Faltaban 2 días para su cumpleaños y yo estaba como loca.
-No, ¡mamá!
-¡Estas en la escuela, estúpida, tu mamá no te va a contestar!
-Gracias por tu comprensión, amigo, ¿¡que no ves que estoy en un momento de estrés!?
Todo estaba listo, pero eso no quitaba el estrés de tenerlo todo perfecto. Aparte todavía no había comprado su regalo.
Estabamos en la escuela y el profesor se había ido por unos minutos, cosa que causo un gran alboroto en el salon. Había grupos de personas hablando y jugando con balones, algunos otros, como yo y mi compañero de atras estabamos sentados sin causar menor problema.
Se me ocurrió algo y con mi mirada mas tierna, ignorando que minutos atras le había gritado mamá me dirigí a hablarle.
-Holis.
-No.
-Pero ni me has escuchado.
-Pero se que me vas a pedir algo.
-Entonces no me ayudes, muerete.
Me gire hacía mi lugar y me dispuse a pensar, ¿que le podría regalar? Sentí unos pequeños golpes en mi espalda y supe que era Lucas, como siempre, tratando de saber si estaba o no enojada.
-Oye, si te volteas y me hablas te juro que te ayudo.
Sonreí victoriosa, eso era lo que buscaba. Me gire hacía el y le conte mi problema, el me dijo que debería darle algo que nos identificara, algo que solo el y yo comprendieramos. Lucas era bueno dando consejos.
Ahora, ¿qué le iba a regalar? ¿qué nos identificaba?
Lo tengo, es el regalo perfecto.
Ví que el profesor se iba a tardar más y me puse a navegar en internet, buscándolo, el regalo perfecto. Gastar mis datos valía la pena.
Encontre una tienda donde los vendían y ví lo que costaban, mi papá se iba a enojar. Los encargue y me dijeron que tardarían de 2 a 3 días en llegar, los pague con la tarjeta de crédito de mi papá y me relaje.
El profesor llego al final de la clase y salimos por fin, ahora solo faltaba esperar a que el día llegara.
