22 - Devastación.

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Llegué al templo de mi madre, abrí las puertas con fuerza y todas las sirvientas corrieron despavoridas al verme. Erixi no se inmutó de mi presencia, ya me esperaba. En sus ojos pude ver algo extraño, algo que llamaba mi atención y hacía que gruñese del asco. Su comportamiento no era el típico de la Diosa de la Lucha y la Guerra tampoco. Pero me daba exactamente igual, la iba a matar de todas las formas posibles y a Drix.

―Vaya, vaya, reunión familiar. ¡Cada vez es más pequeña! ―Me jacté. Ella solo se rió con maldad. ― ¿Te hace gracia? Y yo que pensaba que te dolió la muerte de tu queridita Eitxi, parece que siempre fueron mentiras.

―Tantos años y aun sigues con lo mismo, ¿no es así Dríane? ―Esa voz... ―Niña estúpida.

Gruñí fuerte, enfadada, llena de una ira de siglos de antigüedad.

―Te voy a despedazar. ―Dije con total seguridad de que eso es lo que iba a ocurrir. ―Me bañaré en tu sangre y después en la de Drix.

―Hablas mucho, pero no haces nada... ―Dijo mirándose las uñas, aburrida. Pero entonces me miró y tras esos ojos pude ver los de otra persona. No podía ser, tenía que estar imaginándomelo. ―Hermanita.

Eitxi. Era ella, no sabía cómo pero ella estaba en el interior del cuerpo de Erixi, como el parasito que es.

―Tú. ―Solo me salió decir eso. ― ¿Qué haces aquí? Yo te maté, perra asquerosa.

Ella se carcajeó de mi rabia y se acercó un poco más hasta donde yo me encontraba parada.

―Cuando la Guardiana estúpida se sacrificó para matar a los Malditos, pude colarme a esta Dimensión y meterme en el interior de mama. ―La última palabra la dijo llena de burla. ― Soy mejor que tú y siempre lo he sido, no has podido conmigo ni estando muerta. ―Sonrió de forma malvada.

―Sabes, estoy emocionada de que estés aquí, así serás testigo de cómo mato a Erixi y a Drix, mientras te retuerces entre tus tripas desparramadas por el suelo. Después si me siento compasiva, te mataré. Y esta vez lo disfrutaré aun más que la anterior. ―Ahora sonreí yo, cruel e impasible.

Entonces ella soltó una carcajada y un escalofrío subió por mi columna vertebral. Drix apareció en la habitación en ese mismo instante y se quedó en el sitio observando la situación con cara de confusión.

― ¿Qué está ocurriendo? ―Pregunto el recién llegado.

Eitxi se acercó hasta donde él se encontraba y sin más le dio un profundo beso, ella se colgó del cuello del Dios, pero Drix la empujó lejos de él.

» ¿Erixi? ―Cuestionó confuso. Ella jamás hubiera hecho aquello.

―Eres un imbécil, Drix. ―Espeté. ―Has estado delante de ella todo este tiempo y nunca te has percatado de que quien habitaba ese cuerpo es mi querida hermanita, Eitxi.

No le dio tiempo a contestar, ya que la Diosa de la Discordia, lo agarró con ambas manos de su cabeza y dando un salto hacia arriba le arrancó la cabeza de cuajo, salpicando mucha sangre.

―Eso por no elegirme a mí. ―Dijo con un pucherito Eitxi.

Con la cabeza del Dios de la Lógica entre sus manos la colocó frente a su rostro y le dio un besito en los labios. Acto seguido me la tiró a mí, salpicando aun más de ese líquido rojizo por la sala. La esquivé y corrí hacia ella. Me daba igual que aun continuase en el cuerpo de Erixi, la iba a asesinar por arrebatarme mi derecho de venganza.

Una luz me cegó antes de llegar hasta donde ella se encontraba. Cuando ya pude ver con normalidad, el cuerpo de Erixi estaba tirado en el suelo y Eitxi se encontraba encima de él agachada. Sacó un cuchillo de entre los pliegues de su túnica negra, pude reconocer el acero del arma que empuñaba. Era con el que mato a mis seres queridos.

Me volví a abalanzar sobre ella antes de que matase también a Erixi, por lo menos esperaba que me quedase un objetivo de mi lista de la venganza. La empujé por el suelo y las dos rodamos por este. Ella aun tenía la daga entre sus manos, yo solo poseía mucha rabia, pero esta era muy poderosa.

Logré colocarme sobre ella y con mis manos la estrangulaba con fuerza. Comenzó a ponérsele el rostro de color púrpura y aun apreté con más fuerza sobre su garganta. Pero entonces sentí un aguijonazo entre las costillas y la solté de inmediato echándome para atrás. Me sujete la zona herida como si eso fuera a hacer algo, pero no había nada que hacer.

Ella se levantó, pensé que iría a por mí, no obstante fue hasta el cuerpo inerte de nuestra madre, le dio una patada en el estómago, con la cual ella recobró el conocimiento. La miró sin entender hasta que pareció recordar todo lo que había sucedido en este lapso de tiempo. Sus ojos fueron directos hacía donde lo estaba desangrándome y antes de que Eitxi la matase, oí como de sus labios salía un: «Lo siento.».

La agarró del pelo y la Diosa de la Guerra y la Lucha estaba tan débil que no pudo defenderse cuando su adorada hija le clavó el puñal en el corazón. Esta lo estaba retorciendo entre los quejidos agónicos de la Diosa y disfrutando con ellos.

Cuando ya volvió a reinar el silencio, supe que yo era la siguiente. Así que me prepare para lo que estaba por venir, recibiría a la muerte con los brazos abiertos, como a una vieja amiga. Allí en la otra Dimensión se encontraban mis seres amados, la única cosa de la que me arrepentía es de haber decepcionado a Zephía.

La Diosa Maldita. (Dioses Y Guardianas 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora