Capítulo 31: Adán.

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Era domingo. El reloj marcaba las dos y media de la mañana, al día siguiente tenía que levantarme sobre las seis para ponerme a estudiar, pero a pesar de ello seguí sentada delante de la tele. Mi madre trabajaba de turno de noche en el hospital así que no había nadie que me obligara a despegar mis ojos de esa pantalla. Ya había pasado unas tres semanas desde que se despidió de mi Lucifer, los exámenes finales los terminé y las notas me las dieron la semana anterior. Aprobé, no con muy buenas calificaciones pero al menos conseguí el suficiente para poder presentarme a las pruebas de la Universidad.

Tenía los ojos cansados pero no quería irme a dormir, no quería ponerme a estudiar y no podía mantener mi mente ocupada en nada, de lo único que tenía ganas era de estar frente a esa "caja tonta", además no me ayudaba el hecho de que dos días atrás empecé a sentirme mal, el cuerpo no me respondía y estaba cansada.

La programación a esas horas de la mañana no era muy buena, las cadenas estaban inundadas de teletienda o programas de conseguir algo de pasta. Al menos me distraje durante un buen rato haciendo zapping hasta que lo dejé en un programa de citas repetido del canal cuatro.

La cita la llevaban a cabo en un restaurante, dónde la pareja se conocía por primera vez y cenaban, vamos lo que viene siendo una cita a ciegas. Y muy tonta de mí lo puse aun sabiendo que eso me iba a hacer llorar como a una magdalena.

El año anterior a esas fechas estaba mentalizándome de lo empollona que iba a ser, y por el contrario, ese año, seguía indecisa por mi futuro. Puede que ese fuera otro motivo por lo que me daba igual despertarme temprano; ¿para qué estudiar? No sabía si eso lo hacía por mí o por mi madre. Pero es que yo no era ella, nunca fui aplicada, nunca tuve nada claro y a esas alturas del año seguía igual.

Mirando a la rubia del programa me dio un agobio...era una chica de mundo, de esas que con sus veinte-tantos años había vivido en varios países, sabía bastantes lenguas y tenía una carrera de lo más prestigiosa. Nunca iba a ser ella, y tampoco era que lo quisiera pero necesitaba algo que me hiciera tener la ilusión de primero de bachillerato.

Me abrí un botellín frío de cerveza. Sí, yo la que nunca bebía alcohol quería ahogar mis penas, aunque eso era imposible con una cerveza con limón que no llegaba ni al cinco por ciento de alcohol.

La rubia se sentó en la mesa a la espera de su cita, y no mucho el chico castaño apareció en escena. Se saludaron con dos besos y empezaron a conversar. La relación entre ambos era muy buena, había feeling, buena química, él la hacía reir pero... ains... todo acabó cuando él le dijo que era camarero. Para la chica ese hombre no estaba a su altura, qué coraje me dio, dejó de conocer a una persona maravillosa por el simple hecho de no tener dinero o tal vez por no tener unos estudios de los que alardear a su familia.

Porque me pregunto yo, ¿si le dijera que es médico seguiría con la cita? O ¿si fuera futbolista?

Chupeteé la boquilla de la cerveza ya terminada y la tiré al cubo de la basura con una servilleta encima para que no la viera mi madre. Luego fui de nuevo a sentarme al sofá y volví a hacer zapping y en ese momento empezaron a darme unas arcadas que no me dio tiempo ni a llegar al cuarto de baño, acabé vomitando encima de la manta del sofá. Me llevé las manos a la cabeza y maldije a mi suerte. Fui a la cocina abrí la despensa y leí todos los productos de limpieza para quitar ese destrozo, mi madre no podía saber que era ya la quinta vez que había vomitado en menos de una semana.

Quizá debería hacerle caso e ir al médico, pero no tenía fuerzas ni para salir de mi casa, así que tenía pensado que si me pillaba iba a poner la excusa de siempre, la de "son los estudios y estoy nerviosa" aunque eso no era cierto era más bien por " mi novio me ha dejado, me quiero morir".

La Manzana Prohibida [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora