- No te tortures más. No fue tu culpa.
La voz ronca y sensual en su oído lo trajo de nuevo a la realidad. Lucas Santillán alzó la cabeza a tiempo para ver el guiño cómplice de su compañera al dejarle una taza de café cargado sobre los papeles que tenía en el escritorio. La Oficial Inspector Lara Braun era toda una belleza. En la Delegación Departamental de Investigaciones solían hacerse apuestas sobre cuando dejaría el uniforme para dedicarse a las pasarelas. A pesar de eso, llevaba diez años en la Fuerza y no parecía interesada en renunciar a su cargo. Por el contrario, usaba y abusaba de su atractivo para conseguir todo lo que se proponía, lo que la convertía en un miembro trascendental para cualquier equipo. Rodeó el grupo de escritorios abarrotados y se sentó sobre la esquina del más alejado.
- Por cierto – dijo alzando su jarra en señal de saludo -, bienvenido nuevamente al redil.
Los otros tres oficiales que compartían el espacio, levantaron sus respectivos jarros y, entre aplausos y ovaciones, se unieron a la fingida ceremonia. Lucas, algo incómodo por las chanzas, puso los ojos en blanco.
- No inventen – dijo molesto -. Ustedes sabían que era todo una farsa.
El Principal Randó, guiñando un ojo a sus colegas, no pudo evitar agregar un comentario.
- Aún así – dijo en tono jocoso -, nuestra compañera se ha pasado más de tres meses llorando por los rincones, extrañándote.
Lara resopló fastidiada. Era evidente, para todos, la preferencia que sentía por el Comisario Santillán y eso le acarreaba las bromas pesadas del resto del equipo. Supo que las burlas no habían terminado cuando el más joven del grupo se le acercó y la sujetó por la cintura.
- Lo peor del caso – comentó con osadía -, es que no dejó que ninguno de nosotros la consolara.
La mujer policía respondió al atrevimiento incrustándole el codo en el estómago, despertando la hilaridad del resto.
- Bien, dejémonos de tonterías – bufó intentando no parecer afectada -. ¿En qué posición quedamos?
Lucas, que se había levantado de su silla y paseaba por la oficina como una fiera enjaulada, los miró ceñudo.
- Con tres meses de duro trabajo tirado a la basura – gruñó disgustado.
Cabrini, que hasta el momento se había mantenido callado, lanzó una carcajada burlona.
- ¿Y desde cuando correr detrás de una falda es una tarea ruda? – preguntó jocoso.
Los otros dos colegas se unieron a la chanza.
- Hay faldas y faldas, y esa falda era de las que acarrean problemas – comentó Randó -. La dama era demasiado bonita para poder trabajar tranquilo.
Solís, que aún continuaba masajeándose el vientre, no pudo dejar de hacer una observación oportuna.
- En realidad, Lucas, aún nos debes una compensación por tener que salir a cubrirte la espalda la otra noche – comentó entre gemidos -. Además, tuvimos que ponernos los viejos uniformes que ya nos quedaban algo apretados.
- Cierto, tuvimos que salir a congelarnos debido a un negligencia tuya - ratificó Randó señalándolo con el dedo -. Ya has sido mejor guardián compañero.
- Para colmo de males – continuó Solís -, ni siquiera me dejaron palparla de armas.
Lucas gruñó algunos insultos groseros al azar pero no se dignó darse por aludido. Cuanto más se enojara él, peor serían las pullas. Cabrini, envalentonado por el apoyo de los otros, continuó pinchando al líder del grupo.
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EL INFIERNO DE EVA
Misteri / ThrillerTodo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal. Friedrich Nietzsche 1844-1900 ¿Cuantas veces podemos tomar decisiones equivocadas sin autodestruirnos? ¿Cuantas veces podemos decir te amo y arrepentirnos sin pagar las consecuencia...