Capítulo 32

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—Quería hablar contigo —dijo aun de pie sobre la puerta.

—¿Hablar? —fruncí el ceño—, vaya, creo que ya se te olvidó el berrinche de bloquearme de todos lados —reí.

—Supongo que ya sabes que Luisa está enojada —dijo detrás de mi.

—Aja, ¿y?, ¿también vas a culparme? —caminé hasta la cama y me senté—, ¿dirás que yo telepaticamente hice que ella se molestara contigo? —reí.

—La confundí contigo —dijo serio y molesto a la vez. Yo abrí los ojos un poco asustada—. Le dije tu nombre en vez del suyo, obviamente ella se enojó y... Aun no me quiere perdonar.

—Bueno, yo tampoco te perdonaría —dije sin darle importancia pero en realidad sí me importaba un poco, ¿cómo puede ser posible que Diego la haya confundido conmigo?, ¿estaba pensando en mi?

Un momento, si Diego estaba pensando en mí es porque algo siente... Aún me piensa... No me ha olvidado.

—Pero, ¿por qué? —pregunté atarantada.

—Te extraño, y me atraes, te deseo. Quizá nunca la imaginaste de mi, incluso, ni siquiera yo lo imaginé de mi, pero... Es algo que no puedo evitar. Es algo tan... Inexplicable —se pasó las manos por la cara—, podrás decir qué razón me atrae de ti, sabiendo que quizá no tienes un cuerpo de modelo o algo por el estilo —eso no me ofendió. Él tenía razón, eso me preguntaba, ¿qué le atrae de mi? Si justamente, no tengo un cuerpo de modelo que vuelva locos a todos los hombres—, pero a decir verdad, no me atrae tu físico. Sí, eres bonita, eso nadie lo niega. Pero me atrae algo más, me atrae tu forma de ser. Me atrae tu comportamiento, tan educado pero a solas, sabemos que puedes ser toda una persona apasionada —alcé ambas cejas sorprendida, ¿en serio eso piensa?— me atrae tu inteligencia, tu manera de analizar todo detalladamente. ¿Puedes entenderlo? Me vuelves loco, ¡por Dios!. ¿Puedes creerlo? Jamás pensé decírtelo, pero es la verdad. Me enloqueces, y hasta para mi es algo raro, pero ya me cansé de esconderlo. Esa es toda la verdad —me mantuve en silencio. No sabía que responderle.

Definitivamente ésta era una oportunidad divina y tenía que hacerle creer que sentía lo mismo, pero de una manera no tan obvia o desesperada.

A decir verdad, Diego era guapo y cabía decir que me atraía físicamente, pero yo ya no lo quería y eso era obvio. Aunque a todos, les seguía pareciendo que yo estaba enamorada de él aunque no era así.

—Diego... —suspiré—. Tu estás con Luisa y tu sabes que eso a mi me dolió bastante. No entiendo porque si dices quererla tanto vienes a confesarme esto... ¿cuál es el punto?

—El punto es que no sé que es lo correcto. Luisa resulta ser un poco caprichosa y me molesta un poco. Es una buena novia dentro de lo que cabe y... La quiero. Pero a ti, Danet —esbozó una media sonrisa—, es muy distinto contigo.

—Eh, yo —avancé un poco hacia él y me mantuve a una distancia considerable—, yo siento lo mismo. No sabía como describirlo, pero ahora que lo has dicho, sé que eso que dijiste es exactamente lo que siento por ti. Tu más que nadie sabes que realmente te amaba, Diego, y... Admito que me pone celosa que estés con Luisa, porque te quiero y me gustas —me puse de pie y caminé hasta él quedando muy cercas—. Yo tampoco sé que es lo correcto, pero podríamos averiguarlo. Aunque a decir verdad, Luisa es feliz contigo.

—Pero yo quiero estar contigo —rodeó mi cintura con uno de sus brazos. Yo me mantuve en el mismo lugar sin hacer movimiento alguno.

—Dejemoslo así —suspiré—. Yo no sé si sea conveniente tener algo... Me gusta ver a Luisa feliz aunque ella me haya traicionado. Mejor, piensa las cosas, mañana hablamos y frente a los demás, seguimos sin dirigirnos la palabra, ¿está bien?

—De acuerdo, hasta mañana —dio media vuelta y salió de la habitación.

Estoy cien por ciento segura de que Diego dejará a Luisa. Si no lo hace, me pedirá que tengamos algo a escondidas pero nunca, nunca, dirá que la prefiere a ella y eso hasta lo puedo apostar.

De ambas maneras la haría sufrir. Aceptaría cualquier cosa por cobrarmelas de ambos. Después de todo, Diego es guapo, no sería ningún martirio estar con él y sería muy fácil que volviera a enamorarse, tomando ya en cuenta que, si había venido hasta acá era para decirme que había confundido a Luisa conmigo y eso significaba que pensaba en mi. Que pensaba en mi, aunque estuviera con ella. Y si eso no es extrañar a alguien, no sé que sea.

Salí de la habitación y toqué la puerta de la habitación de Adal. No respondió, así que la abrí y lo encontré dormido con el celular sobre su pecho.

Miré la hora en mi celular, apenas eran las 9:00. Solté un suspiro y regresé hasta la habitación; cambié mi ropa y sólo tomé un poco de dinero y lo metí en mi pantalón, tomé el celular y salí de la casa. El dolor en la cadera ya se había calmado un poco y no me dolía tanto, a decir verdad tampoco me dolía tanto desde un principio pero sabía que todos irían a parar a un bar y la idea no me agradaba. Además de que no podía entrar.

Escuchaba algo de música que provenía del malecón. Caminé por la banqueta hasta llegar al origen de la música. Era banda y dudaba que alguno de mis amigos se encontraran aquí, no les gusta ésta música.

Necesitaba pensar, eso era todo. Tenía que pensar que haría, ¿realmente quería hacer sufrir a Diego y Luisa?. Es verdad, ambos me dañaron pero... ¿Yo caería tan bajo sólo para dañarlos?

Desistí de seguir parada escuchando la música y comencé a caminar por la playa. Estaba un poco solitaria, me daba algo de miedo pero sabía defenderme.

Dentro de las posibilidades,  Diego decidiría serle infiel a Luisa, conmigo o quizá la dejaría y después regresaría conmigo, y en realidad no me interesaba lo que hiciera con ella, me interesaba que regresara a mi. En la peor de las posibilidades, me diría que después de pensarlo mejor decidió dejar las cosas tal y como estaban y seguir siendo feliz con Luisa o por lo menos intentarlo. Y digo que sería el peor de los casos porque eso significaría que tendría que hacer algo y esforzarme porque él vuelva a mi y eso sería un poco más complicado.

Ahora que lo pienso, creo que debí haber hecho algo desde un principio. Tuve que haber actuado en el momento en el que él entró ésta noche a decirme todo eso. Tuve que haber hecho algo.

Me di la vuelta para caminar a la casa, tenía que ir con Diego, tenía que hablar con él, quizá rogarle. Tenía que hacer algo. Pero todos mis planes se vieron interrumpidos al mirar a alguien detrás mío. Diego.

—¿Me seguiste? —le pregunté sonriente.

—Sí —sonrió—. Me dio un poco de miedo que salieras sola así nada más. Pensé que seguías lastimada.

—Fue más fuerte mi aburrimiento ahí encerrada que el dolor, no es la gran cosa.

—Bueno, me alegra que estemos aquí. Sobre todo, he venido a hablar contigo —miró hacia un punto ciego detrás de mi.

—Te escucho —dije mirándolo atenta.

—No necesité pensar mucho las cosas, así que... —hizo una pausa. Lo miré con el ceño fruncido porque la duda me carcomía.

—¿Así qué...? —me apresuré a decir. Necesitaba que me dijera que había pensado.

Aunque mis dudas quedaron resueltas inmediatamente en el momento en que se acercó apresuradamente a mi y me besó. Me mantuve tensa un momento pero él había rodeado mi cintura y me tenía abrazada sin escapatoria. Pase mis brazos por detrás de su cuello y profundice el beso aún más.

En ese momento me di cuenta cual era su decisión y al responderle el beso, no había escaptoria pues yo ya estaba involucrada también en esto.

Que comience la venganza.

Punto de vista de Diego.

Espero que esto sea lo correcto. Quiero estar con Danet y quiero a Luisa y sé que estoy arriesgando mucho, pero si no arriesgas no sabrás nunca que es lo correcto.

Si Danet está dispuesta a arriesgarse así por mi, yo también lo haré por ella.

Nunca Me Dejes |#GhostyADonde viven las historias. Descúbrelo ahora