Capítulo 4 (parte 1) : La fiesta.

6.3K 418 98
                                    

Pasar desapercibida.

Ser discreta.

Estar tranquila.

Eran las tres frases que repetía en mi cabeza, una y otra vez. <<De acuerdo Eva relájate sólo es un simple cumpleaños.>>

Era la primera vez que asistía a una fiesta de ese tipo, y no podía estar tranquila. Iba constantemente de una esquina a otra de mi habitación pensando inútilmente lo que me podía pasar.

1) Emborracharme.

2) Decir alguna estupidez.

3) Parecer un payaso.

Vibró cerca de mi muslo el móvil con una notificación nueva. Era un mensaje de Rosa, diciendo que me echaba ya de menos. Le contesté de inmediato:— Ok, ya voy. Dame 10 minutos. —Pasar desapercibida era todo lo que esperaba, así que finalmente cogí unos vaqueros ajustados y una camisa de mi armario, para después bajar a la cochera a coger mi Vespa.

El plan que teníamos era que yo fuera a su casa a recogerla y desde allí, iríamos juntas a su chalet dónde lo iba a celebrar. A juzgar por lo que me habían contado era enorme, y grande tenía que ser para toda la gente que había invitado. Me daba vértigo sólo de pensarlo.

El aire rozaba mi rostro, cada mechón de mi cabello ondulado danzaba en el viento al compás de la aceleración de mi moto. Adoraba esa sensación de libertar que poco me iba a durar. En escasos minutos llegué a la casa de Rosa y aparcando cerca de su cochera, dejé el casco colgado del brazo para tocar la puerta.

Ding-Dong.

— ¡Eva! ¿Cómo estás?, ¿Y tus padres están bien?—

Abrió la puerta su extrovertida y simpática madre. Nos saludemos con dos besos en las mejillas.

—Todos estamos muy bien. Muchas gracias por preguntar—.

—De nada amor. Pasa. Rosa está en su cuarto—.

La casa era una mansión. En la entrada se encontraba un recibidor con una escalera de caracol que llegaba a la segunda planta. Todas las paredes blancas de techos altos daban la sensación de estar en una catedral. El salón era abohardillado, con columnas de madera y una chimenea que atrapaba la atención de quién entrara por primera vez.

Subí por las escaleras y al final del amplio pasillo se encontraba su dormitorio. Abrí la puerta de golpe para gastarle una broma, hecho que no sucedió pues Rosa estaba más inquieta que yo buscando ropa que ponerse. Indignada declaró:

—¡Maltida sea Eva! —Me recogí un mechón de pelo tras la oreja.

—¿Qué te pasa? —

—Alguna de las dos debería estar lista ya—.

Miré de un lado a otro: —Yo ya lo estoy.—Sentencié.

—¿Piensas ir así vestida? —Se llevó la mano a la frente.—Ni se te ocurra, toma uno de mis vestidos.— Sacó y sacó vestidos de su armario hasta que dejó apenas un par dentro.

—¿Qué te parece este? —

Me enseñó un precioso vestido azul turquesa, sin mangas y que intuía que era ajustado.

—Precioso es... pero no lo veo para mí—.

—Venga pruébatelo no pierdes nada por ello—.

Me puse el vestido con su ayuda, ya que yo no llegaba a la cremallera. Intenté tapar con mis brazos mi cuerpo para que apenas se me viera, me sentía ridícula y no quería que se riera de mi aspecto. Sin embargo ella atrapó mis muñecas y abrió su boca impresionada.

La Manzana Prohibida [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora