Capítulo 37 (parte II): El Ritual.

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Me coloqué la capucha tapando mi rostro evitando las miradas indeseadas, pues si alguno me reconocía no podría jamás llegar hasta Lucifer. Las primeras filas estaban abarrotadas de seres, eran demasiados nunca podría pasar desapercibida entre ellos, de algún modo yo era distinta. Así fui directa hacia un muro cubierto de barriles de madera que rodeaba la plaza. Al otro lado estaba totalmente despejado; ni un alma vitoreaba a su rey. Cogí y salté el primer barril, el siguiente hasta acabar en uno que me daría el impulso necesario para alcanzar el muro. Me agarré a la piedra con ambas manos y me impulsé. El muro tenía tres metros de ancho era casi un camino pendiente hacia arriba más grande de lo que me imaginaba. Avancé pues no había otra vía de escape que el lugar que había trepado. El ruido hizo alarmar a los seres cercanos que sorprendidos miraron hacia arriba. Volví a avanzar sorteando pedazos de piedra rota hasta que pude saltar al otro lado. Cuando lo hice eché un vistazo hacia el altar, estando más cerca era enorme, mucho más impresionante y amenazador.

Cerré los ojos. Durante un momento, el miedo me paralizó. ¿Qué iba a suceder? , ¿Lucifer iría a por mí? Se me llenaron los ojos de lágrimas y contuve el aliento para escuchar. Lucifer no me vio, le oí gritarle enfurecido al caballero de cabello rubio.

Respiré profundo y fui acercándome con cautela mirando a mí alrededor mientras me ponía de pie. Miré hacia atrás arropada por el muro. Allí estaban todos los seres clamando a su Rey que lo hiciera. Tragué saliva y corrí sin pensarlo hacia él.

— ¡ ¡ ¡ No lo hagas!!!— ordené con aparente seguridad. Pero no serviría de nada fingir que tomaba las riendas. Aquel caballero sí que lo hacía, controlaba el poder y el mismísimo diablo era títere en sus manos.

— ¿Quién sois?— preguntó el caballero imponiéndose a la palabra de Lucifer y el reinado se quedó en silencio.

— No soy nadie—.

— ¡ ¡ ¡ Mentiroso!!!— Gritó al mismo tiempo que daba una patada al suelo. — ¿Cómo osáis presentaros ante vuestro Rey? —

Lucifer me miró pero no levanté la vista. Mi rostro estaba oculto y quería que siguiera siendo así. Las ánimas, sombras, demonios y demás seres inquietos especulaban entre ellos con mi inoportuna presencia: ¿Quién es? Escuche a lo lejos decir.

— ¡Callaos!— ordenó Lucifer— ¿Qué os creéis para hablar en mi nombre?— le reprochó al caballero y éste agachó la cabeza indignado. — Acercaos— dijo ahora con paciencia.

Me humedecí mis ásperos labios y caminé cabizbaja sin alzar la vista hasta él. Mi corazón se aceleró tan velozmente que pensé que Lucifer lo escuchaba latir. En el centro Ira retirado me miraba con desconcierto, el caballero con sus brazos controlaba al pobre niño y el pequeño debido a su altura pudo ver mi rostro, pestañeó varias veces con detenimiento mientras sus lágrimas se secaron. Le sonreí mostrando tranquilidad y el niño se sonrojó tímidamente. Me acerqué más hasta que me puse a la altura de satanás.

— Aquí me tenéis— pronuncié cambiando el tono de voz queriendo parecer un hombre.

Mostradme vuestro rostro.

Titubeé, estaba a unos segundos de mi perdición pero recordé para que había llegado hasta ese lugar. No había vuelta atrás debía de amarme de valor.

Alargué mis manos hacia el borde de mi oscura capucha. Las anchas y largas mangas cayeron dejando ver mis finas muñecas. Lucifer frunció el ceño, volví a humedecer mi boca y destapé la capucha hasta la altura de mis ojos, luego sin alzar la cabeza mis ojos se encontraron con los suyos. La tensión nos pudo, ambos no pudimos pronunciar palabra. Entonces cuando me dispuse a destapar mi rostro por completo sus manos me detuvieron con fuerza.

La Manzana Prohibida [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora