Capítulo 21

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Mientras muy lejos del rancho de Darien los hombres de Zafiro metían los cadáveres de Nicolás y Rei a un auto para hacerlos estrellar y que pareciera eso, que habían muerto en un accidente automovilístico, Darien era despertado de su confortable y muy reparador sueño por uno de sus más confiables trabajadores.

Levantándose de la cama y teniendo mucho cuidado de no despertar a Serena, la acomodó con delicadeza y le dio un dulce beso en la frente antes de ir a la puerta y ver qué era lo que Malachite quería a esa hora de la noche. Eran más de la diez. Más le valía a Malachite que se tratara algo de vida o muerte porque Darien estaba más que cómodo durmiendo abrazado a Serena. Estaba que no se cambiaba por nadie.

— Malachite, ¿Qué pasó? De sobra sabes que cuando...

—...que cuando esta con ella no le gusta que lo molesten para nada y deja que me encargue de todo pero no, hoy no puedo hacer eso señor.

Darien se cerró mejor la bata de dormir y empezó a mirarlo muy preocupado.

— Acaba de llamar Yaten señor. Dice que la cosa con el perro de Uzumaki, su primo y sus hombres, esta color de hormiga.

— Ay no. —Se llevó una mano a la cabeza con desesperación— ¿Y que más dijo?

— Sólo dijo que Uzumaki exigía hablar con alguno de los jefes; o sea con alguien de los Black o con usted señor. Le dije que ya mismo nos íbamos para allá a ser sus refuerzos pero...

— No, lo mejor es cortar esto por lo sano. Nos vamos ya mismo para allá Malachite; y Malachite...

— ¿Si señor?

— Ve con los muchachos y que se alisten. Preparen las mejores armas que tengan porque aunque voy a ir a tratar de ver como resuelvo este mierdero en el que nos metió el "gran sabio" de forma civilizada, nunca se sabe. Es mejor ir preparado.

— Sí señor.

— Malachite, ¿de casualidad no tienes algo de ropa que me puedas prestar?

Sonrió y lo miró con los ojos entrecerrados.

Darien era el jefe de todos ellos y era la máxima autoridad impuesta en ese y en muchos otros ranchos por el "gran sabio" pero él no los veía como eso, siempre los vio como sus amigos. Por eso riéndose y haciéndolo reír con su pregunta, pasó a explicarle (mientras Malachite sonreía de verlo tan apenado) porque le estaba pidiendo prestada algo de ropa.

— Serena. Si entro y empiezo a buscar ropa para cambiarme, seguro la despierto y después empieza a hacer preguntas que no le puedo responder y ahora no tengo tiempo para eso.

— Que hablando de eso y con todo el respeto que usted me merece jefe pero... ¿en serio? ¿Hasta cuándo piensa seguir con esa muchacha? Eso puede terminar siendo un problema para usted.

— Y se pone peor Malachite.

Sonrió mientras le puso una mano en el hombro y empezaba a caminar con él hasta su habitación para poder cambiarse y salir con ellos.

— Hoy le pedí que se casara conmigo y me dijo que sí.

— ¿Qué usted hizo qué cosa? Ay no señor, no puedo creer que sea verdad lo que me está diciendo pero está bien, entiendo. Vamos, se cambia y pues, ahí disculpara usted que la ropa no sea tan fina como la suya pero eso sí, es cómoda y está muy limpia.

— Tú como siempre tan amable conmigo Malachite y bueno, recuérdame entonces subirte el sueldo para que compres más ropa.

Rieron mientras Malachite sacaba prendas de su "modesto" armario y las ponía sobre la cama.

El caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora