10 - Noticia: ¡Sorpresa!

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Los mareos y nauseas no cesaban jamás... llevaba varias semanas encontrándome fatal. No entendía el porqué si al ser una diosa inmortal tendría que ser inmune a todas esas cosas. Esperaba que se me pasase pronto este mal.

Cuando me estaba desnudando para darme un baño, me miré al espejo y noté una cierta redondez en mi tripa. Me acerqué al espejo con los ojos abiertos como platos y no creyendo que lo que pensaba fuese posible... Coloqué mis manos en la zona imaginándome con el vientre hinchado debido al embarazo y sin poder creerme aun que fuese posible. Entonces oí un ruido, me tapé rápidamente con una bata.

—Por mucho que te mires al espejo nunca llegarás a ser como yo. Déjalo ya, hermanita, llevas diecinueve años intentándolo. —Su cruel risa invadió la habitación.

— ¿Qué quieres, Eitxi? Iba a darme un baño...

—Nada que te importe. —Contestó mientras se iba de allí tan rápido como había llegado.

Eso había sido raro... pero lo olvidé tan pronto volví a centrarme en la nueva vida que se iba formando dentro de mi... ¡Tenía que contárselo a Drix cuanto antes! Me daba un poco de miedo su reacción, pero esperaba que se alegrase tanto de la noticia como yo, que me abrazase y besase como solo él sabía que me encantaba de lo feliz que le hacía la buena nueva.

Cuando me teletrasporté al templo del dios de la Sabiduría y la Lógica, me eché entusiasmada a sus brazos y él me correspondió al mismo un poco dubitativo. Vi una sombra en una esquina de la habitación mas no le di importancia en ese momento, pensando que sería algún criado cotilla.

— ¿Qué le ocurre a mi gatita que está tan feliz? —Preguntó un poco confuso.

— ¿Me notas algo distinto?

Se separó lo suficiente de mí para contemplarme y negó con la cabeza. Su ceño estaba tan fruncido que parecía una cordillera. La verdad que no tenía buena cara, que extraño.

—Estoy encinta. —Solté de golpe, sin vuelta atrás.

— ¿Estás de broma? No tiene gracia si es así. —Dijo enfadado el dios.

—No entiendo por qué te pones así, pensé que la noticia te haría dichoso.

— Eso no me haría «dichoso» jamás. Ese bebé no es mío. —Sentenció.

— ¿Insinúas que te he sido infiel? ¡Sabes que eso no es verdad, yo nunca haría eso! —Grité desesperada porque entrase en razón.

—Todos hemos sabido siempre que eres una puta y una ligera, no vengas ahora a importunar y exigirle a Drix con tus tonterías de niña mimada.

Me giré estupefacta al escuchar la voz de Eitxi saliendo de las sombras. Instantes después pude ver a la dueña de esta, intentando contener una sonrisa cruel y malvada.

— ¿Tú qué haces aquí? ¡Drix, te está mintiendo! Sabes que ella me odia y haría cualquier cosa porque me abandonases. No te dejes engañar, por favor.

— No tengo motivos para mentir, ¿Qué sacaría yo de esto? Además siempre os he guardado el secreto... —Atacó ella.

Posé mi mirada azulada en Drix, esperando a que él saliese en mi defensa y se resolviese todo esto. Pero él no parecía dispuesto a ello. Las lágrimas bañaban mi rostro, no cabía ahora mismo ningún consuelo para mí.

—Si quieres que sigamos juntos deshazte de eso. —Señaló mi vientre. — y olvidaré esta situación vergonzosa.

— ¿Y si no lo hago? ¡Es nuestro hijo! —Grité colérica y desesperada.

—Se acabó, Dríane, no quiero saber nada más de esto. Ya sabes cuales son mis condiciones. Las tomas o las dejas, allá tú. Yo no voy a consentir que ese hijo bastardo tuyo arruine mi felicidad. —Mi corazón dejó de latir por un instante, se había partido en mil pedazos.

—Como se te ocurra ir a madre con el cuento del engendro, te echará de esta dimensión sin ninguno de tus poderes. Aunque tampoco es que sean muchos... —Eitxi soltó sin compasión.

—Madre no haría eso.

— ¿Tú crees, hermana?

Ahora mismo no sabía en qué pensar, dado que yo creí que Drix estaría tan feliz como yo al enterarme... Madre no estaba tan segura de su reacción y si aun encima Eitxi le llenaba la cabeza de mentiras, al final todo acabaría mal para mí. Como siempre ha sucedido. Solo había una solución y esta era escapar con mi hijo no nato, protegerlo.

***

Sentía unos golpes en mi cuerpo, como si alguien estuviese desesperado por algo. Comencé a escuchar una voz a lo lejos, me pedía que despertase. La iba escuchando más fuerte cada vez y poco a poco vi una luz haciéndose más intensa, preciosa incluso.

— ¡Despierta, Dríane! ¡Tienes que despertar y parar este descontrol! —Gritaba Zephía desesperada.

Me incorporé de inmediato en la cama y observé mi alrededor con todos los muebles hechos trizas, lo único superviviente era la cama en la que yo estaba durmiendo.

— ¿Qué ha ocurrido? —Le pregunté a la diosa.

—Tú, ha sucedido. Has debido de tener un sueño muy agitado porque mira cómo has dejado todo. ¿Con qué has soñado?

Al recordar mi sueño me agité de nuevo. Se comenzaba a notar cargada la habitación, pero entonces sentí la cálida mano de la diosa en mi brazo, dándome calma y tranquilidad.

—Si no quieres contarme nada, lo entenderé...

—Solo te quedan dos semanas, yo que tú aprovecharía para sacar toda la información que pudieses.

Acto seguido, rasgué mi cuello e incliné la cabeza hacia atrás, invitando a la diosa a que sonsacase información de mi pasado. Le enseñaría el sueño que acababa de tener, que no era otra cosa que un recuerdo de mi jodido pasado de mierda.

Al finalizar con el recuerdo, la diosa levantó su esbelto cuerpo de la cama y se puso a dar vueltas entre el destrozado mobiliario. Su cara era todo un poema.

—Tengo muchas preguntas que hacerte. ¿Me responderás?

—Prueba tu suerte. —Me miró con cara de pocos amigos. —Vale, vieja, te contestaré.

— ¿Eitxi ella siempre fue así contigo? La he visto portarse mal contigo en otras visiones, pero aquí era algo más que eso, era como si disfrutase haciéndote sufrir...

—Ella siempre lo fue. Era un ser retorcido hasta extremos que nunca llegarás a comprender, aunque te enseñase todo lo que me hizo. Su maldad no tenía límites.

— ¿Se lo contaste al final a tu madre?

—No, no creí que ella me apoyase mucho más que Drix. —Dije riéndome.

—Yo creo que ella no te hubiese desterrado sin tus poderes como dijo Eitxi... Ella te quería.

—Pues jamás me ha demostrado su amor. Para ella solo existía Eitxi. Era su orgullo. —Dije sarcástica.

— ¿Qué ocurrió con el bebé?

—Esa era la pregunta que había estado esperando todo este rato, diosa. Es mejor que te lo muestre, ven aquí.

Volví a rasguñarme el cuello y a ofrecérselo a Zephía. Ella no tardó nada en volver a morderme y saborear en mi sangre los amargos recuerdos del pasado.

La Diosa Maldita. (Dioses Y Guardianas 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora