El Sábado todos se fuerón casi a media noche. De alguna manera quedé dormida en el hombro de Daniel y desperté en mi cama. No quise saber quien me llevó hasta haya porque es obvio que lo hizo Daniel; en su defecto, Diego.
La discución con Diego me hizo sentir demasiado mal. Hacía mucho tiempo que no me desahogaba ni hablaba con alguien de esa manera. Saqué gran parte de lo que sentía y fue un gran alivio pero, mi vida sólo la sabe Diego.
¿Qué vida puedes esperar de una persona huérfana de madre? Bullying por no tener mamá, sobre todo. Desde que conocí a Luisa, siempre intentamos ser amigas. ¿El problema? Jamás pudimos, por lo menos no en ese tiempo. Conforme comenzamos a crecer, creo que fuimos madurando más y por fin lográmos ser las mejores amigas. Esos problemas los dejamos en el pasado y ahora nos queremos ambas.
Me encuentro acostada en mi cama platicando por mensajes con Daniel. He pensado demasiado en si decirle mis sentimientos u ocultarlos por el bien de Luisa. Es confuso, pero puedo lidear con eso. Por cariño a ella, sacrificaría lo que fuera.
—¿Puedo pasar? —dice Santiago entrando en mi recamara.
—Técnicamente ya estas adentro —sonreí—, ¿qué pasa?
—Diego... —se acercó un poco más a mi— estaba en la habitación hablando por celular y yo entré por algunas cosas y pareció no importarle mi precencia pues siguió hablando —se encogió de hombros—, no se con quien hablaba, pero escuché que dijo que estaba harto de todo y de Daniel. Que él no merecía a Luisa, mucho menos a ti. Y al final dijo "¡Si lo estoy!, ¿y qué?" Pero no sabía a que se refería —hizo una mueca.
—Quizá estaba hablando con Maricela —rodé los ojos—, yo no sé que hacer —coloqué una mano en mi frente.
—Sé que está mal que te estés enamorando del ex novio de tu mejor amiga, pero para el amor no hay amistades, familias ni nada de eso. El amor llega y no le importa de quien sea ex novio o quien sea su familia. Pero esta en ti rechazar eso por amistad a ella. Haz lo que creas conveniente, nadamás —se levantó y salió de la habitación. ¡Rayos! Solo ponen esto más dificil y es horrible.
El celular comienza a sonar a mi lado.
《Daniel》Lo ignoré y espere a que dejara de sonar. Me duele no responderle pero necesito pensar con más claridad las cosas y hablarlo con él.
—¿No escuchas a tu celular sonar? —dice Diego entrando en mi habitación. Es estúpido que estos días que han estado en mi casa, haya habldo más con Diego y Santiago, que con Daylea. ¡Mejor amiga!, ¿dónde estás cuando te necesito?.
—Sí, pero no lo responderé —me tapo con la cobija hasta la cara.
—¿Por qué? —pregunta destapandome y el celular vuelve a sonar —respondele a tu novio.
—¡Agh! —gruño—. Hola —respondo al celular.
—Hola —se escucha una voz tierna al otro lado del celular. Diego se mentiene sentado en los pies de mi cama y pongo el celular en altavoz. No puedo creer que vaya a decir lo siguiente.
—Necesito hablar contigo, Daniel —aprieto los ojos y suelto un suspiro. Me acomodo en la cama y Daniel me mira fijo.
—¿Sobre qué? —pregunta confundido.
—Daniel, me gustas —suelto sin pensar. Diego abré los ojos sorprendido.
—Am... —responde.
—Te quiero y te quiero demasiado —lo interrumpo—, y sé que seguramente te gusto pero, no podemos tener nada serio porque, eres el ex novio de Luisa y como su mejor amiga, no puedo estar contigo —la cara de Diego estaba sorprendida, pero a la vez, me miraba como si acabara de cometer un error.
—Danet, no me gustas y jamás me gustaste —sus palabras fuerón frías y dolierón—, siempre te he visto como una amiga y lamento que hayas mal interpretado todo —estaba a punto de llorar pero había algo que lo evitaba. Diego estaba frente a mi y mostraba culpabilidad en su rostro—. Ahora yo, soy novio de Maricela. Para eso te llamaba, para contartelo —y fue ahí cuando comprendí todo. De un momento a otro mis deseos de llorar se esfumarón y la ira invadió todo de mi, pero a la vez, había un sentimiento más en mi. Sin esperar palabra alguna, colgué.
—Eso fue extraño —soltó Diego.
—Eso fue estúpido —grité—, ¿dónde está Daylea? —dije de lo más seria posible. Necesito de mi amiga para desahogarme pero últimamente se la pasa hablando con un chico que esta conociendo. Y mientras yo, me abstengo de hablar mis cosas con Santiago... y Diego.
—Te quería decir eso, que Maricela y Daniel eran novios y bueno, cuando miré que Daniel te estaba llamando supuse que te lo quería decir y sería ¿sutil? Pero no fue así.
—Es un idiota —afirmé—, no entiendo como me pude fijar en él —me sentía llena de ira y no podía cargar con eso. Pero sabía que por dignidad no tenía que hacer nadamás al respecto. Escuché a Daylea entrar a mi habitación y Diego instintivamemte se puso de pie y salió.
—Solo vengo a dos cosas —dijo sentandose a los pies de mi cama—, la primera: Hablé ayer con Daniel y dijo que le pediría a Maricela que fuera su novia —a buena hora vienes a decirmelo, Daylea—, y segunda: Luisa se dió cuenta que te gustaba Daniel.
—Ya he hablado con Daniel hace un rato, le confesé que lo quería y que suponía que también el me quería a mi. Pero por ser el ex novio de Luisa no podíamos ser nada. Después de eso me destrozo diciendome que era novio de Maricela. Lo cual es raro, pues se supone que ella estaba quedando con Diego —me encogí de hombros.
—Todos sabemos que Maricela y Sofía son unas putas —rodó los ojos. Aunque ahora lo que más me importaba era que Luisa se hubiera dado cuenta que me gustaba Daniel.
—¿Cómo supo Luisa? —fruncí el ceño.
—Maricela se lo dijo —sentí un escolofrío invadir todo mi cuerpo. ¿Cómo fue capaz esa idiota de decirselo? No tenía ningun derecho. Que Dios la cuide en no encontrarmela de frente porque no le irá nada bien—, cuando Daniel y Maricela se hicierón novios, Luisa se molestó y aunque no hizo nada al respecto; Maricela le envió un mensaje para molestarla, Luisa le respondió y le dijo que era una puta al igual que su prima. Y fue ahí, cuando dijo que por lo menos no tenía amigas traicioneras y mencionó que tu querías a Daniel —hizo una mueca.
—No sé nisiquiera como me pude fijar en Daniel. No merecía nisiquiera que lo hiciera o fuera en contra de la amistad de Luisa, solo por él —me froté la cara con mis manos.
—¿Le dirás algo a Luisa? —frunció el ceño.
—No —suspiré—, prefiero dejarlo como si yo no me hubiera enterado, a menos que ella me diga algo, lo cual dudo.
—Daniel es un idiota —dictaminó—, y ni siquiera consideres la idea de llorar —me amenaza.
—¿Llorar? —digo en tono burlón—, ¡Ja! —suelto una carcajada forzada—. Ni que valiera tanto la pena como para llorar por él, nisiquiera merece mi lastima.
—¿Y ahora qué harás? —alza una ceja.
—Continuar —digo decidida—, continuar y dejar todo de lado. Continuar sin importar los riesgos que vengan. Continuar porque sé que soy jovén y tengo mucha vida que vivír y no debo detenerme por nada ni por nadie —sonrío. Y es cierto, debo admitir que al escuchar las palabras de Daniel sentí el desespero de querer llorar. ¿Cómo no lo imaginé?
Si él, lastimó a la persona que le juraba amor, ¿qué le iba a costar lastimarme a mi? Que ni siquiera me prometió algo en sí. Aunque no lo quería admitir, sabía que había sido una tonta por hacerne iluciones yo sola, y más ahora, que sé que Luisa lo sabe y quizá esto no termine bien.
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Nunca Me Dejes |#GhostyA
Teen FictionNo creo en un "Para siempre", mucho menos en un "Hasta luego". Las personas cambian de opinión mas rápido que lo que cambian de calcetines. Solo me pidió que le prometiera algo, más sin embargo fui tan cobarde de siquera responderle aunque muy dent...