Capítulo 11

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Serena estaba muy incómoda; y no por estar usando aquel collar que valía una pequeña fortuna y por el que muchas no le quitaban la mirada de encima. Estaba muy incómoda porque ella sabía que sus amigas se morían por estar a solas con ellos.

No sabía ni que hacer para salir de aquel lío.

— Oigan muchachas, no se preocupen. Yo puedo tomar un taxi y....

— ¿Qué? ¡¿Enloqueciste Serena?!—dijo Mina—No, olvídalo. No podría dormir tranquila si sé que estas por ahí sola y con ese collar. Tranquila. Yaten y yo te podemos llevar hasta tu casa. ¿Verdad que no hay problema, mi amor?

—No, ninguno, mi amor.

Le sonrió igual de malicioso a como ella lo había hecho mientras Taiki, Amy y la misma Serena, se reían.

—no hay ningún problema Serena y vamos. Mina no me lo perdonaría y mucho menos lo haría mi jefe, si a ti te pasara algo. Sube. Ya es algo tarde.

—De verdad muchachos que yo me puedo ir en un taxi y....

—que no Serena y vamos. –La empujó Mina muy alegre hasta la camioneta—Vamos que te vamos a dejar en la puerta de tu casa. Chao Amy. Chao Taiki.

—nos vemos Mina.

Sonrió Amy mientras sacaba las llaves de su deportivo azul y se las pasaba a Taiki.

—chao Serena. Nos vemos luego.

Todos se despidieron y subiendo a sus autos, se fueron de la elegante fiesta en donde muchos de los invitados ya se estaban yendo.

.

.

Luego de despedirse de Mina y Yaten, entró a su casa. Siendo ya bastante tarde de la noche y sin querer despertar a su madre, se quitó los tacones plateados, tomó la cola del largo y brillante vestido blanco que estaba usando para subir las escaleras y entrar a su habitación pero....

—hola hija. ¿Qué tal estuvo la fiesta?

— ¿Mamá?—se acercó a ella con incredulidad que estaba en la cocina cerrando la nevera— ¿y eso? Ya te hacía en el quinto sueño. ¿No me digas que me estabas esperando?

— Pues mentiría si te digo que no Serena pero no, ——sonrió—no es solo por eso. Es que bien sabes que cada que estoy en esta casa...

—...no puedes dormir bien. Si mamá, lo sé.

Corrió una silla de la mesa que estaba en la cocina y se sentó al igual que lo hizo ella.

— Sé perfectamente que aun te cuesta trabajo lo de mí....

— No mi amor, no hablemos de eso ahora y dime, ——sonrió con fuerza evitando el nudo que se había formado en la garganta al recordar a su esposo y con él, las lágrimas— ¿Qué tal estuvo la fiesta? Imagino que te fue muy bien porque para que tú llegues a esta hora y...oye, espera un momento. ¿Y eso qué es?

— Eh, ¿esto?—se llevó las manos hasta el cuello—Eh bueno, es un collar mamá.

— Ya sé que es un collar Serena pero dime, ¿de dónde lo sacaste? Cuando saliste no llevabas algo tan bonito como eso puesto. ¿Te lo prestó alguna de tus amigas?

— Si le digo que me lo regaló Endimión me mata. ¿Qué hago?

— ¿Serena? ¿Qué te pasa mi amor? Te noto como ida.

— Si mamá, no te preocupes. Es que la verdad estoy un poco cansada.

Se levantó de la silla.

El caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora