Capítulo 26

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Yo sólo sabía tres cosas.
1.-Maricela comenzaba a molestarme
2.-Algo había entre Diego y Luisa
3.-El pastel en la casa de Valentina sabía delicioso.

Pero centrandonos en el asunto de Diego y Luisa, no entiendo porque esa actitud tan repentina por querer estar juntos o por llevarse tan bien.

Luisa y Diego siempre habían sido amigos, pero gracias a mi. Luisa es mi mejor amiga, Diego era mi novio... obviamente, se hicierón amigos, al igual que se hizo amigo de Valentina y Beatriz. A la fecha, los 3 continúan siendo amigos, pero no comprendo si a Luisa le gusta Diego o solo le gusta coquetear con él sin intención alguna.

Según el artículo 1 del libro de la constitución de las mejores amigas: Ninguna mejor amiga intentará algo con ningún hombre que haya tenido que ver con su mejor amiga. Ya sea desde el que le gustaba en el kinder, hasta el noviazgo más serio. De ser así, no es tu mejor amiga.

¡Dios Danet! A ti te gustaba Daniel, ¿cómo te atreves a hablar de eso?

Aunque bueno, no hay punto de comparación, ¿no? Digo, Daniel y yo no llegamos a nada. No traicioné ninguna amistad. Pero Luisa tampoco lo está haciendo, aún.

Dejando todo de lado, necesito beber. Muero de ganas por sentir alcohol en mi. Hace bastante que no tomo, y tengo mucho antojo. Le marqué a Daylea para ponernos de acuerdo y le agradó la idea.

—Sebastian —toqué la puerta de su habitación avisando y la abrí.

—¿Qué? —quitó sus audifonos de sus oídos.

—¿Quiéres salir hoy? —pregunté—, ya sabes... con amigos —me encogí de hombros.

—Sí, está bien.

—En una hora vienen Daylea y Diego por nosotros —me encaminé a mi habitación y tomé algo de ropa para bañarme. Era casi verano, lo cual significaba dos cosas.

1.-Ya podría ir a la playa con más tranquilidad
2.-Cada día se aproximaba más el infernal calor del verano. Lo cual, es malo.

Digamos que donde yo vivo, el calor en un día normal de verano, alcanza los más de 40°C y eso, es demasiado horrible.

En fin, entre la ropa que me disponía a ponerme, estaba un short ni muy largo ni muy corto. Una blusa olgada y un par de sandalias con correa. Solo cepillé mi cabello y me maquillé un poco. El plan era que Danet y Diego vendrían por mi y por Santiago e iríamos a casa de Julian, aprovechando que no había nadie en su casa durante el fin de semana. Ahí ya estarían los demás y Cristobal fue el elegido para comprar una caja de cervezas. Daylea y yo compraríamos una botella de tequila y los demás llevarían botana.

Después de media hora llegarón Diego y Daylea. Santiago y yo subimos al asiento de atrás y platicamos un poco en el camino. Al llegar a la tienda dudé en bajarme del auto, pero no tenía efectivo, lo cual significaba tener que pagar con la tarjeta.

Daylea buscó la botella de tequila entre el pasillo de licores y fue en ese momento cuando vi mis sabritas favoritas. Cheetos. Mis ojos se iluminarón y corrí a tomar una de las bolsas más grandes que había. Lo que yo no tenía en cuenta, era que yo no era la única amante de las cheetos.

Del otro extremo disponiéndose a tomar una bolsa de cheetos, estaba Maricela acompañada de Sofía. El coraje invadió mi cuerpo y sentí mis mejillas calientes al igual que mis orejas. Me aseguré de que mi cabello las cubriera para no hacer notorio el hecho de que estaba molesta por verlas ahí. Mi estomago dió un vuelco, antes de oírlas hablar.

—Hola Danet —sonrió Maricela con cinismo.

—Hola —le dí una sonrísa fingida y con molestia.

—No te vayas a comer todo eso, puedes engordar —miró la bolsa grande de cheetos que estaba sosteniendo en mis manos.

—¿Lo dices por experiencia, a caso? —la miré de pies a cabeza y reí.

—En lo más mínimo —Sofía se mantenía detrás de ella, callada.

—Compermiso —me dí la vuelta y caminé hacía Daylea, quien estaba decidiendose entre dos botellas de tequila—. Toma esa y muevete —señalé a la botella de tequila que se encontraba en su lado izquierdo. Asintió y colocó la otra en su lugar. Caminamos a la caja y sentí a alguien demasiado cerca de mi, me giré y eran Maricela y Sofía. Las ignoré y apenas el cajero (muy sexy, por cierto) nos dió la cantidad a pagar, saqué de mi cartera la tarjeta. Daylea me miró confundida, pues no es normal que yo la use. Se la entregué al cajero y me miró con extrañeza por un momento. Intento pasarla por la maquina pero todos los intentos eran fallidos.

—No hay línea, no puedo cobrarle con tarjeta —rodé los ojos y escuché una pequeña risilla de parte de Sofía.

—Parece que alguien no va a comprar eso —señaló Maricela a la bolsa de cheetos y la botella.

—No es mi culpa que no haya servicio. ¿Pero qué vas a saber tu acerca de eso? Muy apenas traes unos cuantos billetes y monedas en tu cartera. No sabes lo que es manejar con tarjeta —Daylea sacó dos billetes de su cartera y se los entregó al cajero, él le dió el dinero sobrante y me giré hacia Maricela y Sofía y les guiñé un ojo. Después de eso, salimos del lugar.

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—¿Por qué Cristobal no vino? —fruncí un poco el ceño al darme cuenta que no se encontraba.

—Le iba a pedir a Aranza que fuera su novia hoy —respondió Julian—, dijo que probablemente iba a venir más tarde para decirnos si le había dicho que sí. Y si le decía que no, igual vendría a emborracharse —reí.

—Dame cheetos-pidió Luisa. Estiré la bolsa hacia ella y Diego (quien se encontraba sentado a su lado) me la arrebató

—¡Oye! —reclamé— mia —me puse frente a él y la escondió.

—Uy —alzó una ceja—, tranquila.

—Damela Diego —me impulsé sobre él y mi cuerpo se encontraba a muy poca distancia del suyo. Mire de reojo a Luisa y lo miraba un poco molesta.

—Ten —estiró la bolsa hacia mi y me hice hacia atrás y me senté de nuevo en la silla. Luisa tomó un sorbo del bote de cerveza que se encontraba entre sus piernas. Diego se acercó a ella y dijo algo en su oído, ella sonrió y se sonrojó un poco. Los miré un poco molesta pero no lo notaron. Diego se puso de pie con su vaso en la mano y entró a la casa. Me paré y caminé detrás de él.

—¿Qué se traen tu y Luisa? —dije acercándome a él.

—¿Tendríamos que traernos algo? —alzó una ceja y reí.

—¿Crees que no lo he notado?, ¿me crees estúpida? —dejé el vaso sobre la mesa.

—Pues cualquier cosa que "nos traigamos" —hizo comillas con los dedos—, es muy nuestro problema. Y no creo que sea del interés de nadie más.

—Yo solo decía. Creo que harían muy bonita pareja —solté una carcajada y él me miró con desaprovación.

—¿Alguien está celosa? —preguntó.

—En lo absoluto.

—Pues que bueno, porque ya no te quiero Danet —eso dolió, bastante—, no creas que Maricela era para olvidarte —lo miré intrigada—, realmente quería a Maricela, así como algún día te quise a ti —me dí un trago al vaso que había dejado sobre la mesa—. Y como con Maricela no funcionó y ahora ella está con Daniel, pues ¡sí!, me gusta Luisa —abrí mis ojos y no creía que alguna palabra pudiera salir de mis labios—, y espero que las cosas sí funcionen con Luisa, y no me termine porque cree que estamos mejor como amigos, o porque le molesta que opine acerca de sus gustos dañinos y quiera cuidarla —quería defenderme, pero no había palabra que yo pudiera pronunciar—, o que no haga lo mismo que Maricela, y se vaya con el ex novio de su prima —tomó el vaso de la mesa y caminó hacia afuera.

—Luisa nunca andará contigo —me giré hacia él y se paró en seco —soy su mejor amiga. Las mujeres no andan con el ex novio de su mejor amiga —se volteó hacia mi y sonrío.

—Quizá haya exepciones —se encogió de hombros—, ya sabes, eso se puede omitir si tu mejor amiga, intentó andar con tu ex primero —se dio la vuelta y salió de la casa dejándome ahí sin palabras.

Nunca Me Dejes |#GhostyADonde viven las historias. Descúbrelo ahora