encarguen.

—¡si señor!

Contestaron todos esos hombres al unísono.

—Malachite, a más tardar en media hora te llamo para indicarte lo que debes hacer con los cuerpos. Espera mi llamada.

—sí señor, como usted ordene patrón.

—limpien todo esto. No quiero que quede un solo rastro de lo que pasó y vayan a la bodega. No debe tardar en llegar la policía y no es seguro estar aquí.

Darien estaba dándoles indicaciones a sus hombres de confianza sobre lo que debían hacer antes de irse a investigar qué era lo que había pasado cuando....

—¿alo? Hola Mina si, veras, no puedo llegar porque aún estoy trabajando. Lo siento mucho y.... oye, no, no, no, ¡no es por nada de lo que estás diciendo! ¡Claro que me enojo y levanto la voz todo lo que me da la gana porque no sabes la ira que me da que digas eso! ¡No, por supuesto que no es por eso y me estas empezando a...! ¿alo? Mina, ¡Mina! ¡Ah, vida tan perra la mía, me tiró el teléfono!

Yaten estaba que se mordía la planta de los pies de la ira que tenía con Mina por haberle dicho que él era un perro mujeriego que solo quería burlarse de ella. Estaba de un genio de los mil demonios y la risa de sus compañeros de trabajo y más la de su jefe (al cual por supuesto no le podía decir nada) lo tenían peor.

—¿Cómo difícil la rubia, verdad Yaten?

—señor, se lo ruego. Vamos y buscamos al que sea que haya mandado a esos malnacidos para matarlos mil veces señor, se lo suplico.

—ay Yaten, ——decía Taiki muerto de la risa al igual que los demás—pero no seas así. ¿Qué culpan tienen esos hijos de puta que tu doctora sea tan de mal genio y te haya mandado a comer mierda ah?