Capítulo 4

362 56 8
                                    



¿Qué pasó anoche? ¿Qué pasó anoche? Y ¿Qué pasó anoche? Era lo único que pensaba nuestra bella, sedienta y perdida rubia. Sentada a su lado y vestida tan solo con su camisa, no hacía más que mirar a cualquier parte menos a él porque estaba muy avergonzada, no sabía que decir.

—eh, este, yo, yo no; y no sé lo que tu estés....

—no, no nos acostamos Minako pero oye,——le sonrió muy travieso— ¡casi!

—¡oye!

No lo pudo evitar, su risa la contagió a ella también.

—¿y se supone que me estás dando animo? No lo hagas, ¡lo haces fatal!

—solo no quiero que estés toda incomoda cuando anoche, la pasamos tan bien Minako. —Dijo mientras sacaba un par de pastillas, tomaba el jugo de naranja que le había llevado en una mano, y se lo pasaba a ella—Y no, no hagas esa cara que no me refiero a todos los deliciosos besos que me diste y que te di. Me refiero a tu compañía.

—Yaten yo, yo lo siento mucho pero no recuerdo casi nada de lo que pasó anoche. ¿Me podrías contar por favor? Yo de verdad no soy así y me gustaría saber qué fue lo que hice para poder explicarte.

—pues de verdad que no tienes nada que explicar pero está bien, te diré; aun tengo tiempo antes de dejarte en tu casa. Anda Minako, tomate las pastillas porque te debe estar matando el dolor de cabeza, ¿no?

—la verdad si pero oye,——se sonrojo mucho de nuevo—solo Mina, no me gusta que me digan Minako, suena muy formal.

—está bien, Mina, lo que pasó fue que a anoche cuando....

Flashback....

—¿segura Minako? ¿Estas segura de que quieres que te lleve a mi casa?

—ummm si, si Yaten. —respondió con las manos entrelazadas en su cuello y muy, muy pasada de tragos—Claro que sí. Vámonos para tu casa para seguir con la fiesta allá o no, espera un momento. ¿Acaso quieres que te lleve a la mía? Ummmm nene, me saliste más inteligente de lo que creía.

Ante su obvia ebriedad y sus palabras, Yaten no hizo más que soltarse a reír al igual que lo hacia ella.

—no, no te lo digo por eso Minako, no lo digo por mi o porque me de miedo que conozcas mi casa, lo digo por ti. ¿Acaso no te doy ni un poco de miedo mujer, de desconfianza? Después de todo; no importa lo deliciosos que saben tus besos, nos acabamos de conocer.

—no, no me das ni una pizca de miedo Yaten. Pero entonces qué, ¿nos vamos a hacer unas deliciosas travesuras a tu casa toda la noche o te doy mucho miedo?

Yaten sonrió como hacía mucho tiempo no lo hacía y la besó. Se acercó de nuevo a ella y a su alicorada boca que ya había besado y la besó con pasión, lujuria, con mucho deseo. Mina era exactamente el tipo de mujer que a él le gustaba, que le fascinaba. Era bien vestida, rubia, con ojos claros y alegre, exageradamente alegre; cosa que él no era. Por eso besándola como si nunca hubiera besado a una mujer en toda su vida, la tomó de la mano y le pidió que lo acompañara hasta la barra para pagar la cuenta. Pero no era tanto para eso. Necesitaba ir con Rubeus y dejarle una razón de él y su paradero a si, a él, a su muy amable pero muy peligroso jefe.

Dejando todo listo y luego tomándola de la mano, luego fueron hasta la camioneta negra blindada para trasladar la fiesta a su casa.

Al llegar ahí solo fueron risas, besos y desenfrenadas caricias. Yaten estaba feliz al tener a una mujer tan bella como ella contra una de las paredes de su casa gimiendo y riendo de gusto por cada uno de los besos y de las caricias que él tan diestramente le daba.

El caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora