Capítulo 7

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El sónido de un célular hizó que me despertara. Era el celular de Daylea.

《Julian》
—¿Bueno? —dije con voz roca.

—Daylea tienes que venir —dijo preocupado.

—¿Eh? —dije bostezando. Quizá no se ha dado cuenta que soy yo. Algo raro pasa aquí.

—¿Como que "eh?"? —dijo alterado—. Diego no aparece. Le dije a tu mamá que se había quedado dormido en mi casa así como dijiste. Pero tienes que venir, buscarlo, no sé dónde más buscar. Le seguí llamando y no contesta.

—Tranquilo, ahora voy —dije y colgué.

—Daylea, despierta —la moví en la cama.

—¿Qué pasa? —dijo entreabriendo los ojos.

—¿Por qué no dijiste que tu hermano no aparecía? Levanta ese gran trasero de la cama y andando a buscarlo —bajé de la cama y solo me puse otra blusa y amarré mi cabello. No quería perder tiempo en arreglarme.

Daylea se cambió rapidamente y le dije a papá que la llevaría a su casa, aceptó y fuimos a casa de Julian.

Toqué la puerta y se sorprendió al verme parada ahí.

—No puedo creer que seas tan idiota como para no saber que hablaba Danet y no yo —dijo Daylea entrando en la casa.

—Es tu culpa por ser una floja y no estar al tanto de tu célular —respondió molesto.

—Lo verdadero importante es encontrar a Diego. Con alguno de sus amigos debe de estar. Tengo sus números.

Marqué a todos los amigos de los cuales tengo su número y ninguno sabía nada de él.

Después de pensar varias veces donde podría estar, recordé que una vez me dijo que cuando se sentía mal, iba a la casa en su rancho.

—Ya sé donde está.

—¿Dónde? —preguntó Cristobal saliendo de la cocina.

—Ya vengo —dije y salí corriendo. No recordaba perfectamente dónde quedaba ese rancho, pero algo me decía que llegaría y ahí estaría.

¡Bingo! Ahí está su coche. Bajé del auto lo más rápido que pude y no decidí tocar la puerta, solamente la abrí, estaba abierta.

Cautelosamente entré y busqué en los cuartos. Hasta que en el segundo, estaba él, dormido.

—Diego —dije hincandome a la orilla de la cama— despierta —abrió los ojos lentamente y se sorprendió al verme.

—¿Qué haces aquí? —frunció el ceño— ¿ya se te quitó lo borracha y vienes a decir que lo lamentas? —de haber sabido que iba a contestarme así, jamás me hubiera preocupado.

—Anoche no estaba borracha,  Diego. Apenas me tome más de la mitad de una cerveza preparada y el bote que tenía en la mano, recien lo había abierto y estaba casi lleno cuando lo tiré. Recuerdo perfectamente cada una de las palabras mencionadas anoche. Y aunque me duela decirlo, no me arrepiento de lo que te dije.

—¿Osea que ya no somos novios? Y todo por tonterias.

—No son tonterias, Diego. Ni siquiera tiene que ver la discución de anoche. Pero eso me hizo darme cuenta que somos identicos. Jamás podremos estar de acuerdo y estando juntos solo nos dañamos.

—Pero estando separados somos un desastre.

—Lamento decirte, que no —mencioné las palabras con miedo y con dolor a la vez.

—Te amo, Danet —mencionó acercando su cara a mi.

—También te amo, pero es mejor que nos olvidemos de esto, es lo mejor para los dos —suspiré

—¿Cómo supiste que estaba aquí? —frunció el seño.

—Recordé que me habías dicho que cuando te sentías mal venías aquí. Nadie me dijo que no aparecías, pero Julian le habló temprano a Daylea y ella durmió en mi casa. Contesté y el muy idiota no diferenció mi voz de la suya y me dijo que no sabían donde estabas y que le dijerón a tu mamá que habías dormido con ellos.

—¿Les dijiste que estaba aquí? —alzó una ceja.

—No. Sólo les dije que ya sabía donde estabas y que ya regresaba.

—Bien —sonrió— ya que esto se acaba aquí de nuevo. ¿Podrías regalarme unos minutos de ti? —sonreí y me levanté del suelo, caminé a su lado en la cama y me acosté.

—Claro que sí —sonreí. Si ya no ibamos a estar juntos de nuevo, bastaba con besarmos una última vez, tocarnos una última vez, sentir amor una última vez.

******
—¿Han ido funcionando las cosas entre Diego y tu? —dijo papá después de que el mesero se fue. Habíamos decidido pasar un día padre e hija en la ciudad. Dejé a Diego y a Daylea en su casa alrededor de las 10:00 de la mañana y después regresé a casa con papá.

—Habían funcionado. Anoche dimos todo por terminado —hice una mueca.

—¿De nuevo? Me preocupa tu vida amorosa. Terminando y regresando con alguien no llegarás a nada.

—No es eso. Pero anoche tuvimos una discución y me hizo darme cuenta que somos iguales, chocamos y es difícil estar juntos así. Y pues, le dije que mejor cada quien por su lado, para mi es mejor.

—No quiero que te compliques la vida con Diego, eres jóven y Diego no es para ti.

—Lo sé, quizá suene feo pero... No me duele no estar con él.

Nunca Me Dejes |#GhostyADonde viven las historias. Descúbrelo ahora