Capítulo 9

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Llegó sábado en la noche y Amy, Mina y Serena (que habían sido invitadas a tan exclusivo evento), estaban muy bien arregladas. De vestidos de gala, suavemente maquilladas y perfumadas, subieron al deportivo de Amy para partir.

A Yaten le había costado el trabajo de su vida conseguir que Mina le pasara al teléfono. Y mucho más le costó que le aceptara la invitación a aquella fiesta de caridad que la empresa de su jefe iba a dar pero lo hizo, consiguió que le aceptara la invitación y lo "perdonara". Diciéndole que él estaría trabajando pero que no desaprovecharía oportunidad para verla, le rogó que fuera. Le aseguró de mil maneras que esa noche no había estado de juerga con nadie aunque no le podía dar detalles de lo que se la había pasado haciendo. Muy sonriente cuando Mina (después de unos minutos de hacerse la difícil por el teléfono) le dijo que si, dijo que no se preocupara por el vestido, los zapatos y las joyas para ir a aquella fiesta. Que él se encargaría de todo. Antes de que ella le dijera que no y empezaran a discutir de nuevo, Yaten se despidió como un rayo y cortó la llamada. Mina río tan fuerte como lo había hecho él al otro lado de la línea. Era como ser adolescente de nuevo.

Parecían dos niños pequeños.

Arregladas y a muy poco de llegar al gran evento en el que Darien; es decir, Endimión Shields y su empresa estaban botando la casa por la ventana, no sabían lo que en el parqueadero de tan prestigiosa empresa pasaba.

—quita esa cara de tragedia Rei que no es nada del otro mundo. ¿Qué te cuesta sonreír y ser amable al menos por un rato? Después de todo... es una fiesta de tu hermano. ¿No te da gusto ver en lo que se ha convertido tu querido hermanito...?—se le acercó con la firme intención de besarla— ¿...mi amor?

—no, no me da, mi amor.

Se le quitó con la misma brusquedad con la que él la había tomado por la quijada.

—mi hermano se ha vuelto igual a ti y al engreído de Diamante. Se ha convertido en un ser frio y despiadado. Vamos. No quiero estar mucho tiempo aquí.

Custodiados por dos guardaespaldas que estaban en una camioneta negra tras ellos esperando a que salieran, hacían lo de siempre. Darse miradas de desprecio poco disimulado.

En otra parte y muy, muy retrasados.... estaban Haruka, Seiya y Andrew en el restaurante de Lita.

—oye, Furuhata, ¿será que ya o no? A este paso no vamos a....

—si Haruka, ——le dio una asesina mirada sin que Lita se diera cuenta—ya vamos. Es solo que esta noche vamos a necesitar más que nunca un café. Tenemos que estar bien concentrados si queremos que no nos descubran.

—aquí están.

Llegó Lita con una pequeña caja que puso sobre una de las mesas.

—aquí hay varias tallas. Espero les sirvan pero oigan, ¿no les gustaría cambiarse aquí?

—¿si podemos preciosa?—le sonrió Haruka con coquetería— ¿no te molesta?

—para nada capitana. Si en algo puedo ayudarlos con mucho gusto. Sigan por aquí por favor. Mídanselos que si necesitan alguna costura, yo puedo hacerla. Afortunadamente mantengo una cajita con agujas, hilos y tijeras.

—muchas gracias. –dijo Haruka mientras sacaba uno de los uniformes más grandes—Eres toda una caja de sorpresas. ¿No Furuhata?

—¿ah?

Preguntó Andrew embobado mientras se terminaba su café y su dona porque como siempre, estaba viéndola.

—sí, sí, sí Haruka, como digas pero vamos. Solo falta una hora para que empiecen a servir la comida en lo que promete ser la mejor fiesta de la ciudad y no tenemos mucho tiempo que digamos.

El caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora