Capítulo 17

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—Taiki, Taiki mi amor...

Sentada a su lado y tan elegante como se veía siempre en sus acostumbradas faldas de tubo largas, lentes y bata blanca, le acariciaba el rostro sin poder dejar de llorar. Amy estaba muy, muy enamorada de Taiki y aunque sabía que todo lo que Yaten le había confesado sobre ellos era grave, no quería dejarlo. No quería apartarse de su lado ni un solo momento.

Preocupada por Mina, Yaten, su pelea y lo que pudiera pasar, más preocupada la tenía Taiki. Le rogaba a todos los santos (a pesar de ser una intelectual y creer sobre todo en los hechos más que en la "fantasía" que algunos llaman fe) para que lo salvara. Oraba y pedía por su salvación como nunca antes había orado en su vida. Pedía con tanta fe que hasta parecía que sus plegarias estaban siendo escuchadas.

—A, Amy...Am, Amy....

—Taiki...—tomó su canalizada mano y la besó—definitivamente hay cosas que ni la ciencia ni la medicina pueden explicar; tú eres una de ellas mi amor. Mira que delirar mi nombre aun con toda la anestesia que te pusieron y los calmantes que tienes en el suero, solo se puede llamar una cosa. Un milagro.

— Am, Amy....

— Shu, shu, shu mi amor, no digas nada mi rey. —Sonrió con ternura al llamarlo de forma masculina como él se la pasaba llamándola a ella. Luego se levantó de la silla, se acercó más a él, a su rostro, y lo besó—No me importa lo que eras, lo que eres o lo que vayas a ser Taiki. Yo te amo a ti. A ti y solo a ti.

— Amy... mi reina....

— Tranquilo, tranquilo mi amor. —Decía con los ojos cerrados mientras le daba pequeños besos en las mejillas, en los labios—Yo no voy a permitir que te metas en un problema. Yo voy a cuidar de ti así como tú has cuidado de mí. Te lo prometo mi amor.

Y mientras Amy y Taiki eran (casi, él estaba medio muerto e inconsciente) todo amor, Mina y Yaten....

— Hola Artemis, ¿y Mina? ¿Dónde esta Mina?

— Llegó hace diez minutos y se veía exactamente como tú, —sonrió el muy malvado— de la chingada. ¿Y ahora por que pelearon ah? Mira que le pidió al paciente que se fuera y nos mandó a todos a la mierda Yaten. ¿Qué le hiciste esta vez muchacho?

— Luego hablamos Artemis, luego te cuento pero por ahora necesito hablar con ella.

Artemis le sonrió y tomando camino a su consultorio que quedaba en la primera planta para recoger sus cosas y volver a su casa con su esposa e hija, lo vio irse igual a como había visto a su querida amiga Mina que era más que su amiga, era como su segunda hija. Lo vio irse en mar de preocupación y angustia. Sin poder hacer nada más que sonreír porque el amor joven le parecía fascinante, pronto sonrió aún más porque escuchó que Mina lo mandó (como por milésima vez desde que salían) a la mierda.

— ¡Vete de aquí Yaten! ¡Yo no tengo nada de qué hablar contigo! ¡Eres un maldito mentiroso! ¡Vete, vete, vete! ¡Vete y nunca vuelvas a buscarme!

— Mina, Mina por favor, hablemos. —Contenía su enojo todo lo que más podía mientras ya había desistido de tocar la puerta—Por favor, todo tiene una explicación.

— ¿Sí? ¡Pues no me interesa oírla!

Dijo ya Mina parada frente a la puerta; sin abrirle desde luego.

— ¡¿Cómo pudiste mentirme durante todo este tiempo?! ¡¿Cómo fuiste capaz?!

— ¡Yo solo lo hice por protegerte! ¡Porque te amo maldita sea! ¡Porque te amo y no me perdonaría nunca que algo te pasara por mí culpa! ¡Solo por eso Mina! ¡¿Te parece poco?!

El caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora