5 - Profecía.

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― ¿Podrás mantenerte lejos del alcohol esta vez? Espero que a mi regreso todo este en perfecto orden. ―Dijo Zephía casi con voz suplicante.

― ¿Entonces para que quieres el alcohol en el templo? Al menos yo le doy un buen rendimiento. ―Reí sarcástica.

Se colocó los dedos índice y pulgar contra el puente de la nariz. No tenía muy buena cara, parecía agotada. Qué extraño...

―Está bien, pero por favor compórtate. ―Claudicó la diosa.

― ¿A dónde te diriges? ―Me levanté del sofá, en el cual había estado sentada.

―Hay una reunión del Consejo Divino.

― ¡Oh! ¿Os estáis quedando sin gente a la que torturar; sin vino?

―No es momento para tus sarcasmos. Todavía no hay nada en claro, pero parece que algo no va bien, podría no ser nada.

―Que aburrimiento. Lárgate ya, antes de que me caiga redonda del sueño.

Me di la vuelta y fui directamente a mi habitación. Una vez tirada en la cama, boca arriba y mirando el techo, no sabía qué hacer. Tal vez podría echar un vistazo a esa reunión, nadie se tiene porque enterar.

Cerré los ojos y me sumergí en el Espíritu. Este don en particular me encanta, ya que puedes trasladarte a distintos lugares sin que nadie te perciba, excepto los dioses... Pero yo era especial, ya que había logrado escapar hasta de la percepción de ellos, tan inteligentes que se creían.

***

Me aparecí junto a Zephía, ya que ella había sido mi conducto hasta allí. La manera en la que evitaba ser detectada era introducirme en el cuerpo de alguien y ese alguien sería Niss, la Diosa dela Noche y las Festividades. Luego no se acordaría de nada, por lo que no tendría que preocuparme, echaría la culpa al vino.

Seguí al resto, me senté en el lugar que le pertenecía a la diosa. La reunión del Consejo Divino era exclusiva para los Dioses Esenciales. Estos eran los Siete Elegidos por la Fuente Creadora: Zephía, Drix, Baix, Niss, Erixi, Ahalis y Hux. Los dos últimos eran la Diosa del Amor y la Pasión, y el Dios del Infierno y el Destino, respectivamente.

La mesa era redonda, para que todos pudieran observar y escuchar atentamente. Frente a mí se había sentado el dios que más odiaba, Drix. No pude evitar mirarlo, seguía igual de atractivo con su cabello azabache, ahora más corto, y sus refulgentes ojos esmeraldas.

―Oye Niss, ¿Cuándo y dónde será la próxima fiesta? ―La pregunta de Drix me pilló desprevenida.

―Ya lo averiguaras, si eres tan inteligente como dices, claro... ―Reí para simular la jovialidad de la diosa.

― ¿Has decidido hacerte de rogar y ser misteriosa? Muy sexy, Niss. ―Guiñó uno de sus ojos. ―Ahalis, Alguien aquí pretende hacerte competencia. ―Se rió ahora él.

Tenía ganas de sacarle los ojos, pero al mismo tiempo también tenía un sentimiento que hacía mucho que no había aparecido en mí... Era ese estúpido hoyuelo que se le formaba al sonreír, siempre me había derretido como a una tonta. Pero esa Dríane había muerto hace mucho tiempo ya y no iba a rememorar el pasado, solo el que importaba: la traición de todos estos patanes hacía mi persona. Como Diosa de la Venganza que soy voy a hacérselo pagar con sangre, mucha sangre.

―Si podéis prestar atención de una vez, os lo agradecería. ―Dijo seca Erixi. ―Hay asuntos importantes por resolver.

Todos asintieron con sus cabezas y guardaron silencio. La mirada de la Diosa de la Guerra y la Lucha se posó en mí. Asentí como los demás.

―Tras la caída de Ángel y sus Malditos, y la pérdida de la última de mis Guardianas del Bosque... Se ha desajustado el equilibrio en la balanza de Caos y Orden. Corremos el peligro de desaparecer en el vacío.

― ¿Como de grave es eso? ―Preguntó Baix.

―Bastante. Según la profecía de mi hija Satx. ―Dijo Hux antes de continuar. ―«Un Elegido y un Nacido se unirán o destruirán el uno al otro... Pero no será cualquier Nacido, este habrá de superar su pasado oscuro, tanto como su alma atormentada. Renacerá para salvarnos o acabar con todos nosotros. En su venganza encontrará el perdón.»

¿A quién se referirá la Diosa de las Profecías, Satx? Porque la respuesta que me viene a la cabeza no me podría gustar menos. ¡Mierda! Ahora me arrepentía de colarme en la reunión. Yo no quería saber nada de una jodida profecía.

― ¿Quienes serán los dioses flechados por la profecía? ―Preguntó Ahalis.

―No se me ocurre ningún Dios Nacido que pueda encajar en esta descripción. ―Continúo Baix.

―A mí sí. ―Dijo Drix, este miró a Erixi. ―Tu hija, Dríane. Solo ella nos odiaría tanto como para acabar con todos.

―Ella no es mi hija, perdió ese derecho. ―Gruñó Erixi. ―Y ella está más que muerta.

―Bueno, en respecto a eso ella nunca se dio un paseo por mis dominios. ―Dijo Hux acompañándolo con un ligero encogimiento de hombros. ―No le di importancia.

―Zephía, Niss, parece que se os ha comido la lengua el gato. ―Se burló Baix. ― ¿Qué opináis?

―Es muy posible que se trate de ella. ¿Qué vamos a hacer? ―Cuestionó Zephía.

― ¿Con qué Dios se unirá? ¿De qué tipo de unión creéis que se tratará? ―Pregunté intrigada.

―De Dríane me espero cualquier cosa. ―respondió la que era mi madre.

―Bueno por mi parte pienso que por hoy ya son suficientes cavilaciones. ¿Continuamos mañana? ―Cortó Drix con cara de preocupación.

Si cariño, si esa profecía se refiere a mí ten por seguro que no vais a quedar ninguno de vosotros con vida al final de la semana. Ahora os arrepentiréis de no haber mirado más allá de vuestros pomposos culos y haberme desterrado a la dimensión mortal.

***

Abrí los ojos con satisfacción. Al principio no me había gustado nada eso de la profecía, es más me había cabreado mucho. No me gusta que el destino juegue con mi futuro, pero esta vez parece que tengo las de ganar. Porque, sí, puede que esta vez muera de verdad, pero qué más da. No tengo nada por lo que vivir.

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Le dedico el capítulo a CristinaNuezSayans porque has dado de lleno con tu segunda opción. ¡MUY BIEN!
¡Un besito muy fuerte para todxs! ¡Hasta la próxima!

La Diosa Maldita. (Dioses Y Guardianas 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora