El centenario chalet de laestancia "El Edén" resplandecía bajo el sol del mediodía. Los jardines adornados con esmero daban cuenta de la importancia del evento. Trescientos invitados paseaban, charlaban y comían el delicioso banquete que había seguido a la ceremonia. Nadie reparaba en la sombría silueta que los acechaba desde una de las grandes ventanas de la planta baja.
El estudio de la mansión mantenía el aroma ancestral de la cera y el cuero. Los dos hombres que lo ocupaban tenían el mismo porte, los mismos rasgos y hasta la misma sangre pero no podían ser más distintos. Sentado detrás del enorme escritorio de caoba, Ramiro Montiel observaba ceñudo la espalda de su hermano menor que había decidido centrar su atención en el parque engalanado. Como habitualmente, las raras reuniones fraternales conseguían mantenerse en la tensión justa para evitar el quiebre.
- Bonita fiesta – comentó Lautaro con algo de cinismo.
Ramiro no pudo contener un gesto de disgusto ante la evidente falsedad del comentario pero no fue más allá. Prefirió no darse por aludido y tomar la expresión al pie de la letra.
- Gracias – respondió fríamente.
Lautaro se volvió lentamente hacia él, apoyó su hombro en el marco de la ventana y se cruzó de brazos. Su rostro era una máscara dura que no denotaba emoción alguna pero sus ojos brillaban con rabia apenas contenida.
- Creo que aún no te he felicitado por tu boda..... – comentó mordaz.
El mayor de los hermanos se recostó contra el respaldo del sillón de cuero queriendo aparentar una distensión que estaba lejos de sentir.
- No, no lo hiciste – replicó ceñudo.
Lautaro se encogió de hombros y esbozó una sonrisa cáustica.
- Bien.
La mirada furiosa de Ramiro que no le pasó desapercibida consiguió ampliar su sonrisa. Con evidente deleite al haber logrado importunar a su hermano, dejó su posición de vigía y se encaminó hacia el escritorio.
- Volviendo al tema – dijo con absoluta tranquilidad -. Me parece que te estás arriesgando demasiado.
Ramiro, apenas repuesto de su disgusto, se inclinó nuevamente hacia delante y apoyó los codos sobre la lustrosa tapa del escritorio.
- No sé a qué viene tanta preocupación – comentó con frialdad -. Como siempre, yo me arriesgo y tú disfrutas de los beneficios.
Lautaro chasqueó la lengua y sacudió la cabeza mientras se sentaba en una de las sillas tapizadas en verde inglés.
- Entonces digamos que me inquieta perder mi fuente de ingresos – respondió en tono sarcástico -. Si piensan que los estás estafando, esos tipos primero te pegan un tiro y luego hacen una auditoría.
La risa maliciosa del mayor retumbó dentro de las paredes de la habitación. Con movimientos lentos y medidos separó el sillón del escritorio y se puso de pie como desperezándose. Miró por algunos segundos a su hermano como evaluándolo y luego se dirigió hacia la ventana.
- Ya tomé los recaudos necesarios para cuidar mi espalda – comentó dogmático -. Soy un hombre previsor.
Intrigado ante el extraño comentario, Lautaro volvió a incorporarse y se acercó a su hermano. Sin disimular su curiosidad, observó interesado a través del cristal buscando una explicación para semejante afirmación pero solo vio a los elegantes invitados disfrutando del agasajo.
- ¿Realmente te consideras a salvo de represalias? – preguntó algo desconfiado -. Me intriga sobremanera saber cómo.
Ramiro sonrió ante el comentario y no se apuró por responder. Dejó que su hermano continuase hurgando el parque en una vana búsqueda de la respuesta. Solo cuando éste se volvió hacia él con el ceño fruncido en clara manifestación de impaciencia realizó un breve gesto con la cabeza indicándole hacia donde debía mirar.
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EL INFIERNO DE EVA
Mystery / ThrillerTodo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal. Friedrich Nietzsche 1844-1900 ¿Cuantas veces podemos tomar decisiones equivocadas sin autodestruirnos? ¿Cuantas veces podemos decir te amo y arrepentirnos sin pagar las consecuencia...