Epílogo.

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Zephía se había marchado a la reunión de los Siete, me había ofrecido acompañarla, mas rechacé su propuesta... no tenía ganas de escuchar tonterías. Estos días habían sido tan tranquilos... cada momento que pasaba junto a la Diosa era más especial, mejor que el anterior.

Me encontraba un poco cansada y aburrida, pero ya no podía beber alcohol; no era mi decisión, sino que una rubia cabezota no me dejaba, no obstante soy una jodida Diosa por un poco de vino no le pasaría nada a mi bebé. Aunque haría caso de sus palabras, por la cuenta que me traía. Estos pensamientos me recordaba el carácter fiero que se gastaba en ocasiones la rubita... me reí al recordar sus caras de enfado.

El templo estaba casi vacío, salvo por un pequeño número de sirvientes, los cuales no estaban mucho a mí alrededor. Este lugar no me llegaba a gustar del todo, no es el templo en sí mismo, sino que todos allí saben quién fui y no soporto sus miradas acusadoras. Bastante tengo ya con llevar un buen embarazo, el cual casi pasaba desapercibido salvo por una pequeña hinchazón reciente en el bajo vientre. Me lo acaricié pensativa. No quería que mi hijo creciese aquí donde tan infeliz fui una vez, prefiero que se desarrolle en un lugar no tan cargado de malos recuerdos y experiencias. Yo me mudaría a la Dimensión Mortal en cuanto pudiese, Zephía podía venir cuando se le antojase y Drix... bueno él tendría que avisar.

Mis sentimientos estaban a flor de piel últimamente, consecuencia de unas hormonas locas supongo. Pensaba en mi relación con la Diosa y el rápido crecimiento de la misma en tan poco tiempo. Al comienzo pensaba en ella como un polvo más y sin embargo ahora no pienso en un futuro donde no la vea junto a mí... No sé si puedo decir que la amo, pero sí que no puedo ni imaginar estar lejos, la necesito, simplemente. No dependo de ella para vivir, solamente que no concibo la idea de no hacerlo. Que lo llamen como les salga de sus mismísimos, mas yo no voy a ponerle una etiqueta plana a lo que mi corazón experimenta cada vez que la veo o estoy con ella. Una vez amé a Drix, por ello sé que lo que siento por Zephía no tiene ni punto de comparación, es mucho más intenso, más profundo... Sin proponérselo ha logrado que cayera en sus redes sedosas y rubias.

Estaba con los ojos cerrados cuando el ambiente en la habitación cambió drásticamente, notaba más frío. No estaba sola. Los Dioses estaban ocupados, los sirvientes no se acercaban y ni mucho menos causaban esta sensación... ¿Quién diablos era? Me levanté del sofá rápidamente preparada para atacar si fuese necesario, pero volví a caer en el mismo. No podía respirar, el aire no llegaba a mis pulmones y cada vez lo veía todo más oscuro. ¿Qué estaba ocurriendo? Nadie me estaba estrangulando, era como si el oxigeno se escapase de mi cuerpo... Iba a morir, pero estaba vez no lo iba a permitir, tenía motivos por los que sobrevivir.

Me levanté como pude del sofá, desorientada y agarrándome en el apoyo de este lo logré. Enfocando los ojos por la habitación, intentando encontrar a la causa de mi ahogamiento. Entonces lo vi, una masa de energía negra y espesa envolvía todo a mí alrededor. El círculo se estrechó un poco más y entonces comencé a verlo todo negro...

― ¡Dríane! ―Oí que gritaba alguien, más no pude reconocer la voz ya que caí en el abismo.

La cabeza me dolía en demasía, era como si un millar de pequeñas agujas me la perforaran en ese instante. Por otro lado los ojos los percibía demasiado pesados como para abrirlos, pero escuchaba una voz hablarme en susurros para que lo hiciese. Dándome ánimos para despertar y estar a su lado de nuevo, decía que me echaba de menos.

Poco a poco moví los parpados incómoda por la luz de la habitación no los podía abrir demasiado. Zephía debió de notar mi molestia por lo que dejó todo a oscuras rápidamente. Sus cálidos brazos me arropaban con ternura, mi cabeza se encontraba apoyada entre el hueco de su cuello y su pecho. Alargué torpemente uno de los brazos para rodearle la cintura y acercarla todavía más a mi cuerpo. Ella gustosamente lo hizo.

La Diosa Maldita. (Dioses Y Guardianas 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora