El caballero

Capítulo 25

Eran las diez de la noche y ahí estaba Darien abrazado como una garrapata a Serena porque no quería desaprovechar esa oportunidad. Abrazándola con todas sus fuerzas, respirando del penetrante olor a rosas que le encantaba y suspirando palabras de amor en su oído, no contaba con una cosa.

Había tenido un día de mierda y estaba muy, muy cansado.

Darien estaba agotado tanto física como emocionalmente y por eso y aunque luchó con toda su alma por no hacerlo, no pudo evitarlo. Abrazado a Serena y recostado sobre uno de sus hombros, se quedó dormido. Cosa que era genial para él porque estaba con ella pero para Serena no. ¡Darien era muy pesado y no podía con él!

—En; digo, Darien, Darien, ¡Darien oye, no te quedes dormido sobre mí! ¡Darien!

La escena era bastante divertida y por eso ninguno lo pudo evitar. Al verla toda encartada con el pesado cuerpo de su amor, estallaron en risas mientras Lita se compadecía de ella y la ayudaba.

Yaten y Taiki se quedaron de a seis cuando Lita levantó el ebrio cuerpo de Darien sobre los brazos. Lo cargaba como si fuera una delicada doncella en apuros. Con mucha facilidad.

— Ahora sí que te creo Taiki. ¡De verdad estoy bien pedo!

— ¡Oye!

— Es que, ¿tú estás viendo lo mismo que yo? ¡Es increíble! Es que ni yo puedo con él. Darien debe pesar unos 85 o 90 kilos como mínimo. ¡¿Cómo lo puede cargar con tanta facilidad?!

— ¿Y te da mucho orgullo decir que estas borracho Yaten?—Exclamó Mina de brazos cruzados y de mal genio frente a él—Es el colmo contigo. Siempre haciendo lo que te da la gana y...

— No, no, no mi bonita, no mi amor.

Fue con ella todo cariñoso mientras Amy abrazaba por la cintura a Taiki y Lita subía a Darien a la camioneta.

—Yaten...—dijo completamente sonrojada por como la estaba sujetando por el rostro. Estaba siendo tierno, demasiado tierno para el gusto de muchos.

— No te enojes conmigo y listo, yo hago lo que tú me digas para que se me baje esta borrachera pero no me dejes solo Mina, por favor, al menos no por hoy, ¿sí? Si quieres te canto lo que quieras que yo sé que a ti te gusta la música pero...

— Yaten, que pena oye. —Dijo roja de la pena porque Taiki y Amy se estaban riendo con mucho gusto—Deja de ser tan empalagoso que no te queda para nada. Tú no eres así y...

— Déjalo, déjalo cuñada que, —reía con mucho gusto el malvado de Taiki mientras Lita y Serena iban hacia ellos—que casi nunca puedo ver al Yaten borracho y meloso. No sabes cómo me lo estoy gozando.

— Ah sí Taiki, hermano.

Fue con él y le pasó un brazo por el hombro, luego le dio un sonoro beso en la mejilla que las hizo reír a todas.

— Eres el mejor hermano del mundo, el mejor; digo, después de ese otro pendejo que nos abandonó por dárselas de idealista y seguir las creencias de mi papá.

— Habla de Seiya. —Pensó Serena con pesar—Se ve lo mucho que le duele estar lejos de Seiya.

— Ay no Yaten, ya aguaste la fiesta idiota y....

— Yo te quiero Taiki, te quiero mucho. Gracias por siempre estar pendiente de mí y cuidarme porque, ¿crees que no me acuerdo o qué?

— Yaten... yo creo que lo mejor es que vayamos y te tomes una buena sopa porque lo que tú tienes es hambre pendejo.