CAPÍTULO 6

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El insistente sonido del celular la arrancó de un profundo sueño.

Sin entender exactamente qué era lo que sucedía, Eva estiró la mano y tanteó la mesa de luz hasta encontrarlo. Cuando consiguió atenderlo, aún estaba medio dormida.

- ¿Hola?

La pronunciación ronca e indolente evidenciaba su estado de aturdimiento.

-¿Eva? – una voz demasiado conocida sonó del otro lado - ¿Aún estabas durmiendo?

Se incorporó de un salto asustada como si él pudiese verla a través del aparato. Los restos de somnolencia se evaporaron de inmediato.

- ¡Ramiro, qué sorpresa! – balbuceó.

Su tono chillón y bastante alterado confirmaba su afirmación. Del otro lado se escuchó una risa amortiguada.

- No será para tanto – comentó su interlocutor – Ayer tuve que viajar de urgencia y no pude avisarte.

Eva intentó encontrar algo que decir pero su mente estaba en blanco. Ramiro no pareció preocupado por la falta de locuacidad de su prometida.

- Ya estoy regresando – explicó en tono jovial -. ¿Te parece que almorcemos juntos?

Ella sintió un nudo en el estómago que iba creciendo junto con el sentimiento de culpa. Respiró hondo dispuesta a representar su papel de novia dócil hasta las últimas consecuencias.

- Si, me parece una buena idea – respondió intentando parecer entusiasmada.

- El auto te pasará a buscar... – hubo un momento de silencio donde se escuchó un murmullo de otra conversación - ....a las doce y media. ¿Está bien para ti?

Ella consultó la hora en su celular. Eran pasadas las nueve de la mañana, no le sobraría tiempo y debería apurarse pero no se atrevió a contradecirlo.

- Si, estaré lista – confirmó.

Desde el otro lado de la línea se escuchaban varias voces en las cuales resaltaba la e Ramiro.

- Bien, entonces nos vemos y..... Eva........

La frase inconclusa le provocó palpitaciones.

- ¿Si? – indagó ansiosa.

Él pareció dudar algunos segundos antes de volver a hablar.

- ¡Te extraño!

La sensación de culpabilidad de Eva escaló varios grados.

- Yo también – mintió algo agitada -. Hasta luego.

Cortó el teléfono antes de darle tiempo a decirle algo que la hiciera sentir peor y apoyó el celular contra su frente. Sabía que tendría que poner sus ideas en claro antes de enfrentarse a Ramiro pero en ese momento le parecía una empresa imposible. Se volvió hacia Lautaro y lo encontró despierto. Se había incorporado apoyándose sobre un codo y la observaba callado. Por algunos segundos, ella se distrajo observando el pecho desnudo y los fuertes brazos que la habían mantenido abrazada casi toda la noche y suspiró. Debía actuar rápido.

- Tengo que irme – comentó intranquila.

Él alzó las cejas en señal de interrogación pero el resto de su rostro estaba inmutable.

- Debo encontrarme con Ramiro para almorzar – explicó afligida.

Lautaro extendió la mano y la atrajo hacia él hundiéndola contra el colchón bajo su peso. Con un dedo comenzó a recorrer el contorno de su rostro y su garganta.

EL INFIERNO DE EVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora